Secuela de la gran obra maestra que fue Aterriza como puedas. Sin los hermanos Zucker y sin Jim Abrahams, aunque la fórmula sea la misma, el resultado es bastante diferente.

Ken Finkleman, guionista mediocre, es el encargado de dirigir la secuela de una de las más brillantes obras del cine de humor de todos los tiempos. Finkleman se dedica, casi por completo, a copiar uno por uno los gags de la primera entrega. A pesar de ser algo que ya hemos visto, dichos gags son tan rematadamente buenos que, con la ligera diferencia que hay entre ellos, tienen más que suficiente para hacer reír al espectador en una mezcla de sonrisa cómplice por entender la relación que guarda con los de los Zucker y Abrahams y la gracia que siguen haciendo a pesar de haberlos visto con anterioridad. De lo nuevo, nacido en su totalidad de la mente de Finkleman, hay dos o tres situaciones realmente buenas, algunas aceptables y otras que se repiten demasiado, teniendo cierta gracia al principio y llegando a saturar bastante al final de la película. Lo que hace bien el director canadiense es mantener el ritmo frenético de gag por minuto, con lo que si alguno de ellos no funciona, llega el siguiente para enmendarlo.

Robert Hays y Julie Hagerty vuelven a compartir protagonismo. Sin el toque mágico de los tres genios que dirigieron la primera entrega, su relación pierde interés a todos los niveles, ya que ni él es Henry Fonda ni ella tiene nada que ver con Anne Baxter. Lo mejor, de nuevo, son unos secundarios que encabeza el gran Lloyd Bridges. Junto a él, en ese segundo plano, desfilan el polifacético Chuck Connors (en un personaje que debería tener más espacio), el gran actor Rip Torn, el fabuloso Peter Graves, William Shatner (otro actor enormemente polifacético) o Stephen Stuckers (de nuevo, para mí, el mejor de todos), entre otros.

Resumiendo, que es gerundio: Aterriza como puedas II es, a todos los efectos, un fiasco. No es una mala película, pero venía con la pesada losa de no decepcionar tras la obra maestra que fue su predecesora. El canadiense Ken Finkleman no fue la mejor elección para guion y dirección y la película se resiente constantemente.