Colossal, además de una pelea gigante en el patio de un colegio, es una interpretación rigurosa de Platón. La protagonista debe encontrar el equilibrio de fuerza en sí misma para restablecer el orden del alma, un orden que sólo es posible si se controla la fuerza del mal. Pero el jinete del carro alado poco puede hacer si está siempre como una cuba, va haciendo eses por el cielo y claro, el caballo malo acaba desbocándose en una espiral de placer insatisfecho. El villano no intenta controlar la fuerza del mal, simplemente lo niega porque es estúpido, ahí radica su perdición.

Pero también está Kant en el relato. La protagonista debe salir de su minoría de edad, casi convertida en su propia naturaleza, y tomar las riendas del coloso, tomar las riendas de su vida. El desafío es servirse de su entendimiento para vivir sin la tutela de nadie, pero eso impone decisión y valor, ¡atreverse a saber!

Pero también puede ser una película de autoayuda dirigida por Nietzsche.