Desgarradora impotencia, sopesada ira y belleza oscura en una película directa al lagrimal.

Jamás sentí tanta repulsión por un personaje como por la madre de camino, bordando Carmen Elías un personaje terrorífico y simple a partes iguales. Nerea simplemente espectacular, niña preciosa, casi angelical que llena de alegría todo el filme en una ternura espeluznante.

Culto al amor, a ser capaces de admirar lo bueno de cada mal rincón, y consigue un auténtico desprecio a la exaltación religiosa, llenándonos la mente de tantas emociones que explotan de manera brutal en la última gran escena, aventurándose en el sentimentalismo y en la esperada disolución del acto, pero sin caer en las cursiladas, dejándo simplemente caer todo el peso de la película para trastocar definitivamente nuestra cabeza.

Reflexión y amor, son dos de las características que esta película crea en nosotros, logrando tras salir del cine, tener la sensación de haber alcanzado ese "cielo" y ser capaces de mirar de otra forma lo que nos rodea.

Más allá de las críticas de carácter socio-fanático, es una oda al amor en un cuento épico donde nuestra heroína no combate con una espada, sino con el corazón.

Dios mío (Nótese la ironía), cuanto sentimiento indebido suelto..