No tengo suficiente capacidad de agradecimiento para Jose Luis Guerín y tod@s los que han hecho posible esta película. Es un impagable paseo por la esencia humana, realizado aunando potencia estética, talento narrativo y respeto por la gente que da cuerpo al documental. El frecuente conflicto entre estilización y compromiso ético se desvanece aquí gracias a la sobriedad de Guerín y a su acertadísima manera de permanecer al margen, dando todo el protagonismo a las enormes mujeres, niñas, hombres y niños que nos regalan sus experiencias vitales, con las que, a poco que pongamos de nuestra parte, podremos mejorar nuestro paso por el mundo, haciendo de él algo que tenga más de contribución al bien común que de mero aprovechamiento personal.

Guerín logra que tomemos conciencia de la dureza de la vida fuera de nuestro privilegiado entorno sin que ello vaya acompañado de sufrimiento, y esto es especialmente útil para construir conciencia social y política, habida cuenta de cómo, desgraciada pero comprensiblemente, tendemos con frecuencia a huir de los padeceres de los demás, muchas veces simplemente por la confusión que nos generan. Guerín logra que la dignidad de quienes aparecen en su película llegue a nosotros intacta, sin sufrir menoscabo alguno derivado de la piedad o la compasión, y como resultado de ello podemos percibirlos como los iguales a nosotros que son.

Vean la película en las mejores condiciones posibles, en pantalla grande, en silencio, con calma. No piensen que los documentales pueden verse todos de manera descuidada, como las monótonas aventuras de animales cazados y cazadores que forman ya parte de la cotidiana siesta televisiva. Las imágenes de Guerín y las palabras de quienes habitan la película, cargadas de una potencia enome, contenida y serena, merecen el mejor de los cuidados para poder desplegar su impresionante riqueza.

Por mucho que uno pueda simpatizar con lo que la película pretende transmitir, esta película es mala, simplona y torpe. El pretendido tono de comedia lejos de alcanzar situaciones de verdad humorísticas sólo contribuye a que resulte imposible suspender el juicio y creerse lo que la cámara está mostrando. Desde el momento en el que aparece el alcalde del pueblo, que parece un veraneante malamente disfrazado para actuar en la obra de teatro de las fiestas de la urbanización, uno debería haber hecho caso al instinto y a la experiencia y haber dejado inmediatamente de ver la película.

El guión es horrible, predecible y patoso. Las cosas van ocurriendo porque tienen que ocurrir según la trama que ha montado el responsable de la película, no porque los acontecimientos verdaderamente se sigan los unos de los otros. Los actores dan lástima y jamás parecen personas de una historia, sino sólo actores que se acaban de aprender el guión. Tal vez, seguramente, no sea culpa suya sino que sencillamente la pobreza del guión y la torpeza de la dirección directamente imposibilitan cualquier trabajo actoral.

Las situaciones son inverosímiles, y no hablo del fondo de la cuestión, que sería perfectamente creíble de no ser por la incapacidad narrativa y cinematográfica de los responsables de esta calamidad, sino de cómo ocurren las cosas, de cómo la trama va sucediendo sin que haya ocurrido nada que de verdad pudiera hacer que las cosas sigan un rumbo u otro.

Es una pena que se haga cine tan malo sobre situaciones tan interesantes y fértiles como la que intenta narrar esta película.

No me puedo creer que esta película haya ganado el premio más importante de España. No hay guión, no hay trama, no hay diálogos, todo pasa de manera inconexa, los números músicales son patéticos, la animación, lamentable, la anódina música de fondo parece ajena a la película, la imaginación visual brilla por su ausencia, las voces (a excepción de la de Valentina) son penosas... Es una película soporífera, aburridísima, que lo único que tiene son buenas intenciones, aunque, por cierto, ese optimismo irracional es algo que puede hacer mucho daño. No, las personas con síndrome de Down no pueden ser trapecistas. Pueden ser otras muchísimas cosas, pero trapecistas, no, y no se debe infundir esperanzas absurdas a gente con diferencia funcional.