Pepa (Maura) e Iván (Fernando Guillén) son pareja. Ambos trabajan doblando películas, hasta que un día Pepa sospecha que Iván le es infiel y que por eso lo ha dejado con ella. Aquí empieza una historia típica, llevada al extremo del surrealismo. Pepa va a intentar ver a Iván por todos los medios, incluyendo seguir a su antigua esposa, Lucía (Julieta Serrano), que está como una cabra –y que se pinta las pestañas en los párpados; simplemente genial-. Lucía por su parte cree que Iván se marcha con Pepa. Mientras Pepa, se vuelve loca buscando y además, le prepara una maleta a Iván con las cosas que éste quiere recoger y mientras hace esto, sin querer, termina prendiendo la cama y media habitación. Como no consigue hablar con él, decide poner el piso a la venta. El que resulta que quiere el piso no es otro que el hijo de Iván y Lucía, Carlos (Banderas), o «el gran besador», que es novio de Marisa (Rossy de Palma). Paralelamente, la amiga de Pepa, Candela (María Barranco) lleva toda la noche llamándola porque se ha metido en un lío de la leche con un rollete chiita (terroristas que están buscados por la policía). Al final terminan Candela, Pepa, Carlos y Marisa viendo el piso de Pepa. Uno de los mejores momentos es cuando Marisa, cansada de decirle a Carlos que se quiere ir porque se aburre, decide ir a la cocina y tomarse un vaso de gazpacho; pero se desmaya. Pepa les dirá que ha sido culpa de Carlos, que la estaba ignorando y el gazpacho estaba lleno de «morfidal», es decir, orfidal para dormir a Iván, si es que se dignaba a aparecer para recoger la maleta. La maleta que termina con una genial portera, testigo de Jehová (Lampreave), que sale poco pero te descojonas con ella. Con todo el lío, Pepa, que es conocida por ser la madre del asesino más famoso de la televisión no para de coger el mismo taxi una y otra vez. El taxista (Guillermo Montesinos) es un fan de Pepa y su taxi va preparado con un montón de cosas, incluido una tarjeta donde pone «gracias por fumar»; este pobre hombre se va a ver envuelto en unas cuantas persecuciones y nos va a dar para unos buenos diálogos. La escena, cuando están todos en la casa, llama la policía, después llama el técnico para arreglar el teléfono de Pepa, mientras Marisa sigue dormida y sin enterarse de toda la historia, es brutal. Todos, menos Pepa y Lucía, terminan dormidos con el gazpacho y Lucía se monta, con falda y a lo loco en la moto de uno; Pepa la sigue al aeropuerto con la novia del motorista, que está bastante cabreada. El final es bastante gracioso, con Pepa contándole a una Marisa ya descansada y bien despierta, todo lo que ha ocurrido. Por cierto, al final se queda con el piso, que tiene buenas vistas.

Todos los actores lo bordan y es un cine poco convencional y original. Recomendable sólo por los diálogos, ya no hablo de fotografía y demás detalles. Muy buena. Ojalá volviera este Almodóvar.

PD: la música es de Bernardo Bonezzi, conocido compositor y músico de nuestro país, sobre todo por la Movida Madrileña (grupos como Zombies y canciones como Groenlandia), nominado cuatro veces a los premios Goya, se lo llevó por Nadie Hablará de Nosotras Cuando Hayamos Muerto). Estuvo nominado por Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios.