Por aquellos tiempos nos desenvolvíamos en la sociedad sin saber cuál sería nuestro sitio. Mejor no mirar al futuro.
Echábamos de menos tener un amigo…
De ponernos a ver una película, muchas veces no la entendíamos. Cuando, ya puestos, veíamos al policía de turno en una de acción, siempre nos parecía un tío muy inteligente y que no se le escapaba detalle.

Entonces nos presentaron a Martin Riggs. Un policía raro de verdad, un policía que chocaba bastante con lo que habíamos visto.
Luego aparece un hombre malhumorado pero sencillo, padre de familia, el sargento Murtaugh, serio como nadie. Van y le encasquetan al tío ese de compañero… Y se cabrea. Alucina con Riggs.

Pero se hacen amigos… Y las pasan putas, y cuando peor lo pasan, más amigos son. Y luego volverán, y regresarán otra vez… Y se reirán de las cosas que les ocurren…

En fin. Ahora ya no nos parece tan raro el tío ese. Estamos sumidos en la sociedad para bien y para mal. Echamos de menos a algún amigo. Y por fin entendemos las películas. Una película que marcó un género, una época, un estilo, una amistad.


Joder. ¿Y Riggs…? ¿Qué habrá sido de él? Lo que daría por volver a verlo con su colega…