Un producto complejo de diseñar, de montar, y de ver, y con la complejidad añadida de un factor sorpresa descartado al conocer el original, aún así no deja de ser perverso, una oscura encerrona de despiadados escenarios, no es que se consiga esa atmósfera necesaria, ni desarrollar a fondo el estado mental ni el del alma, pero, a pesar de un empeño continuo por etiquetarlo de nacional, supera a la mayoría de thrillers de Hollywood, se puede decir que no tiene nada de la esencia oriental, pero nunca merma el estímulo de atención.

Ocurre que por momentos está mal expresada, en ocasiones se sustenta en Brolin, y a veces cae en el ridículo, el sarcasmo sólo consigue alejar de la perturbación y la conducción es mediocre, las pistas son difusas y algunos personajes están mal introducidos, con todo lo mencionado parece que la violenta venganza sólo sea un recurso para acercar al dolor, por lo que este juego desproporcionado del quién y del por qué pierde mucha consistencia y el exceso no merece la escusa, más que un homenaje es un anuncio, y tanto el ritmo como el rumbo se convierten en esa sustancia pegajosa de la que uno no sabe como deshacerse, una pena que esta nueva "Old boy" sea caótica y que casi no valga la pena la experiencia de sentir tan tremendo castigo.