"Dos buenos tipos" es una comedia excelsa en la que las carcajadas aparecen por sí solas y en repetidas ocasiones, sin necesidad de exagerar las cosas ni retorcer la trama hasta límites insospechados. La obra se halla en el punto exacto entre lo comedido y lo excesivo, logrando confluir entre ambos extremos con un equilibrio loable.

Shane Black, como director y guionista, demuestra una visión envidiable para con cada situación. Sólo la ambientación, con la contaminación como protagonista que envuelve la ciudad, ya pone de manifiesto dónde estamos. La música, el vestuario y, más concretamente. las mansiones de Hollywood, las fiestas extravagantes y también los bares de carretera hacen todo lo demás, sin olvidar a dos protagonistas que se mueven como pez en el agua en los límites de la moralidad.

Ambos deberán unir fuerzas para resolver un misterioso caso relacionado con el mundo de la pornografía, y no hace falta decir que "Dos buenos tipos" no se está de nada: escenas violentas, guión sutil de inacabable ingenio y humor negro a patadas. Lo que viene siendo una comedia para adultos.

Russell Crowe y Ryan Gosling están fantásticos. Encajan tanto en sus personajes que parecen ellos, aún bajo el prisma de la comedia. Y villanos los hay en cada esquina en esa ciudad del pecado llamada, paradójicamente, Los Ángeles. Mención de honor para Kim Basinger, que aparece escuetamente como la diva que es, y para la niña, cuyo personaje suele ser aborrecible en estos menesteres y aquí funciona dentro del entramado. Lo cierto es que poco malo se puede decir de una comedia que divierte, que dura dos horas y no se nota, que es elegante y macarra, y sórdida y luminosa, todo a la vez; y que...*