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RAMON ROCEL rating:
8
8.2
9,012
Drama
After the Second World War, the soldiers who survived, some of them with physical problems, came back to the United States. Initially, they were treated as heroes, but afterwards they became marginalized.
Language of the review:
- es
October 18, 2010
8 of 9 users found this review helpful
En 1946 Wyler nos entregó una película dramática. La problemática de los veteranos de guerra que regresan a “casa” y su sufrimiento para adaptarse a un mundo que parece haberse purgado de sus presencias.
Quizás el mundo de la postguerra no es el hábitat ideal para estos tres hombres que se ven totalmente inadaptados a una sociedad que los ha sepultado.
Uno de ellos mutilado físicamente y al igual que los otros dos, mutilado emocionalmente. La guerra y sus miles de muertos es un lastre que arrastran y los convierte en auténticos espectros, despojos humanoides. Los traumas de una guerra, marca el alma del hombre. Y siento que no es que el mundo los rechace, sino que el horror del jinete de la muerte esta dentro de cada uno de esos veteranos que regresan al mundo cotidiano con severos trastornos en sus seres. Ya hemos visto este tema como en “The Deer Hunter” y “Nacido el 4 de julio”
Impactante secuencia en el cementerio de aviones. Lugar donde confronta la psique de un héroe en relación con los tiempos bélicos, los tiempos “mejores” antes del conflicto y la amargura del presente que lo margina como un lisiado emocional.
El tiempo del ciclo de la vida del ser humano parece no tener importancia aquí. Como cuando vemos la poca diferencia entre las edades de Myrna Loy y Teresa Wright. Y la edad un tanto avanzada para el papel de Dana Andrews.
Después de ver esta película he recordado a un viejo amigo, excombatiente en Vietnam. Quien un día me dijo:
“El aroma a muerte de una guerra, es un olor que te sigue todo el resto de tu vida. Y en ocasiones ese hedor putrefacto se cuela por tu nariz con más fuerza hasta tu cerebro, como un ente espectral que no te permite vivir”
Quizás el mundo de la postguerra no es el hábitat ideal para estos tres hombres que se ven totalmente inadaptados a una sociedad que los ha sepultado.
Uno de ellos mutilado físicamente y al igual que los otros dos, mutilado emocionalmente. La guerra y sus miles de muertos es un lastre que arrastran y los convierte en auténticos espectros, despojos humanoides. Los traumas de una guerra, marca el alma del hombre. Y siento que no es que el mundo los rechace, sino que el horror del jinete de la muerte esta dentro de cada uno de esos veteranos que regresan al mundo cotidiano con severos trastornos en sus seres. Ya hemos visto este tema como en “The Deer Hunter” y “Nacido el 4 de julio”
Impactante secuencia en el cementerio de aviones. Lugar donde confronta la psique de un héroe en relación con los tiempos bélicos, los tiempos “mejores” antes del conflicto y la amargura del presente que lo margina como un lisiado emocional.
El tiempo del ciclo de la vida del ser humano parece no tener importancia aquí. Como cuando vemos la poca diferencia entre las edades de Myrna Loy y Teresa Wright. Y la edad un tanto avanzada para el papel de Dana Andrews.
Después de ver esta película he recordado a un viejo amigo, excombatiente en Vietnam. Quien un día me dijo:
“El aroma a muerte de una guerra, es un olor que te sigue todo el resto de tu vida. Y en ocasiones ese hedor putrefacto se cuela por tu nariz con más fuerza hasta tu cerebro, como un ente espectral que no te permite vivir”
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
“Mientras esperó la partida de mi avión, me paseo por un cementerio enorme y desolado de la chatarra II Guerra Mundial de los aviones, pensando en mi conmiseración, la infelicidad y el fracaso. Yo también debo ser de lo más inútil, arruinado, triste, y despojado como estos aviones viejos que una vez volé. Ellos están siendo irrespetuosamente desmantelados y desguanzados. Saltó en el vientre de uno de los aviones de combate mortal, y hago camino a través de la reliquia polvorienta de la punta de la B-17 (es la posición del bombardero). Me sientó paralizado en la parte delantera del terrorista (con motores de eviscerado), que revive la experiencia angustiosa de muchas misiones de bombardeo durante la guerra, el sudor brota de mi rostro mientras exorcizó mis fantasmas durante la guerra. Algo me sigue adelante con un brazo hacia el avión, simulando el movimiento de vuelo. En mi memoria, oigo que el avión despega. La cabeza baja, y alguien se acercan sigilosamente detrás de mí. Me sacúdo de nuevo a la realidad cuando un obrero de repente da órdenes desde abajo”
Capataz: Hola, ¿qué estás haciendo en ese avión?
Ángel caído: Yo solía trabajar en uno de esos.
Capataz: Reviviendo viejos recuerdos, ¿eh?
Ángel caído: Sí, o tal vez sacándolos de mi sistema.
Ángel caído: Bueno, usted puede dar su última mirada a estas cajas. Estamos desarmándolas.
Ángel caído: Sí, lo sé. Usted es el ropavejero. Usted lo hará tarde o temprano.
Capataz: Esto no es basura. Estamos utilizando este material para la construcción de casas prefabricadas.
Ángel caído: ¿Usted no necesita ninguna ayuda?
Capataz: ¿De un trabajo?
Ángel caído: Así es.
Capataz: Ya veo. Uno de los ángeles caídos de la Fuerza Aérea. Bueno, perdón si no le muestro simpatía. Mientras el glamur de los muchachos estaba en el salvaje cielo azul; yo estaba en un tanque.
Ángel caído: Escucha, amigo. En algún momento yo estaría encantado de escuchar la historia de tus experiencias de guerra. Lo que te pido es un trabajo… ¿Tienes uno?
Capataz: ¿Sabe usted algo acerca de la construcción?
Ángel caído: No, pero hay una cosa que sí sé. Sé cómo aprender, igual que aprendí el trabajo allá arriba.
Capataz: Hola, ¿qué estás haciendo en ese avión?
Ángel caído: Yo solía trabajar en uno de esos.
Capataz: Reviviendo viejos recuerdos, ¿eh?
Ángel caído: Sí, o tal vez sacándolos de mi sistema.
Ángel caído: Bueno, usted puede dar su última mirada a estas cajas. Estamos desarmándolas.
Ángel caído: Sí, lo sé. Usted es el ropavejero. Usted lo hará tarde o temprano.
Capataz: Esto no es basura. Estamos utilizando este material para la construcción de casas prefabricadas.
Ángel caído: ¿Usted no necesita ninguna ayuda?
Capataz: ¿De un trabajo?
Ángel caído: Así es.
Capataz: Ya veo. Uno de los ángeles caídos de la Fuerza Aérea. Bueno, perdón si no le muestro simpatía. Mientras el glamur de los muchachos estaba en el salvaje cielo azul; yo estaba en un tanque.
Ángel caído: Escucha, amigo. En algún momento yo estaría encantado de escuchar la historia de tus experiencias de guerra. Lo que te pido es un trabajo… ¿Tienes uno?
Capataz: ¿Sabe usted algo acerca de la construcción?
Ángel caído: No, pero hay una cosa que sí sé. Sé cómo aprender, igual que aprendí el trabajo allá arriba.