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Poland Poland · Galitzia
Valkiria rating:
8
Mystery. Thriller Boston, 1962. Several elderly women are strangled, apparently by the same unknown assailant. An investigation ensues, but clues lead nowhere. Then the strangler starts to attack younger women. John Bottomly (Henry Fonda) is assigned to direct a more intense investigation, interviewing even the remotest suspects. Meanwhile, the murders continue. Dianne Cluny (Sally Kellerman) survives an attack but remembers only that she bit her ... [+]
Language of the review:
  • es
November 11, 2008
36 of 41 users found this review helpful
Las películas de aventuras de Tony Curtis junto a su cándida doncella Janet, se convirtieron en fabulillas cuando al morenaso se le dio por interpretar al psicópata Desalvo.

La historia entra con el secundario de lujo de siempre: George Kennedy y abriendo piezas que dividen la pantalla componiendo puzzles de figuras geométricas en cada una de las cuales se desarrolla un plano. Una innovación en el cine. Es además una película televisada en su primera mitad y teatralizada a dos bandas por el tándem Curtis-Fonda en la segunda.

Las señoras en bata cotorrean en el rellano de la escalera mientras su vecina anciana yace muerta y los polis de Boston se involucran en los bajos fondos de la ciudad para extraer información de los prostíbulos de billar y de a 20 dólares el chivatazo: “este tiene tales gustos perversos; aquel tales otros”.

Boston llegó a entrar en estado de excepción. La paranoia se contagia hasta que la ciudad se convierte en el escenario de una redada policial donde el Hábeas Corpus es un chiste y las detenciones, salvajemente arbitrarias.

Llega el gran Henry y las pesquisas descarriadas, se redirigen hacia el personaje crucial.

Fonda discrepa con los métodos policiales argumentando que los homicidios impulsivos sólo se descubren por casualidad. Pero entre tanto se suceden hipnosis, videncias y lo más enfermizo de todo: ese síndrome por el que uno se autoinculpa de un crimen que no ha cometido, dando rienda suelta a sus fantasías mesiánicas.

La intervención del doctor es clave: una definición válida de que uno está cuerdo es la siguiente: “persona que no está en el manicomio”. ¡Toma ya! Hace tiempo leí que si el 4% de psicópatas que viven en España llegaran a saber de su patología, no podríamos salir de casa.

El mayor peligro para el estrangulador es el riesgo de entrar en estado catatónico. No sabe quién es. Si llega a percibir siendo consciente de su “primer yo” y descubre su doble personalidad, su cerebro hará crack. Es, como si en el momento de perpetrar el crimen uno se mira al espejo, se reconoce, delatando, a su “yo” consciente su psicopatía. Descubrirlo es tormentoso y durísimo, porque en el momento en el que visualice quién es y qué ha hecho, estará precipitándose al abismo.

El perfil del personaje de Curtis está tan logrado, tanto se indagan en su mente que una se asusta. Y si a una le asusta esa cara amable, esa voz suave y sosegada es porque su interpretación hace de él, en esta película un fuera de serie. Aguantar esa cámara durante los 15 últimos minutos finales es sin duda, su mejor trabajo. Y en ese trance, en el que se revela el yo asesino, lo más triste es comprobar que ni un solo cuello hubiese necesitado estrangular. Es lo más desesperanzador de la trama. No hubiese necesitado matar, sino figurárselo, imaginárselo y soñarlo para satisfacer su yo violento.

La película es extraordinaria y da que pensar. Así que acordaos hoy de tomaros, todos, la pastilla. 8.
Valkiria
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