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Miquel rating:
7
6.4
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Drama
A drama with a two-tiered storyline concerning a mother (Basinger) and daughter (Theron) who try to form a bond after the young woman's difficult childhood. The Burning Plain is a drama that explores the mysterious connection between several characters separated by time and space: Mariana, a 16-year-old girl trying to put together the shattered lives of her parents in a Mexican border town; Sylvia, a woman in Portland who must undertake ... [+]
Language of the review:
- es
May 21, 2010
38 of 41 users found this review helpful
Primer largometraje dirigido por Guillermo Arriaga (Méjico DF, 1958). El guión, del propio Arriaga, es el quinto del autor que se lleva al cine (“Amores perros”, “Babel”, “21 gramos”...). Se rueda en escenarios naturales de Nuevo Méjico y Oregón (Depoe Bay, Portland...), a partir del 5-XI-2007, con un presupuesto estimado de 20 M USD. Nominado al León de oro (Venecia), gana el premio Marcello Mastroianni (Lawrence). Producido por Laurie MacDonald y Walter F. Parkes, se proyecta por primera vez en público el 29-VIII-2008 (Festival Venecia).
La acción dramática tiene lugar en un momento indeterminado próximo al presente (c. 2007) y unos 15 años antes, en Nuevo Méjico (Las Cruces, Moroma y alrededores) y en Oregón (Portland, costa del Pacífico y alrededores). La acción se prolonga durante varios meses en c. 1992 y durante unas semanas en c. 2007. Sylvia (Theron), de unos 30 años, gerente de un restaurante de lujo, situado junto a un acantilado con vistas espectaculares al mar (Oregón), oculta tras una apariencia de serenidad y equilibrio un torbellino de sentimientos. Se relaciona sólo con empleados del restaurante, como Laura (Tunney), John (Corbett), el cocinero (McGrath), Sophie (Romero), etc. Una niña de 12 años, María (Ia) ve cómo su padre, fumigador, sobrevuela con una avioneta un campo de sorgo. Gina (Basinger), de unos 40 años, inicia una relación extramatrimonial con Nick, inmigrante mejicano. Sylvia huye de sí misma, Gina busca alivio de su soledad y aburrimiento, María vive con preocupacion la evolución del padre. Las vidas de los personajes se cruzan entre ellas y con las de otros, en el tiempo y el espacio.
El film suma drama, drama psicológico, crimen, romance y misterio. La narración se presenta fragmentada, desconstruida y descompuesta en fragmentos sueltos como las piezas de un rompecabezas, destinados a situar al espectador ante varios nudos dramáticos, cuyo desarrollo le ha de permitir profundizar en ellos, sus causas, relaciones, efectos y secuelas. El planteamiento inicial de varias situaciones dramáticas pretende generar en el ánimo del público un impacto emocional intenso que despierte su interés y capte su atención. Las diferencias temporales que se dan entre cada uno de los hilos argumentales impiden hacer previsiones fundamentadas, por lo que contribuyen a dificultar la previsibilidad del relato. Hacia el final del metraje todos los elementos del rompecabezas encajan y dan lugar a una suma inteligible, coherente y clara.
Los diálogos son sencillos y breves. Recogen el lenguaje corriente, natural y sin artificios de la calle. Los personajes hablan de manera directa, cálida, transparente y sin afectaciones. El guionista mejora la precisión, claridad y propiedad de lo que dicen. La narración es elegante, sobria, fluida y eficaz. Los cortes, las costuras, las yuxtaposiciones y los cambios de hilo, se resuelven con limpieza, pulcritud y sin las durezas de cintas anteriores (“Babel”).
La acción dramática tiene lugar en un momento indeterminado próximo al presente (c. 2007) y unos 15 años antes, en Nuevo Méjico (Las Cruces, Moroma y alrededores) y en Oregón (Portland, costa del Pacífico y alrededores). La acción se prolonga durante varios meses en c. 1992 y durante unas semanas en c. 2007. Sylvia (Theron), de unos 30 años, gerente de un restaurante de lujo, situado junto a un acantilado con vistas espectaculares al mar (Oregón), oculta tras una apariencia de serenidad y equilibrio un torbellino de sentimientos. Se relaciona sólo con empleados del restaurante, como Laura (Tunney), John (Corbett), el cocinero (McGrath), Sophie (Romero), etc. Una niña de 12 años, María (Ia) ve cómo su padre, fumigador, sobrevuela con una avioneta un campo de sorgo. Gina (Basinger), de unos 40 años, inicia una relación extramatrimonial con Nick, inmigrante mejicano. Sylvia huye de sí misma, Gina busca alivio de su soledad y aburrimiento, María vive con preocupacion la evolución del padre. Las vidas de los personajes se cruzan entre ellas y con las de otros, en el tiempo y el espacio.
El film suma drama, drama psicológico, crimen, romance y misterio. La narración se presenta fragmentada, desconstruida y descompuesta en fragmentos sueltos como las piezas de un rompecabezas, destinados a situar al espectador ante varios nudos dramáticos, cuyo desarrollo le ha de permitir profundizar en ellos, sus causas, relaciones, efectos y secuelas. El planteamiento inicial de varias situaciones dramáticas pretende generar en el ánimo del público un impacto emocional intenso que despierte su interés y capte su atención. Las diferencias temporales que se dan entre cada uno de los hilos argumentales impiden hacer previsiones fundamentadas, por lo que contribuyen a dificultar la previsibilidad del relato. Hacia el final del metraje todos los elementos del rompecabezas encajan y dan lugar a una suma inteligible, coherente y clara.
Los diálogos son sencillos y breves. Recogen el lenguaje corriente, natural y sin artificios de la calle. Los personajes hablan de manera directa, cálida, transparente y sin afectaciones. El guionista mejora la precisión, claridad y propiedad de lo que dicen. La narración es elegante, sobria, fluida y eficaz. Los cortes, las costuras, las yuxtaposiciones y los cambios de hilo, se resuelven con limpieza, pulcritud y sin las durezas de cintas anteriores (“Babel”).
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Se ofrecen numerosos planos magníficos, como los del vuelo de la avioneta, contemplado desde diferentes puntos de vista y acompañado de un plano emocional: el vuelo de la manada de aves. Son excelentes las embestidas del mar contra las rocas: el estatismo de éstas contrasta con la energía desbordante de un oleaje vigoroso, que evoca la fuerza de los sentimientos que inquietan a un personaje. No son menos emotivos y cautivadores los encuadres generales de la llanura que se extiende cerca de la frontera. Se insertan planos breves de hechos conmovedores como el vuelo en formación de las grullas, que a partir de octubre emigran desde Canadá a Sudamérica para invernar. Son espléndidas las imágenes de las chollas silvestres, que de noche arden como fuegos artificiales. Mira con cariño codornices, correcaminos, cenzontles y golondrinas.
El realizador deja con reiteración el relato en manos de elementos visuales (sin palabras), como el reloj de pared, el rosario que cuelga del retrovisor, las referencias al fuego, las gallinas del corral, el cromatismo azul marino que acompaña a la protagonista y la mezcla de ocres, verdes, amarillos y rojos de la pradera desértica. Rinde homenaje a Buñuel, Zinneman, Truffaut, Kalatozov, Malick, etc. Es magnífica la ternura que dedica a los niños (Bobby, Monnie...). La película celebra la vida, la esperanza, la redención, el perdón, el arrepentimiento, el amor adolescente, el amor maduro, el amor de pareja, el amor furtivo, el amor ocasional, las segundas oportunidades, el deseo, la lealtad, la amistad, la naturaleza, la familia, etc. Habla de las cicatrices físicas y de las del corazón.
La película, muy bien interpretada por Charlize Theron, aporta intensidad dramática, una gran densidad emocional, un cúmulo de sentimientos y una demostración de cinefilia que enamora. Los personajes femeninos (Sylvia, Gina y Mariana), sobre los que descansa la mayor parte del peso de la obra, creo que están bien construidos y me parecen convincentes. En mi opinión, el film es bastante más que un complejo y conseguido ejercicio de estilo.
La banda sonora, de Hans Zimmer y Omar Rodríguez, recoge composiciones sencillas y breves, a medio camino entre la tradición afroamericana y el jazz. Combina acordeón, tambor, flauta y banjo. Destaca el tema final (“End Credits”). Añade canciones hispanas (“Las golondrinas”), populares angloamericanas (“No More”, “Falling Star”) y melodías futuristas (“Transcontinental, 1:30 A.M.”). La fotografía, de Robert Elswit y John Tall, en color (technicolor) y panavisión, se distribuye entre los dos autores: Elswit rueda las imágenes del desierto y John Tall las dedicadas a Sylvia. El trabajo de Tall se inspira en la pintura simbolista de Arnold Böcklin (1827-1901).
Referencias
- Carlos LOSILLA, “Lejos de la tierra quemada”, ‘Cahiers du cinema. España’, nº 21, pág. 38-39, marzo 2009.
- Miguel A. DELGADO, “Lejos de ...”, ‘La Butaca’, labutaca.com, marzo 2008.
El realizador deja con reiteración el relato en manos de elementos visuales (sin palabras), como el reloj de pared, el rosario que cuelga del retrovisor, las referencias al fuego, las gallinas del corral, el cromatismo azul marino que acompaña a la protagonista y la mezcla de ocres, verdes, amarillos y rojos de la pradera desértica. Rinde homenaje a Buñuel, Zinneman, Truffaut, Kalatozov, Malick, etc. Es magnífica la ternura que dedica a los niños (Bobby, Monnie...). La película celebra la vida, la esperanza, la redención, el perdón, el arrepentimiento, el amor adolescente, el amor maduro, el amor de pareja, el amor furtivo, el amor ocasional, las segundas oportunidades, el deseo, la lealtad, la amistad, la naturaleza, la familia, etc. Habla de las cicatrices físicas y de las del corazón.
La película, muy bien interpretada por Charlize Theron, aporta intensidad dramática, una gran densidad emocional, un cúmulo de sentimientos y una demostración de cinefilia que enamora. Los personajes femeninos (Sylvia, Gina y Mariana), sobre los que descansa la mayor parte del peso de la obra, creo que están bien construidos y me parecen convincentes. En mi opinión, el film es bastante más que un complejo y conseguido ejercicio de estilo.
La banda sonora, de Hans Zimmer y Omar Rodríguez, recoge composiciones sencillas y breves, a medio camino entre la tradición afroamericana y el jazz. Combina acordeón, tambor, flauta y banjo. Destaca el tema final (“End Credits”). Añade canciones hispanas (“Las golondrinas”), populares angloamericanas (“No More”, “Falling Star”) y melodías futuristas (“Transcontinental, 1:30 A.M.”). La fotografía, de Robert Elswit y John Tall, en color (technicolor) y panavisión, se distribuye entre los dos autores: Elswit rueda las imágenes del desierto y John Tall las dedicadas a Sylvia. El trabajo de Tall se inspira en la pintura simbolista de Arnold Böcklin (1827-1901).
Referencias
- Carlos LOSILLA, “Lejos de la tierra quemada”, ‘Cahiers du cinema. España’, nº 21, pág. 38-39, marzo 2009.
- Miguel A. DELGADO, “Lejos de ...”, ‘La Butaca’, labutaca.com, marzo 2008.