Desde ‘El espíritu de la colmena’, Víctor Erice nos ha dejado completamente absortos durante diez largos años para recompensarnos con otra fascinante obra. Su capacidad subyugante de narrar una historia ambientada en unos paisajes líricamente bellos e incitantes, califica a este director como uno de los directores más importantes de nuestro cine. Quiero declarar que me embargó con mayor fuerza de seducción ‘El espíritu de la colmena’, porque lo anterior se hace más que evidente. Y es que Erice nos ha deleitado con dos obras de gran envergadura cinematográfica y de las mejores junto con ‘Los santos inocentes’, entre muchas otras.

Una obra inacabada, según afirma el propio director, que nos habla de lo complicado y doloroso que puede llegar a ser crecer. Desde el punto de vista de una niña que siente enorme afecto por su padre, el dolor puede llegar a tener un daño irreparable. Sin embargo, desde el punto de vista de una adolescente, ese dolor se alivia en una mera duda del pasado. Las costumbres zahoristas, la familia tradicional y los viejos recuerdos se convierten para el espectador en un acogedor hogar de la España franquista.