El momento idóneo para ver "Jessica Jones" es entre la primera y la segunda temporada de su compañera "Daradevil". La sensación de universo compartido se acrecienta al pensar que de aquí ha surgido el nuevo show de Luke Cage, el cual será estrenado este próximo viernes. La apuesta de Netflix por los héroes urbanos está dando excelentes réditos.

En el caso de Jessica Jones, además, preside una sensación de gran originalidad. Krysten Ritter compone una heroína muy compleja y que se aleja de los moldes al uso, brindando una cantidad de matices que se van revelando en toda su fuerza a lo largo de toda la trama. Ritter maneja a Jessica con maestría y, poderes al margen, todo en ella resulta tan inusual como verosímil.

Y, por supuesto, como en toda historia que se precie, un gran villano hacía falta. David Tennant se aleja por un instante de Doctor Who para presentarnos a un Kilgrave perfectamente actualizado de su púrpura versión de las viñetas. Es complejo, sofisticado y terriblemente retorcido. Su duelo con Jessica es el plato fuerte de la primera temporada sin discusión posible.

La única sensación incómoda es que algunas tramas se alargan sin mucho sentido. Deja con la sensación de que de haberlo reducido a diez episodios dejaría una serie casi, casi perfecta.

El día que contratamos los servicios de la señorita Jones, nos tocó la lotería.