Llegó la hora tan ansiada por todos, la culminación de la saga de Anakin Skywalker, el final de la tragedia y el inicio de una nueva esperanza... llegó la hora de que George Lucas cerrara una trilogía en la que ha sufrido todo tipo de críticas por los fans más acérrimos, y la ha cerrado de forma memorable, aunque no magistral.

Este "Episodio III" podría tener más reflejos de la saga original que los dos episodios anteriores, pues se centra más en la lucha entre caballeros Sith y Jedi y deja en segundo plano las guerras entre droides y clones, mucho más notorias en el espectacular "Episodio II". Y la gran diferencia estriba en la decadencia de Anakin Skywalker (Hayden Christensen), ya irremediablemente atrapado por las falsas promesas del Lado Oscuro. Se refleja su dolor ante la pérdida de un ser querido, debilidad muy humana pero casi prohibida para un Jedi, y aprovechada al máximo por el Lord Sith Palpatine (Ian McDiarmid), que desvela en el Senado su diabólico plan imperial. Las escenas dramáticas superan al conjunto de todas las de la nueva trilogía, siendo este Episodio III el más oscuro, quizás, de toda la serie "Star Wars".

El apartado técnico es, como de costumbre, sublime, aunque no llega a alcanzar las cotas épicas del soberbio "Episodio II". Las escenas más notables no son precisamente las de efectos especiales, sino más bien las dramáticas, destacando las conversaciones de Padme (Natalie Portman) y Anakin, o el dolorido Obi Wan Kenobi (Ewan McGregor) al ver que su Padawan, al fin y al cabo, no era el que iba a traer el equilibrio a la Fuerza. La media hora final alcanza un crescendo imparable, donde Lucas nos ofrece los momentos más brillantes de los tres episodios.

Ewan McGregor sigue siendo ese insulso Obi Wan Kenobi que nos ha mal acostumbrado durante toda la trilogía. Natalie Portman apenas tiene protagonismo en esta entrega, sin embargo Hayden Christensen consigue mejores registros que en el "Episodio II" a pesar de que no llega a la excelencia interpretativa. El que destaca sobre todos es un magnífico Ian McDiarmid, haciendo del calculador Palpatine y del terrible Darth Sidious.

Un gran cierre de trilogía y un final muy visual, cuyo valor se incrementa al hacernos recordar lo que vivimos con aquella primera aventura espacial, donde un joven Luke Skywalker nos hacía soñar por primera vez con princesas, caballeros y cazarecompensas espaciales.

Imprescindible.