Drama de supervivencia ambientado en la Segunda Guerra Mundial. Ésta es una de las escasas ocasiones en las que podemos ver cómo los alemanes... digamos que no son los malos de la película, sino que son los soviéticos, a los que a estos sí que les hemos visto de villanos en muchas de ellas. Aunque más que de buenos y malos, la cinta se centra en la extrema supervivencia de un pobre hombre que escapa de un campo de concentración de Siberia en el auténtico culo del mundo.

Digamos básicamente que el conjunto podría haber dado mucho de sí, sobre todo si se añadiese más épica al conjunto y muchísimos menos minutos de metraje (dos horas y media que dura la condenada). Durante la primera hora, en el campo de concentración, se encuentra toda la "chicha" de la película y lo mejor de ella, ya que luego las aventuras (extremas, eso sí) no consiguen despertar el interés suficiente que se exigen a sí mismas. Culpa también de ello es del protagonista, criticando más al homogéneo personaje que se nos presenta que a la actuación del mismo. En el mismo fregado "colabora" Kamenev, sí aquel ruso jefe del cotarro que se parecía a Agustín Bravo, un personaje movido como una marioneta, sin mostrar la fuerza de lo que cabronazo que podría llegar a ser. Me abstengo de comentar algo sobre aquellos indios-esquimales de dientes blancos y alineados porque si no aquí no se salva nadie. Bueno sí, el personaje del médico, llamadme raro.

Sin embargo, también tiene sus virtudes como es la belleza de los solitarios parajes por los que pasaba nuestro buen hombre. El final, aunque llega tarde y es taaaan evidente, me emocionó lo justo y necesario para darla más de un aprobado ramplón. Una película que no creo que vuelva a ver porque sus dos horas y media distan mucho de entretener, pero que sí reconozco que es una película especial y por la temática que trata, camina alejada de los convencionalismos de Hollywood. Por cierto, si estuviese basada en hechos reales sería para ponerse de pie y aplaudir durante diez minutos a su protagonista.