Soporífera versión del Fantasma de Canterville de Oscar Wilde. La narración cinematográfica de Jules Dassin es de un primitivismo que raya en lo arcaico...todos los planos son meramente teatrales, como si el lenguaje cinematográfico no hubiese evolucionado desde las películas mudas de la década de los años 10. Casi ningún plano sobresale, si acaso los fundidos en los que se nos muestra al fantasma degollado, interpretado por el gran Charles Laughton. El guión es plano e intrascendente, los diálogos son tediosos y carecen del ingenio de la obra de Wilde. Aun siendo una versión libre, no es una película de terror, y como comedia deja mucho que desear. Destila un humor poco inteligente y un tanto hilarante. Lo único mínimamente salvable de la película es la presencia del enorme Charles Laughton, interpretando al pusilánime fantasma, siendo una de las interpretaciones más ridículas de su enorme carrera. La interpretación de Margaret O'Brien como presunta niña prodigio es de una cursilería de lo más repelente. Robert Young está esperpéntico como casi siempre a lo largo de su filmografía. Película artificiosa y banal, no se sostiene ni con la presencia en principio estimulante de Charles Laughton. Obra menor de Jules Dassin, quien luego nos deleitaría con obras de mayor enjundia como las formidables "Una Noche en la Ciudad" o "Fuerza Bruta". Esta adaptación sin duda está dirigida a un público infantil.