Juntando a 5 tipos así en una habitación, nunca se sabe lo que puede pasar. Con ese pensamiento excusa Roger Kint, el personaje interpretado por Kevin Spacey, todos sus actos en esta película. Y es que ni mucho menos pudo imaginar Bryan Singer, director del film (Valkiria, Superman returns) que este pensamiento podría aplicarse perfectamente al resultado de unir a este elenco de actores.

Esta película rebosa química no sólo entre sus personajes, sino entre sus protagonistas: un siempre elegante Gabriel Byrne (El Hombre de la máscara de hierro, El fin de los días), quien consigue como siempre enmascarar diferentes caras en un mismo personaje; Stephen Baldwin (Nacido el 4 de Julio, La hora del crimen), apellido habitual en cualquier trama americana que se precie; un jovencísimo y casi irreconocible Benicio del Toro, cuyo papel en esta película, algo insípido y falto de carácter, dista mucho de su interpretación en largometrajes como Traffic o la Biografía del Che Guevara titulada Che, el argentino; Kevin Pollak (Algunos hombres buenos, Casino), tradicional secundario de la industria del cine americano. Y como no, un siempre sorprendente Kevin Spacey (Cadena de favores, American Beautty), que bajo esa careta de “don nadie”, esconde un amplio abanico de posibilidades interpretativas, convirtiéndose en uno de los actores más camaleónicos de Hollywood.

Este coctel de actores da como resultado una de los guiones más complejos escritos en la industria del cine estadounidense, así como una combinación de interpretaciones exquisita, que lleva al espectador no sólo a acercarlo a la impotencia de un policía, "Chazz" Palminteri (Jade, Una historia del Bronx), por descubrir la verdad de un caso, sino que consigue sumergirlo en un universo de dudas, intriga, acción y maestría donde nada debe darse por sentado.

Sin duda alguna podría calificar a esta película de trama entre las tramas.