You must be a loged user to know your affinity with jmpg
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

5.9
5,833
5
9 de septiembre de 2006
9 de septiembre de 2006
16 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que he visto una película protagonizada por Jennifer Aniston por convencerme a mi mismo de que no tengo prejuicios. Me podía haber ahorrado semejante demostración de honestidad. Cuando un director de estos que llamamos “independiente” se decanta por un casting que hace descansar el peso de su segunda película en una actriz glamourosa, cómica de notable éxito mundano en las crónicas rosas de Hollywood, está haciendo un ejercicio lleno de paradojas. Porque imaginarse a Anniston en la piel de Justine Last, una triste cajera de supermercado gris de un triste pueblo de la América profunda, implica. un notable esfuerzo de abstracción. El hecho de que el personaje esté casado con un porreta indolente y que la pareja no consiga tener hijos, denota que el director de casting quiere jugar con la memoria de su sonado matrimonio con Brad Pitt y su no menos sonada separación, como esos letristas que escriben en las coplas los amoríos de sus intérpretes para aumentar la caja.
A partir de estos condicionantes del casting, se desarolla una película que no encuentra su término medio entre la comedia y el drama, cuyo protagonista tampoco tiene claras sus prioridades y cuya moraleja se escapa a la comprensión. Una de las premisas de el guión más simple es que, a partir del segundo acto, el protagonista debe tener claro qué es lo que busca, cuál es su objetivo, qué pretende en la vida. No conviene fundir en bronce este principio, ni saltárselo sin competencia.
The good girl oscila entre la estructura de comedia sin que, a medida que se desarrolla, tenga maldita la gracia. La historia da un giro hacia la mitad. Justine describe la historia que parecían querer contarnos, resumiendo un relato póstumo del escritor sin talento:
A partir de estos condicionantes del casting, se desarolla una película que no encuentra su término medio entre la comedia y el drama, cuyo protagonista tampoco tiene claras sus prioridades y cuya moraleja se escapa a la comprensión. Una de las premisas de el guión más simple es que, a partir del segundo acto, el protagonista debe tener claro qué es lo que busca, cuál es su objetivo, qué pretende en la vida. No conviene fundir en bronce este principio, ni saltárselo sin competencia.
The good girl oscila entre la estructura de comedia sin que, a medida que se desarrolla, tenga maldita la gracia. La historia da un giro hacia la mitad. Justine describe la historia que parecían querer contarnos, resumiendo un relato póstumo del escritor sin talento:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Era sobre una chica oprimida cuyo trabajo es como una cárcel y cuya vida no tiene sentido. Los demás no la entienden. Sobre todo su marido. Un día conoce a un chico oprimido y se enamoran. Tras pasar todas sus vidas, sin que los entiendan, con una sola mirada se entienden perfectamente. Al final el chico y la chica huyen juntos a lo desconocido y no se vuelve a saber de ellos.
Pero no es así. El personaje de Jake Gyllenhaall –calcado de El guardián entre el centeno y heredero de su anterior Donnie Darko- no redime a la cajera de su anodino trabajo ni de su desapasionado matrimonio. Lo que parecía una paradoja de liberación y descubrimiento, a través de la infidelidad, se convierte, en una historia de aceptación de las limitaciones y de redención mediante la paternidad. Pero este giro sucede sin matices, a marchas forzadas, sin la debida progresión que lo haga aceptable. El director, que nos presentó a su marido como un insustancial lastre, se ve obligado a caracterizarlo en el tramo final como la verdadera apuesta de la cajera, vistiéndolo de virtudes cogidas a contrapelo y a rizar el rizo imposible de mostrar esperanza donde se había esforzado por pintar gruesos trazos de desaliento.
Pero no es así. El personaje de Jake Gyllenhaall –calcado de El guardián entre el centeno y heredero de su anterior Donnie Darko- no redime a la cajera de su anodino trabajo ni de su desapasionado matrimonio. Lo que parecía una paradoja de liberación y descubrimiento, a través de la infidelidad, se convierte, en una historia de aceptación de las limitaciones y de redención mediante la paternidad. Pero este giro sucede sin matices, a marchas forzadas, sin la debida progresión que lo haga aceptable. El director, que nos presentó a su marido como un insustancial lastre, se ve obligado a caracterizarlo en el tramo final como la verdadera apuesta de la cajera, vistiéndolo de virtudes cogidas a contrapelo y a rizar el rizo imposible de mostrar esperanza donde se había esforzado por pintar gruesos trazos de desaliento.

5.4
18,244
4
4 de agosto de 2006
4 de agosto de 2006
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las adaptaciones de series al cine buscan atrapar el prestigio nostálgico de los antiguos espectadores de televisión. Al mismo tiempo que ponen al día historias que funcionaron un día, y que no podrían funcionar hoy por su ingenuidad. Misión Imposible y el figitivo adaptaban series de televisión que pocos de los actuales espectadores de cine habían visto. No habían nacido. Michael Mann deshace sus propios pasos para reinventar la serie que él creó en la segunda mitad de los 80. Con nuevos actores, pero la misma trama de infiltración en un grupo de contrabandistas hispanos. Liderados, en esta ocasión, por Luis Tosar, el actor español, recreando una de esas actuaciones secundarias que repite el patrón de otras similares: Bardem en Collateral -del mismo director-, Jordi Mollá en Blow.
La trama cuenta una historia muchas veces contada. El arriesgado trabajo de topo y el correspondiente peaje afectivo. Sonny y Ricardo deben pagar los costos de esa operación: sus respectivas parejas. Los amores, la familia, el elemento femenino, la mujer, están puestos en la película para entorpecer la trama policíaca, que resultaría demasiado plana sin ese contrapunto. Esa tensión entre el trabajo y la familia es el elemento central del género, aunque en el trailer de la película el factor afectivo quede limitado a un par de planos eróticos.
Respecto a la realización técnica, la película está rodada con esos efectistas planos escópicos, de cámara bamboleante, con música incidental para marcar la tensión y algunos cortes de música –actuales, no de los 80- que incluyen al Linkin Park del trailer. No han usado para nada el Leit Motive musical de la serie, esa pegadiza, refrescante, carátula con la que comenzaba la serie y que aún resulta hipnótica.
A mí, personalmente me recuerda a la realización de la serie 24, con sus primeros planos con teleobjetivo y sus tramas de infiltración, agencias y operaciones frustradas. La anterior película de Mann, Collateral, se parecía aún más a la serie de Kiefer Sutherland, ya que pretendía narrar lo que sucedía en una única y frenética noche, respetando la unidad temporal.
La trama cuenta una historia muchas veces contada. El arriesgado trabajo de topo y el correspondiente peaje afectivo. Sonny y Ricardo deben pagar los costos de esa operación: sus respectivas parejas. Los amores, la familia, el elemento femenino, la mujer, están puestos en la película para entorpecer la trama policíaca, que resultaría demasiado plana sin ese contrapunto. Esa tensión entre el trabajo y la familia es el elemento central del género, aunque en el trailer de la película el factor afectivo quede limitado a un par de planos eróticos.
Respecto a la realización técnica, la película está rodada con esos efectistas planos escópicos, de cámara bamboleante, con música incidental para marcar la tensión y algunos cortes de música –actuales, no de los 80- que incluyen al Linkin Park del trailer. No han usado para nada el Leit Motive musical de la serie, esa pegadiza, refrescante, carátula con la que comenzaba la serie y que aún resulta hipnótica.
A mí, personalmente me recuerda a la realización de la serie 24, con sus primeros planos con teleobjetivo y sus tramas de infiltración, agencias y operaciones frustradas. La anterior película de Mann, Collateral, se parecía aún más a la serie de Kiefer Sutherland, ya que pretendía narrar lo que sucedía en una única y frenética noche, respetando la unidad temporal.
6
11 de septiembre de 2006
11 de septiembre de 2006
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No esperaba que el director de “Descubriendo a Forrester”, “Mi Idaho Privado” o “El indomable Will Hunting” se desmelenase con un road movie abstracto, casi conceptual, como “Gerry”. La forma del cine de Gus Van Sant adoptó una forma diferente a partir de este filme, que a buen seguro, no le va a devolver a los hits independientes. Su siguiente película, Elephant, volvió a tratar ese género “de adolescentes con problemas” que le ha hecho tan popular. Pero había algo en Elephant, algo radical, formalmente innovador, arriesgado, que no conseguía identificar porque no había visto esta película, cuyos ecos se reflejaban en aquella. La música de Arvo Part y algunos planos secuencias eran herencia de el ejercicio de estilo que, a modo de punto de inflexión, supone Gerry en la obra del director americano.
Parece que Gus Van Sant estaba impresionado con el cine de Bela Tarr y por su obra más popular, Satantango. La admiración por la obra del director húngaro, cuyo cine carece de una estructura temporal clásica, era compartida por Susan Sontag, que dijo al salir de la proyección de Satantango: “Es devastador y cautivador, cada minuto de sus siete horas. Me gustaría verla una vez por año (cómo mínimo) el resto de mi vida”. El director americano reverencia al húngaro. Y cabe suponer que a buena parte del cine del este y, en concreto, el que viene de Tarkovski, porque Gerry tiene el estrépito de recordar a Stalker y su famosa Zona, ese ejercicio de ciencia ficción indeterminada del realizador soviético.
Parece que Gus Van Sant estaba impresionado con el cine de Bela Tarr y por su obra más popular, Satantango. La admiración por la obra del director húngaro, cuyo cine carece de una estructura temporal clásica, era compartida por Susan Sontag, que dijo al salir de la proyección de Satantango: “Es devastador y cautivador, cada minuto de sus siete horas. Me gustaría verla una vez por año (cómo mínimo) el resto de mi vida”. El director americano reverencia al húngaro. Y cabe suponer que a buena parte del cine del este y, en concreto, el que viene de Tarkovski, porque Gerry tiene el estrépito de recordar a Stalker y su famosa Zona, ese ejercicio de ciencia ficción indeterminada del realizador soviético.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dos jóvenes con idéntico nombre, Gerry, visitan unas montañas infinitas, llenas de insólitas formaciones geológicas e inabarcables cordilleras. Como en “El ángel exterminador”, aunque resulte increíble, son incapaces de salir, se agotan en ese ilimitado y agorafóbico espacio exterior, en una lenta pero perceptible degeneración física y mental. Las conversaciones triviales relacionadas con la búsqueda de la salida no aportan ningún conocimiento de los personajes, que parecen más máscaras o recipientes que personas con identidad y pasado. De hecho, es muy probable que ambos Gerrys, interpretados por Casey Affleck y Matt Damon, sean la encarnación de dos personalidades o naturalezas del mismo y único protagonista. Los dos actores son los únicos acreditados, y son a su vez coautores del guión y de la edición, junto con van Sant. Supongo que, en lugar de seguir el proceso de elaboración industrial, plantearon la película como un work in progress, un film de escritura musical, acumulativo y abierto a la improvisación y a la autoría colectiva.
Técnicamente, la película arriesga con largos tramos sin voz, o sin música, o sin acción, con frecuentes travellings laterales de impecable factura, en un acabado global que libra una dura batalla con la paciencia del espectador. Es evidente que no querían una textura de cámara en mano. Los movimientos son exactos, la fotografía cuidada, los desenfoques ensayados. Mientras la técnica es administrada con cálculo, la lógica narrativa parece administrada con estimulantes. Los dos Gerrys, sentados a la hoguera, perpetran el siguiente diálogo:
-Hay muchos dinosaurios en la zona.
-Conquisté a Tebas.
-¿Cuándo?
-Hace 2 semanas.
-¿Cómo lo hiciste?
-Bueno, la verdad conseguí un poco más que eso.
-El gran "Gerry".
-Goberné estas tierras durante 97 años.
Técnicamente, la película arriesga con largos tramos sin voz, o sin música, o sin acción, con frecuentes travellings laterales de impecable factura, en un acabado global que libra una dura batalla con la paciencia del espectador. Es evidente que no querían una textura de cámara en mano. Los movimientos son exactos, la fotografía cuidada, los desenfoques ensayados. Mientras la técnica es administrada con cálculo, la lógica narrativa parece administrada con estimulantes. Los dos Gerrys, sentados a la hoguera, perpetran el siguiente diálogo:
-Hay muchos dinosaurios en la zona.
-Conquisté a Tebas.
-¿Cuándo?
-Hace 2 semanas.
-¿Cómo lo hiciste?
-Bueno, la verdad conseguí un poco más que eso.
-El gran "Gerry".
-Goberné estas tierras durante 97 años.

6.7
20,564
8
11 de septiembre de 2006
11 de septiembre de 2006
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creía que no volvería a ver una película memorable de Jarmusch. Me impresionaron “Extraños en el paraíso” y “Bajo el peso de la ley”. Luego Jarmusch, en lo que a mí respecta, se exilió de sí mismo hasta esta relevante “flores rotas”. Supone la constatación de que una historia crítica, que cuenta la desazón de una vida malgastada, puede tener esa invisible comicidad que el director sabe imprimir de forma contenida, sin estridencias. Lo que me gusta de Flores rotas es precisamente lo que me cuesta describir. Porque es un cine que coloca un plano sin trama, o una pequeño gesto antes de uno de esos fundidos negros marca de la casa. Y aquello funciona como puro cine, en el sentido, de que el gag no se puede narrar ni traducir a otro medio, a otra duración, sin que desaparezca como agua en las manos.
Bill Murray es un gran actor, en su tensa inexpresividad, que repite un papel muy similar al de Lost in traslation.
Bill Murray es un gran actor, en su tensa inexpresividad, que repite un papel muy similar al de Lost in traslation.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El de un maduro en decadencia disgustado con lo que es, apático respecto al futuro, sin energía para otra cosa que no sea robustecer su apatía. La rueda del destino se pone en marcha con el primer plano de la película. Unas manos anónimas depositan una carta rosa en un buzón.
"Querido Don, a veces la vida te da extrañas sorpresas. Hace casi 20 años que no nos vemos, pero ahora necesito decirte algo. Hace años, cuando acabó lo nuestro, descubrí que estaba embarazada. Decidí seguir con el embarazo y tuve un niño. Un hijo. Tu hijo...”
Don emprende un nuevo road movie en la filmografía de Jarmsuch, una reencuentro con el pasado. La televisión le lanza mensajes de su pasado como donjuan. Su vecino, aficionado a los análisis policíacos y de los misterios, padre de cinco hijos, sirve de contrapunto a su solitaria indolencia. Comparte con “A propósito de Schmidt” la estructura itinerante y el desastroso balance de toda una vida. Pero prefiero las flores rotas. La resonancia poética del título, su plasticidad visual, sus elegantes elipsis, la imbricación con la música, a cotas casi tan poéticas como las “Down by law”, la convierten en un deleite visual y sonoro.
No conviene alabarla demasiado, porque nadie encontrará una comedia llena de gags, o un filme de una gran intensidad visual, sino una comicidad esperanzada, que descansa en la impasibilidad del protagonista, sus sesiones autodestructivas ante un televisor que le recrimina –el flujo de televisión no es causual-, y todo un retablo de mujeres pasadas, y de vidas vividas, que permiten a Jarmusch modelar las secuencias y las emociones como si fuesen arcilla.
"Querido Don, a veces la vida te da extrañas sorpresas. Hace casi 20 años que no nos vemos, pero ahora necesito decirte algo. Hace años, cuando acabó lo nuestro, descubrí que estaba embarazada. Decidí seguir con el embarazo y tuve un niño. Un hijo. Tu hijo...”
Don emprende un nuevo road movie en la filmografía de Jarmsuch, una reencuentro con el pasado. La televisión le lanza mensajes de su pasado como donjuan. Su vecino, aficionado a los análisis policíacos y de los misterios, padre de cinco hijos, sirve de contrapunto a su solitaria indolencia. Comparte con “A propósito de Schmidt” la estructura itinerante y el desastroso balance de toda una vida. Pero prefiero las flores rotas. La resonancia poética del título, su plasticidad visual, sus elegantes elipsis, la imbricación con la música, a cotas casi tan poéticas como las “Down by law”, la convierten en un deleite visual y sonoro.
No conviene alabarla demasiado, porque nadie encontrará una comedia llena de gags, o un filme de una gran intensidad visual, sino una comicidad esperanzada, que descansa en la impasibilidad del protagonista, sus sesiones autodestructivas ante un televisor que le recrimina –el flujo de televisión no es causual-, y todo un retablo de mujeres pasadas, y de vidas vividas, que permiten a Jarmusch modelar las secuencias y las emociones como si fuesen arcilla.

5.6
25,713
6
7 de agosto de 2006
7 de agosto de 2006
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película de terror con niño es un género en boga. En la tiniebla, con Demie Moore o la serie The ring, cuentan la historia de una madre capaz de cruzar mundos demoníacos, batirse con criaturas del averno, para recuperar a su hija/o. La mujer, supuestamente débil, antitesis del superhéroe, debe sobreponerse a su supuesta condición para afrontar los sucesivos desafíos a los que se enfrentará en estas versiones terroríficas de “No sin mi hija”.
Christophe Gans es un experto director especializado en el cine fantástico, y “Silent Hill” no engaña. Empieza, valientemente, sin definir los personajes. Directamente camino hacia el pueblo fantasma, prescindiendo de la típica escena introductoria de normalidad familiar en la que se empieza a filtrar lo extraño. Llegan al pueblo y comienza el videojuego. La niña desaparece, otro personaje nos acompaña en momentos de la trama, cogemos llaves, armas, que servirán más adelante para superar un desafío. Al final, la gran pantalla, la orgía de muerte y destrucción, el colofón sangriento, y la puerta abierta a una posible secuela.
Después de que la saga de “Pesadilla en Elm Street” clausurara la línea de separación entre la realidad y la pesadilla, en paralelo a toda el cine de terror asiático, en el que la anécdota argumental es eso, una mera anécdota, el cine de terror está en efervescencia, sin saber el camino hacia el que transitar. El argumento de esta película es previsible, aunque lo es el de la mayoría del terror actual. En síntesis se trata del fantasma vengador de alguien que murió injustamente. Así, el que queda marcado por ese ente maldito –con una cinta, con una llamada, con su presencia en un sitio prohibido o por parentesco-, sufrirá los embates de esa criatura. Y deberá ir, como Alicia en el país de las maravillas, al epicentro demoníaco de esta maldición para recobrar la calma.
Esta versión cinematográfica del célebre videojuego gustará a los amantes de la play station, porque la ambientación, el clima y la estructura es muy similar, entre los que me encuentro, y será criticada por los demás por carecer de argumento, ser previsible y dependiente de los efectos especiales
Christophe Gans es un experto director especializado en el cine fantástico, y “Silent Hill” no engaña. Empieza, valientemente, sin definir los personajes. Directamente camino hacia el pueblo fantasma, prescindiendo de la típica escena introductoria de normalidad familiar en la que se empieza a filtrar lo extraño. Llegan al pueblo y comienza el videojuego. La niña desaparece, otro personaje nos acompaña en momentos de la trama, cogemos llaves, armas, que servirán más adelante para superar un desafío. Al final, la gran pantalla, la orgía de muerte y destrucción, el colofón sangriento, y la puerta abierta a una posible secuela.
Después de que la saga de “Pesadilla en Elm Street” clausurara la línea de separación entre la realidad y la pesadilla, en paralelo a toda el cine de terror asiático, en el que la anécdota argumental es eso, una mera anécdota, el cine de terror está en efervescencia, sin saber el camino hacia el que transitar. El argumento de esta película es previsible, aunque lo es el de la mayoría del terror actual. En síntesis se trata del fantasma vengador de alguien que murió injustamente. Así, el que queda marcado por ese ente maldito –con una cinta, con una llamada, con su presencia en un sitio prohibido o por parentesco-, sufrirá los embates de esa criatura. Y deberá ir, como Alicia en el país de las maravillas, al epicentro demoníaco de esta maldición para recobrar la calma.
Esta versión cinematográfica del célebre videojuego gustará a los amantes de la play station, porque la ambientación, el clima y la estructura es muy similar, entre los que me encuentro, y será criticada por los demás por carecer de argumento, ser previsible y dependiente de los efectos especiales
Más sobre jmpg
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here