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Críticas ordenadas por utilidad
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10
7 de febrero de 2015
7 de febrero de 2015
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si no me equivoco esta debe ser la segunda vez que me animo a escribir una crítica a pesar de ser un usuario habitual de la página. ¿La razón? Supongo que hacerle justicia a una película que me ha fascinado. Con las películas complejas es fácil dejarse llevar y juzgarlas por lo que uno ha percibido a primera vista, y a veces esa primera vista deja sin capturar matices que es donde se juega el tipo el filme.
Synecdoche, New York es una película muy difícil por varias razones. La primera, porque es bastante depresiva, asfixiante y triste; la segunda, porque esconde sus tesis y golpes más potentes en sutilezas y pequeños detalles que es sencillo que pasen desapercibidos. Si uno junta ambas cosas es normal que la película resulte desbordante, agotadora, innecesaria y tontamente opresiva, así que sugiero verla prestando atención al montaje, a la manera como retrata la película el paso del tiempo; al tema del desempoderamiento, de la impotencia, de la incapacidad de tejer una existencia que reconcilie la necesidad de reconocimiento y afecto en los otros sin sacrificar las partes más importantes de uno mismo. Synecdoche, New York es una película con muchísima profundidad y poesía, pero suficientemente escondida para desapercibida a cualquiera, incluso a los que están dispuestos a verla tratando de encontrársela.
He leído en otra de las críticas que es una película sobre todo, y creo que no es enteramente cierto, es más bien una película sobre la relación del individuo con el todo, con los demás, con las grandes certezas inevitables de toda existencia, el tiempo y la muerte. Y sobre todo, una película sobre el peso insoportable, la incompatibilidad fundamental y los vacíos imposibles de llenar que se crean en alguien si decide interrogarse y enfrentarse a esos problemas. Caden elige vivir su vida tratando de encontrar una respuesta, de hacer justicia a esos grandes temas, a esas grandes fisuras que se terminan tragando a todos los seres vivos sin importar su procedencia. He visto a Charlie Kaufman decir que su intención era hacer una película lo más sincera y auténtica posible, y ese es realmente el tema fundamental: qué le ocurre a una persona si toma la decisión de dedicar su vida a tratar de combatir contra las realidades más dolorosas y últimas de la existencia humana. Caden decide enfrentarse al todo, y la respuesta es que el todo (el tiempo, el mundo, la gente, la muerte) se lo tragan. Pero la película va un paso más allá y su tesis es aún más desgarradora: no importa la actitud que uno tome ante estos límites irrebasables, el final es el mismo para todos.
«The end is built into the beginning.» El final está construido en y desde el principio.
En fin, recomiendo esta disección de la película para todos aquellos que no hayan terminado de verle el alcance y la profundidad que tiene: https://www.youtube.com/watch?v=rjqYpsuBrPU
Synecdoche, New York es una película muy difícil por varias razones. La primera, porque es bastante depresiva, asfixiante y triste; la segunda, porque esconde sus tesis y golpes más potentes en sutilezas y pequeños detalles que es sencillo que pasen desapercibidos. Si uno junta ambas cosas es normal que la película resulte desbordante, agotadora, innecesaria y tontamente opresiva, así que sugiero verla prestando atención al montaje, a la manera como retrata la película el paso del tiempo; al tema del desempoderamiento, de la impotencia, de la incapacidad de tejer una existencia que reconcilie la necesidad de reconocimiento y afecto en los otros sin sacrificar las partes más importantes de uno mismo. Synecdoche, New York es una película con muchísima profundidad y poesía, pero suficientemente escondida para desapercibida a cualquiera, incluso a los que están dispuestos a verla tratando de encontrársela.
He leído en otra de las críticas que es una película sobre todo, y creo que no es enteramente cierto, es más bien una película sobre la relación del individuo con el todo, con los demás, con las grandes certezas inevitables de toda existencia, el tiempo y la muerte. Y sobre todo, una película sobre el peso insoportable, la incompatibilidad fundamental y los vacíos imposibles de llenar que se crean en alguien si decide interrogarse y enfrentarse a esos problemas. Caden elige vivir su vida tratando de encontrar una respuesta, de hacer justicia a esos grandes temas, a esas grandes fisuras que se terminan tragando a todos los seres vivos sin importar su procedencia. He visto a Charlie Kaufman decir que su intención era hacer una película lo más sincera y auténtica posible, y ese es realmente el tema fundamental: qué le ocurre a una persona si toma la decisión de dedicar su vida a tratar de combatir contra las realidades más dolorosas y últimas de la existencia humana. Caden decide enfrentarse al todo, y la respuesta es que el todo (el tiempo, el mundo, la gente, la muerte) se lo tragan. Pero la película va un paso más allá y su tesis es aún más desgarradora: no importa la actitud que uno tome ante estos límites irrebasables, el final es el mismo para todos.
«The end is built into the beginning.» El final está construido en y desde el principio.
En fin, recomiendo esta disección de la película para todos aquellos que no hayan terminado de verle el alcance y la profundidad que tiene: https://www.youtube.com/watch?v=rjqYpsuBrPU

5.8
7,290
8
7 de septiembre de 2010
7 de septiembre de 2010
20 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que no me encontraba ante una película con la magnitud, intensidad y fuerza que exhibe Valhalla Rising. La película se apoya en un ritmo lento, denso y meditado para desplegar un auténtico espectáculo visual y sonoro. Visual, porque la fotografía, la suciedad y la frialdad de las imágenes absorben ineludiblemente y sonoro, porque la tensión e inquietud que transmite el filme no sería la misma sin esa estupenda banda sonora, esos sonidos secos y contundentes, esos silencios y esas voces desgarradas y ausentes que de manera constante, persistente y asfixiante van sometiendo al espectador al mismo desgaste que a sus personajes protagonistas.
Esta película, que muestra fuertes similitudes con películas como Apocalypse Now, nos vuelve a plantear ese viaje al infierno, a la pérdida de uno mismo, al desgarro y a la locura, esta vez, con un austerismo y reflexividad quizás mayor. Ambientes fuertemente naturales, paisajísticos y vacíos servirán de lienzo para dibujar a unos personajes perdidos y confusos que parecen no tener nada salvo a sí mismos.
Nos encontramos, pues, ante un filme de calidad evidente que por alguna extraña razón ha recibido una acogida paupérrima en este sitio. Será culpa de los tráileres intentando vender una Gladiator más.
Esta película, que muestra fuertes similitudes con películas como Apocalypse Now, nos vuelve a plantear ese viaje al infierno, a la pérdida de uno mismo, al desgarro y a la locura, esta vez, con un austerismo y reflexividad quizás mayor. Ambientes fuertemente naturales, paisajísticos y vacíos servirán de lienzo para dibujar a unos personajes perdidos y confusos que parecen no tener nada salvo a sí mismos.
Nos encontramos, pues, ante un filme de calidad evidente que por alguna extraña razón ha recibido una acogida paupérrima en este sitio. Será culpa de los tráileres intentando vender una Gladiator más.

7.7
4,784
9
28 de octubre de 2015
28 de octubre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La próxima vez que cualquier ser humano de este planeta quiera hacer una película de aventuras, por favor, que alguien le siente a ver esto primero.
Dejando de lado la hipérbole, es difícil no dejarse llevar por la emoción con esta película. Sanjuro es ante todo una peli de aventuras, pero no en el sentido devaluado y pobre al que ha quedado reducida la etiqueta por el cine comercial y generalista, sino en el de la pureza sincera y vibrante de las películas fundacionales del género. Sanjuro es un filme que cabalga sobre los ojos del espectador llevándole en volandas por una sucesión de situaciones, personajes y gestos que es tan apasionante como calculada y certera. Kurosawa ejecuta aquí todas sus habilidades con una precisión de relojero para ofrecer al espectador un trabajo lo más absoluta e inmediatamente disfrutable posible.
Es además, una de esas películas que, sabiendo pulsar todas las teclas en el momento adecuado, reivindica cuáles son realmente los elementos importantes de un producto de género. Es una película de las que sirven para recordar que son el ritmo, el carisma, y sobre todo la personalidad el auténtico núcleo de una buena película de aventuras, y que la pirotecnia y la acción no son más que los elementos superficiales que permiten estructurar el relato y hacer que eso otro, lo importante, brille de verdad. Indiana Jones colocándose el sombrero, Marty McFly montando en monopatín o Ripley sosteniendo el lanzallamas se resumen en ese genial bostezo con el que Toshiro Mifune sale de la penumbra para sellar su protagonismo en una de las películas que más pura e ingenuamente he disfrutado en años.
Tsubaki Sanjuro puede ser andrajoso, maleducado y excéntrico; puede ser también básico y menos memorable que otros que vendrán después, pero su nobleza, su desparpajo y sobre todo su inteligencia me van a acompañar durante mucho tiempo.
Dejando de lado la hipérbole, es difícil no dejarse llevar por la emoción con esta película. Sanjuro es ante todo una peli de aventuras, pero no en el sentido devaluado y pobre al que ha quedado reducida la etiqueta por el cine comercial y generalista, sino en el de la pureza sincera y vibrante de las películas fundacionales del género. Sanjuro es un filme que cabalga sobre los ojos del espectador llevándole en volandas por una sucesión de situaciones, personajes y gestos que es tan apasionante como calculada y certera. Kurosawa ejecuta aquí todas sus habilidades con una precisión de relojero para ofrecer al espectador un trabajo lo más absoluta e inmediatamente disfrutable posible.
Es además, una de esas películas que, sabiendo pulsar todas las teclas en el momento adecuado, reivindica cuáles son realmente los elementos importantes de un producto de género. Es una película de las que sirven para recordar que son el ritmo, el carisma, y sobre todo la personalidad el auténtico núcleo de una buena película de aventuras, y que la pirotecnia y la acción no son más que los elementos superficiales que permiten estructurar el relato y hacer que eso otro, lo importante, brille de verdad. Indiana Jones colocándose el sombrero, Marty McFly montando en monopatín o Ripley sosteniendo el lanzallamas se resumen en ese genial bostezo con el que Toshiro Mifune sale de la penumbra para sellar su protagonismo en una de las películas que más pura e ingenuamente he disfrutado en años.
Tsubaki Sanjuro puede ser andrajoso, maleducado y excéntrico; puede ser también básico y menos memorable que otros que vendrán después, pero su nobleza, su desparpajo y sobre todo su inteligencia me van a acompañar durante mucho tiempo.

8.5
14,920
8
31 de octubre de 2015
31 de octubre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
He pasado la mayor parte del metraje hipnotizado por la potencia arrolladora de todo lo que me estaba presentando Harakiri. Las katanas, los kimonos y los sombreros de bambú me parecían un simple envoltorio con el que proteger una historia mucho más importante y más profunda que el mero atractivo temático de uno de los períodos históricos más prolíficos en cuanto a su capacidad de producir historias memorables se refiere. Harakiri más bien parecía estar empleando sus tópicos como plataforma sobre la que apoyarse para presentar un mensaje que me parecía ir más allá de toda elección plástica y cosmética, un mensaje de los que sacuden los cimientos de la manera que tenemos de ver el mundo y atacan en la raíz de lo antropológico.
Durante casi toda la película me ha parecido estar presenciando la elaboración de una fábula inmensa y cruel sobre la marginalidad, sobre la exclusión social, y sobre el tipo de violencia tan especial y tan perversa que producen las estructuras del poder humano sobre los más desfavorecidos. Una historia sobre asesinatos disfrazados de convenientes suicidios provocados a los que son forzados los sectores más pobres y prescindibles de cualquier cultura humana en cualquier lugar del mundo; una historia que bien podría haber escrito ya Franz Kafka o Arthur Miller y haberse llamado Ante la Ley o Muerte de un Viajante. Temas propuestos desde el contexto de un Japón feudal que parecía actuar a modo de reflejo de problemas y motivos vigentes y contemporáneos, de naturaleza auténticamente universal.
Pero entonces llega el clímax de la película, se desenvainan las espadas, empiezan los duelos al atardecer y los lugares comunes del género que Harakiri parecía dispuesta a trascender se abren paso en ella revelándola como un producto mucho más dócil y dispuesto a encajar en el molde del cine de samuráis de lo que aparentaba. Cuando esto ocurre el desenlace violento no enriquece el conjunto como ocurre en casos más orientados al cine de aventuras como Sanjuro o Yojimbo, y en cambio, los silencios, el ritmo denso y la legendaria interpretación de Nakadai pierden parte de su efecto al mostrarse como accesorios cuando la película adopta un rumbo más convencional.
Por supuesto, el mensaje no se pierde, Harakiri sigue siendo una crítica poderosa a los poderes arbitrarios que gobiernan sobre nuestras vidas y deciden su destino completamente de espaldas al sufrimiento que ellos mismos producen, pero su alcance no es tan profundo, sus motivos no llegan tan hondo y aunque es ridículo hablar de decepción en una película tan extraordinaria, resulta difícil no notar lo que pudo ser y no fue. Harakiri toma la respetable decisión de ser una fantástica película de samuráis, quizá una fantástica película a secas, pero podría haber sido algo más.
Durante casi toda la película me ha parecido estar presenciando la elaboración de una fábula inmensa y cruel sobre la marginalidad, sobre la exclusión social, y sobre el tipo de violencia tan especial y tan perversa que producen las estructuras del poder humano sobre los más desfavorecidos. Una historia sobre asesinatos disfrazados de convenientes suicidios provocados a los que son forzados los sectores más pobres y prescindibles de cualquier cultura humana en cualquier lugar del mundo; una historia que bien podría haber escrito ya Franz Kafka o Arthur Miller y haberse llamado Ante la Ley o Muerte de un Viajante. Temas propuestos desde el contexto de un Japón feudal que parecía actuar a modo de reflejo de problemas y motivos vigentes y contemporáneos, de naturaleza auténticamente universal.
Pero entonces llega el clímax de la película, se desenvainan las espadas, empiezan los duelos al atardecer y los lugares comunes del género que Harakiri parecía dispuesta a trascender se abren paso en ella revelándola como un producto mucho más dócil y dispuesto a encajar en el molde del cine de samuráis de lo que aparentaba. Cuando esto ocurre el desenlace violento no enriquece el conjunto como ocurre en casos más orientados al cine de aventuras como Sanjuro o Yojimbo, y en cambio, los silencios, el ritmo denso y la legendaria interpretación de Nakadai pierden parte de su efecto al mostrarse como accesorios cuando la película adopta un rumbo más convencional.
Por supuesto, el mensaje no se pierde, Harakiri sigue siendo una crítica poderosa a los poderes arbitrarios que gobiernan sobre nuestras vidas y deciden su destino completamente de espaldas al sufrimiento que ellos mismos producen, pero su alcance no es tan profundo, sus motivos no llegan tan hondo y aunque es ridículo hablar de decepción en una película tan extraordinaria, resulta difícil no notar lo que pudo ser y no fue. Harakiri toma la respetable decisión de ser una fantástica película de samuráis, quizá una fantástica película a secas, pero podría haber sido algo más.

6.3
22,002
4
17 de febrero de 2017
17 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría hablar de una buena película, con una dirección, edición y montaje muy potentes; con un casting de lujo y unas interpretaciones a la altura; con una estructura narrativa interesantísima, donde durante la primera mitad de la película todas las piezas del puzzle están desplazadas del sentido que tienen (la película juega a mostrar el acertijo ya resuelto sin que se termine de explicitar en qué consistía, para entonces ofrecer una explicación a posteriori que nos permite entender lo mostrado). Podría hablar de todo eso, pero en su lugar me veo obligado a hacerlo del primer y único momento en el que la película decide volverse absolutamente estúpida y echar por tierra gran parte del esfuerzo realizado hasta el momento.
Ese momento es el giro en torno al que se articula la resolución y el clímax de la película, y resulta que es una completa gilipollez. Es tan absoluta y perfectamente estúpido que resulta dificilísimo hacer la vista gorda y no descartar la película por completo.
A pesar de todo la película tiene virtudes y, fallos aparte, como thriller es funcional y recomendable si uno está dispuesto a ser flexible. A mí me gustaría intentarlo.
Ese momento es el giro en torno al que se articula la resolución y el clímax de la película, y resulta que es una completa gilipollez. Es tan absoluta y perfectamente estúpido que resulta dificilísimo hacer la vista gorda y no descartar la película por completo.
A pesar de todo la película tiene virtudes y, fallos aparte, como thriller es funcional y recomendable si uno está dispuesto a ser flexible. A mí me gustaría intentarlo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El error es el siguiente:
Llegados al último tramo, toda la película depende de que Clayton se dé cuenta de que está siendo vigilado por U North, que tiene intención de asesinarle. Éstos le intentan instalar una bomba en el coche, pero milagrosamente Clayton recibe una llamada telefónica que le hace regresar al vehículo, interrumpiendo a los malhechores en plena operación de sabotaje. Éstos se ven obligados a no poder instalar la bomba correctamente y abandonan el vehículo.
Michael se sube en su coche y ve que el GPS empieza a fallar, inconsciente todavía de los motivos. Se reúne con un cliente y aquí empieza la verdadera tontería: Michael empieza a vagabundear sin rumbo, todavía dolido por la muerte de su amigo Arthur y por el sentimiento de culpa de no haber continuado con su proyecto de denunciar a los malos. Los malos vuelven a detectar su señal de GPS, que al parecer está fallando por culpa de la instalación precipitada. En un montaje muy rápido se suceden una serie de escenas que pretenden ser una especie de persecución en la que el perseguido ni si quiera sabe que lo está siendo, con los malos sufriendo por no poder localizar a su víctima.
Michael se baja del coche sin motivo aparente, probablemente para tomarse un respiro, en una escena que ya se había visto al comienzo de la película. La bomba mal instalada explota. Michael lo flipa. Michael, por arte de magia, ata cabos y es inmediatamente consciente de todo el plan de los malos. Michael tira un par de mierdas que lleva encima a los restos del coche con la intención de fingir su propia muerte y engañar a los malos. Los malos ven la explosión de lejos y asumen, por qué no, que a pesar de los problemas a la hora de intentar rastrearle y de preparar el asesinato que sí, que fijo que el Michael ha palmao, que para qué molestarse en comprobarlo a pesar de ser asesinos profesionales contratados por una multinacional multimillonaria.
A pesar de la evidente ausencia de cadáver, la película decide creerse que sí, que es posible que Michael esté realmente y así lo reflejan todos los personajes, que se quedan consternados ante la noticia. Entonces Michael reaparece, le da en el morro a los malos y la peli termina con un happy ending.
Esta carambola ridícula es el precio que al parecer tenía que pagar el guión para conseguir un cierre satisfactorio a todo el asunto y es el motivo del título de esta crítica. Cuando todo lo demás en la peli te queda bien pero el guionista te la mete doblada. Saludos.
Llegados al último tramo, toda la película depende de que Clayton se dé cuenta de que está siendo vigilado por U North, que tiene intención de asesinarle. Éstos le intentan instalar una bomba en el coche, pero milagrosamente Clayton recibe una llamada telefónica que le hace regresar al vehículo, interrumpiendo a los malhechores en plena operación de sabotaje. Éstos se ven obligados a no poder instalar la bomba correctamente y abandonan el vehículo.
Michael se sube en su coche y ve que el GPS empieza a fallar, inconsciente todavía de los motivos. Se reúne con un cliente y aquí empieza la verdadera tontería: Michael empieza a vagabundear sin rumbo, todavía dolido por la muerte de su amigo Arthur y por el sentimiento de culpa de no haber continuado con su proyecto de denunciar a los malos. Los malos vuelven a detectar su señal de GPS, que al parecer está fallando por culpa de la instalación precipitada. En un montaje muy rápido se suceden una serie de escenas que pretenden ser una especie de persecución en la que el perseguido ni si quiera sabe que lo está siendo, con los malos sufriendo por no poder localizar a su víctima.
Michael se baja del coche sin motivo aparente, probablemente para tomarse un respiro, en una escena que ya se había visto al comienzo de la película. La bomba mal instalada explota. Michael lo flipa. Michael, por arte de magia, ata cabos y es inmediatamente consciente de todo el plan de los malos. Michael tira un par de mierdas que lleva encima a los restos del coche con la intención de fingir su propia muerte y engañar a los malos. Los malos ven la explosión de lejos y asumen, por qué no, que a pesar de los problemas a la hora de intentar rastrearle y de preparar el asesinato que sí, que fijo que el Michael ha palmao, que para qué molestarse en comprobarlo a pesar de ser asesinos profesionales contratados por una multinacional multimillonaria.
A pesar de la evidente ausencia de cadáver, la película decide creerse que sí, que es posible que Michael esté realmente y así lo reflejan todos los personajes, que se quedan consternados ante la noticia. Entonces Michael reaparece, le da en el morro a los malos y la peli termina con un happy ending.
Esta carambola ridícula es el precio que al parecer tenía que pagar el guión para conseguir un cierre satisfactorio a todo el asunto y es el motivo del título de esta crítica. Cuando todo lo demás en la peli te queda bien pero el guionista te la mete doblada. Saludos.
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