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Spain Spain · Somewhere Far Beyond
Richy rating:
7
Sci-Fi. Action. Adventure. Fantasy Political ripples are caused when the Padishah Emperor hands ownership of the planet Arrakis from the House of Harkonnen and to their bitter enemies the Atreides family. Arrakis or ‘Dune’ is a desert planet and source of the all-important drug melange or ‘spice’, which is used by the Guild Navigators to warp space and travel from world to world. But the move is only a ruse and the Emperor sends his personal army to help the Harkonnens ... [+]
Language of the review:
  • es
October 15, 2012
10 of 13 users found this review helpful
El “Dune” de David Lynch es de esas películas en las que, a la hora de evaluarlas, pueden más los recuerdos evocadores que la verdadera calidad cinematográfica. Y es que “Dune” ha sido siempre para mí una especie de “película fetiche”: por los enormes escenarios, la atmósfera onírica, la magistral banda sonora… o por un poco de cada cosa.

Se narra la historia de Paul Atreides (Kyle MacLachlan), hijo del duque Leto Atreides (Jürgen Prochnow), que se ve envuelto en una conspiración urdida por la casa enemiga, los Harkonnen, para recuperar el control del planeta Arrakis, más conocido como Dune. El control de Dune es esencial, pues es el único planeta del universo conocido donde se produce la Especia, una sustancia única y valiosa con la que se realizan los viajes espaciales. En medio del inmenso desierto que es el planeta, es custodiada por unos monstruosos gusanos y por el pueblo nativo, los Fremen, de ojos azules por la intoxicación de Especia. Quien la controle, controlará el Universo conocido.

Lynch adapta la novela original de una de las más grandes sagas de la literatura de ciencia-ficción, creada por Frank Herbert. El filme intenta, en la medida de lo posible, ser fiel a esa primera novela, compleja y extensa, en la que se introducen tantos personajes y tantas relaciones entre ellos. Lynch rodó un montaje original cercano a las 8 horas que redujo a unas 5 horas para su exhibición cinematográfica, aunque a pesar de ello el conocido productor Dino de Laurentiis (y en este caso, también su hija Raffaella) le obligaron a recortar hasta la duración oficial de poco más de dos horas, lo cual vio muy mermada su fiabilidad con respecto a la obra original y su calidad como obra cinematográfica.

Estamos con las mismas de siempre, con esa censura a las ideas, esa nulidad artística en pro de una mejor taquilla, que tanto daño han hecho al mundo del cine. El gran trabajo hecho por Lynch se ve mortalmente herido por el desastroso montaje final, lo que conllevó a su fracaso en taquilla, pero la esencia y el innegable talento de su director han permanecido hasta nuestros días y aún se puede vislumbrar en “Dune” aquella gran obra maestra de la ciencia-ficción que pudiera haber sido y que se perdió por el camino debido a un mal olfato comercial. Ese querer abarcar tanto en tan poco espacio le hace mucho daño, y es la verdadera razón de que se acabe de ver la película y flote en el aire una sensación de vacío y una falta de cohesión de conjunto.

A pesar de lo maltratada que ha sido, “Dune” esboza todavía mucha luz dentro de su complejo metraje, la luz que sólo un director como David Lynch sabe sacar de donde no hay esperanzas de encontrarla. Su estilo cinematográfico, tan hipnótico y onírico, le va como un guante a un filme tan críptico, oscuro y ambiguo como éste. A ello se le añade una de las bandas sonoras más evocadoras de los ochenta, con la música de Brian Eno y las guitarras de Toto.

Con todo, “Dune” sigue siendo un clásico y una bonita experiencia para los amantes del género, la cual vemos como la gran obra que seguramente es, pero sólo en los archivos de material rechazado. Recomendable.
Richy
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