Corría el año 1932 cuando a la conservadora Metro-Goldwyn-Mayer (la MGM) se le ocurrió producir una de las películas más vanguardistas y desgarradoras de la historia: "Freaks" (en España "La parada de los monstruos"). En ella, una serie de personajes con cualidades extrañas y deformaciones, protagonizan una historia de venganza. Ni que decir tiene, que a la propia MGM le avergonzó haberla producido. Demasiado valiente para ellos. Si alguien no la ha visto, decirle que debería verla. Si se considera cinéfilo, es casi obligatorio. A los que la hayan visto, esta crítica la verán con ojos diferentes.

La historia de "Micmacs" tiene elementos muy similares (si bien su historia está más orientada hacia la comedia y la crítica social, mientras que "Freaks" es un espeluznante cuento de terror psicológico con tintes dramáticos constantes), como la peculiaridad de sus personajes y la necesidad de venganza por parte de ellos hacia unos sujetos que les hacen daño en una sociedad que les aparta y margina. Esta película francesa no tiene la violencia psicológica y el debate moral que tiene la estadounidense, puesto que aquí el mal y el bien están totalmente señalados, mientras que en la producción de la MGM es el espectador el que debe decidir qué opinar sobre lo que ha visto, pues el narrador es prácticamente imparcial, cada personaje actúa en función de su capacidad humana de actuar conforme a las circunstancias y el narrador sólo parece poner la cámara cual mirada del público.

En definitiva, "Micmacs" es una interesante comedia con una muy buena caracterización de sus personajes, buenas interpretaciones, entretenimiento y un mensaje claro antibelicista.