Algún hallazgo maravilloso, quizá de lo más sublime que filmó Mizoguchi, de alta pastelería cinematográfica: las escenas gemelas en que los hermanos cortan una rama, enlazando la tristeza actual con la alegría pasada de un modo proustiano, y dando sensación profunda de las mutaciones que ha ocasionado el paso del tiempo sin haber usado la elipsis. La segunda vez, además de conectarnos con el pasado predispone para los cambios futuros, que se intuyen en este mismo momento. Un diamante que no llega a un minuto de película, qué más da, lo importante es que está ahí. Con estos mimbres, la nota sería 10. Pero me veo "obligada" a votar el conjunto.

Para compensar, escena estúpida donde las haya:
-Hermana, huyamos
-Vete tú solo, yo sería un estorbo. Me torturarán, pero no cantaré
-Vendré a buscarte
-Espera, cárgate con la moribunda, (60 kilos a la espalda, mínimo, monte arriba). Esta no estorba
-(jadeando): vale, adiós

Tres minutos después, en la cárcel donde cabe un gordo entre los barrotes.
-¿Por qué leche no me he escapado yo también con mi hermano? Pues me escapo ahora, ato a una vieja sin dientes que es mi única terrible guardiana, abro una puerta sin candados e innecesaria, puesto que quepo entre los barrotes, y de repente se me va la pinza y me suicido en un lago en lugar de intentar reunirme con mi hermano. Esto es Japón, amigos.