Quién le diría a Sturges, que una película, que prácticamente discurre en un pequeño campo de concentración nazi, alcanzaría tanto éxito, convirtiéndose incluso en un icono para toda una generación, que creció con las aventuras de estes perseverantes prisioneros.
Actores con fama de duros (Garner, Bronson, Coburn o a la postre de este film McQueen) confluyen en un reparto, destinado únicamente a salir del infierno de la guerra, utilizando para ello todo su ingenio, para salir impune del inexpugnable campo nazi.
El film deja miles de recuerdos imborrables en la mente del espectador, destacando la persecución en moto (donde McQueen, un consumado motorista, no precisó de doble) o la inolvidable melodía, que seguramente todos hemos silbado o tarareado alguna vez, compuesta por Berstein.