"Treme" es una de esas series que te van ganando el corazón poco a poco, sin darte cuenta, de una manera silenciosa y cuando te quieres enterar ya estás completamente entregada a ella y a sus personajes, y a su historia, y a su música, en fin, a toda ella.

Cuatro maravillosas temporadas en las que se va viendo la evolución que va sufriendo no sólo la bella ciudad de Nueva Orleans después del Katrina sino cada uno de los personajes que forman su día a día, a los que vamos conociendo a medida que van pasando los maravillosos capítulos de la serie.

Al principio no creí que fuera a seguirla hasta el final, no soy conocedora del Sur de los Estados Unidos, no tenía ni idea de la idiosincrasia de esta ciudad, de sus tradiciones, de sus dialectos, de sus comidas, de su manera de vivir, donde ese enorme río llamado Mississippi es uno más en la familia, pero ya os digo que he quedado entregada a ella y me he llevado todo el día con su tema de los créditos iniciales en la boca, tarareando hasta marearme.

He descubierto gracias a esta serie a unos maravillosos Wendell Pierce y Clarke Peters, mis favoritos de entre todos los interesantes personajes que pululan por aquí. Alabo la labor de Steve Zahn, al que siempre me encontraba como el gracioso de turno y que aquí tiene quizás un personaje exasperante al que dar vida pero hay que reconocerle al actor que lo logra de maravilla. Descubro a la más que interesante Khandi Alexander y alucino con Melissa Leo. El gigante David Morse también tiene un jugoso papel que no desperdicia y los atractivos Michiel Huisman Y Lucia Micarellii están más que correctos. Vuelvo a reencontrarme con una siempre solvente Kim Dickens y también disfruto de las actuaciones de Rob Brown y Jon Seda.

Estoy loca por viajar a Nueva Orleans, pro em paparme de su Mardi Gras, de sus desfiles y lanzamientos de collares, de sus enfrentamientos entre clanes de jefes indios con sus maravillosos disfraces emplumados hechos a mano, de disfrutar de su música en directo, de su comida, de toda ella. Todo un gustazo.
Un saludo,
Tess