Una película es un clima, una catarata de imágenes y sonidos en congruencia, que te llevan poco a poco a las profundidades de una historia, son las miradas y lo que cada actor logra transmitirte. Y si a todo esto le sumamos una excelente cuota de suspenso y tensíón, llegamos a la conclusión que este filme es una pequeña joya del séptimo arte. Sólo me voy a detener brevemente en las soberbias actuaciones de Edward Norton, Robert de Niro y (aunque en un escueto papel) Marlon Brando. En cada uno verás la esencia, la madera del actor de raza. Sus frases, las miradas, el caminar... es un fiesta, un placer verlos actuar, transformando cada papel en un acto sublime de credibilidad. Asimismo la historia mantiene su ritmo, con un final quizá avisorado para los amantes de los thriller, pero al menos, esperado por la mayoria de los espectadores, que son arrastrados por una atmósfera envolvente, lenta, constante y abrazadora, de gran maestria y contundencia.