Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Australocineatus
1 2 3 >>
Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
9
9 de abril de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me hablan de ella, me recomiendan imperativamente que la vea, "tan buena como El Sur" me dicen. "Sí, claro, demasiado buena tiene que ser" pienso. Pese a mi reticencia, la descargo.
La visualicé anoche. He esperado a hoy para dar mi veredicto sobre este film, que me dejó embelesado, a la par que impactado, por todos y cada uno de los aspectos objeto de cualquier análisis. Sí, casi tan buena como El Sur, o incluso más. Más real, más palpable, más extraordinaria (lo cual teniendo en cuenta la magnitud de la comparación es mucho halago). Una película que rebosa energía, infancia, esperanza y que no deja indiferente a nadie. Y que a su vez entristece, asusta, emociona y mantiene en vilo a cualquier intrépido ser humano que ose sentarse en la butaca.
Así es Victor Erice, genio de genios del cine español, augusto entre musas. Su capacidad para aterrar a los espectadores es tan fácil como la de crear bellas escenas bucólicas, inspirar los más bellos poemas y embellecer cualquier funesto pueblo segoviano. Sobre un guión sin sutura alguna, todo de una pieza, con una historia terriblemente creíble, que cualquiera tacharía de real, crea una película que rezuma humanidad por todos los costados, que es imposible de ignorar y pasar de largo pues, desde los primeros minutos con la secuencia del cine y los niños, mantiene enganchado al espectador como un cocainómano al polvo blanco.
Estamos hablando de una película que es necesario revisar en distintos estratos, pues su riqueza abarca muchos dimensiones de la realidad. Aún así, Victor consigue, a diferencia de muchos otros, plasmar la crudeza de la España de la posguerra tal y como es, sin caer en ningún trasfondo político. No es nada importante llevar a cabo ninguna crítica, lo único remarcable es situar cronológicamente la historia y perfilar el carácter de los integrantes de un pueblo alejado de la mano de Dios en la época franquista. Mérito sobresaliente que le permite centrarse en lo que de verdad importa: la narración de un pequeño período de la infancia de dos hermanas.
Por lo que respecta a la iluminación, no tengo palabras. Luis Cuadrado nos ilumina con una técnica espectacular, un tono anaranjado que se ciñe a la perfección a la película y que, pese a tratarse de una «película de terror», inspira unas de las más perfectas escenas que he visto a lo largo de mi vida. De una manera parecida, José Luis Alcaine también extrapolará este estilo tan característico de iluminación a "El sur".
En suma, es muy difícil cerrar una crónica como esta tratándose de uno de los mejores filmes que he tenido el gusto de visualizar en mucho tiempo. La maestría de este ídolo cinematográfico no tiene límites y más aún teniendo en cuenta que "El espíritu de la colmena" constituye el primer largometraje en el haber de este excelente director. Para que luego digan del cine español.
Australocineatus
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
11 de abril de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El surrealismo capaz de comunicar al espectador va más allá de lo normal. Sin embargo, todo está tan cerca, es tan palpable y los protagonistas están tan conseguidos que no parece estar en una ilusión. Las maravillas con el bolígrafo de Charlie Kauffman y la puesta en escena de Spike Jonze la sitúa como una buena película, extraña e intrepidante.
Los papeles interpretativos están muy bien repartidos. Por una parte tenemos a John Cusack, quien clava perfectamente el papel, posiblemente pasando a la historia como una de sus mejores interpretaciones, seguidas por las de The Grifters y Alta Fidelidad. Cameron Díaz no es menos y crea una historia de amor totalmente desesperante con Catherine Keener, en medio de la lucha amorosa en un ménage à trois muy curioso. John Malkovich hace muy bien su papel, más que nada porque nadie sabe ser mejor que él.
Me gusta mucho la combinación de la película y ese trasfondo que hay detrás de cada línea escrita. Esos pensamientos que te hacen pensar y a su vez te desesperas: ¿Por qué yo no puedo vivir la vida de otro?
Australocineatus
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
9 de abril de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Django desencadenado” (2012) ha sido la excusa perfecta que Tarantino tenía reservada a sus más acérrimos fans y entusiastas. Supone una muestra en todo su esplendor del llamado estilo “Tarantino”: sangre a borbotones, desmedida incontrolada, personajes caricaturizados, bandas sonoras chocantes y singulares, y chistes ingeniosos fuera de lugar. Tanto es así que casi podríamos decir que Django posiblemente sea el punto y final en el glorioso hacer que el director tiene a sus espaldas, con títulos como “Reservoir Dogs”, “Malditos Bastardos”, “Pulp Fiction”, pues el ingenio de este antes prometedor director está llegando a su desenlace. Me va a perdonar el lector: Django es la bazofia más comercial de la fimografía del director estadounidense. La película, remake de Django (1966) del director Sergio Corbucci, supone un giro del espíritu fílmico de Quentin (si se me permite tal acercamiento) tan mayúsculo que pierde todo el encanto y agasajo que pudiera haber. Todos sus anteriores films habían constituido el apogeo de la era Tarantino y habían sido una lacónica muestra del savoir faire del director. En estos, la traza argumental jamás se perdía de vista y su toque tan humorístico e impactante venía dado por la peculiar forma de grabar y observar la realidad de aquél joven director. No obstante, Django es otro mundo aparte. Con el visionado de la película podemos afirmar que bajo todas esas capas de abstracciones visuales y secuencias hilarantes, reside más un anhelo de demostración del bárbaro y exagerado estilo tarantinesco antes que el relato e interpretación de la historia original del guión. Se nota que al director le encantan los westerns, los conoce a fondo y sabía qué hacía cuando se metió en el proyecto: sus primerísimos primeros planos a lo Sergio Leone, sus referencias visuales a películas de Anthony Mann y de Corbucci o su gran vista para el espectacular decorado y vestimenta de la película son una muestra de ello. Aún así, Tarantino se pierde en su propio mundo convirtiendo lo que parecía una historia de venganza en la más primitiva violencia, campo de batalla sin límite alguno para las filigranas y desmesuras visuales, que al final es lo único que acaba contando para el espectador. Sería una atrocidad tildar a esta obra de un “western”, pues aún compartiendo un contexto histórico y cultural muy parejo, no persigue los patrones de concepción del cine del Oeste que tenían sus precursores. Pero ojo, aún así, no es cuestión de que Tarantino no haya decidido decantarse por la innovación ni la quiebra de las tradicionales reglas impuestas en los mundos de pistolitas, mala uva y hombres fornidos, sino que simplemente se ha dejado guiar por el exhibicionismo más vulgar y desprestigiador que le podía acaecer, convirtiendo lo que podría haber sido con más cabeza y menos acción una obra de calibre inconmensurable en una película más, vana y pretenciosa.
Pero no todo es decepción. Es digno de mencionar ese toque grotesco y esperpéntico que aporta a algunas secuencias de la película, casi burlesco, como el asalto a capucha del Kuklux Klan: una pincelada y detalle magistral del genio de antes. Así como su buena elección para la banda sonora, que posiblemente sea lo mejor de un film que pierde fuel a cada instante, envuelto en constantes vueltas de tuerca que no crean un ambiente de tensión en el espectador sino que más bien ansían el final e incluso aburren.
Si bien es cierto que ha tenido bastantes manchas negras en su filmografía, jamás una película suya había supuesto un viraje tan grande como en la actualidad. No se ha arriesgado, ni se ha tirado a la piscina, simplemente ha asegurado su éxito de la más inmoral de las formas habidas y por haber: renunciando al Tarantino más innovador, chocante y contestatario. Hay que asumirlo, y cuanto antes lo hagamos mejor: Tarantino, acomodado ya en la cúpula del estrellato y la fama, ha perdido el talento y la perspicacia que antes poseía. Repitiendo la fórmula del éxito del pasado como si se tratara de una exacta y concisa fórmula química, el director repite escenas, situaciones, semejanzas argumentales e incluso actores. Para ser más exactos, su venerado Samuel L. Jackson, cuya interpretación (a pesar de una vestimenta y un saber estar muy pulidos) es una extensión en personalidad y carisma a la que llevo a cabo nueve años atrás en “Pulp Fiction”, con su personaje Jules Winnfield. Lo único digno de renombrar es la interpretación del excelente Christoph Waltz, que acaba eclipsando a un Jamie Foxx que no es capaz de seguirle la pista. Ojalá me esté equivocando señoras y señores, pero creo que esta cinta es la oportunidad idónea para bajarse del carro de la idolatría a Quentin, porque nada bueno puede acontecer de la mano de un director al que se le ha pasado el arroz.
Australocineatus
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
20 de agosto de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Welles fue un gran cineasta es indiscutible. Refutar esta aserción es imposible después de visualizar “Ciudadano Kane”, segunda obra del director norteamericano. Sus primerizos planos largos, su guión a prueba de rasguños y la profundidad del relato son una muestra de ello. La facilidad de sumersión en un personaje que también interpreta es de envidiar. Hábil en la abstracción, consigue ejecutar una dirección de película, con una objetividad esclarecedora y abrumadora que capta la esencia del multimillonario Kane. Sorteando la trampa de crear una película críptica e incomprensible, reconocido cepo de polifacéticos dados a la dirección e interpretación, esta película basta para catapultar a la fama a Orson y crear un mito en torno a él, fama que a posteriori se vería fortalecida por su obra fílmica. No obstante, las virtudes exaltadas en demasía son un antifaz que entorpecen la existencia de defectos. Por eso he decidido venir aquí, para hablarles de “Sed de Mal”.

Una de las más reconocidas y aduladas historias de cine negro, no poco solicitada en los mostradores de las bibliotecas públicas y protagonista de largas veladas nocturnas de intelectuales ávidos de güisky, resulta ser una recreación de insatisfacción y mediocridad inesperada. Cierto es que carece de fallas en el guión (en cuanto a estructura del relato se refiere), que está bien dirigida y que la fotografía, meticulosamente cuidada, no merece ningún reproche. “Puro cine negro”, el adjetivo por excelencia de la película, es la muletilla para describir una sensación confusa al apagar el televisor: la de falta de realismo. “Sed de mal” es una mala reproducción de una sociedad estereotipada hasta la médula, con una muy plana definición de cada uno de los personajes, tanto principales como secundarios. Una película de policías sin muchas luces, comportamientos incomprensibles, típica corrupción indeseada y almas atormentadas por sus recuerdos, repleta de clichés y postizas imitaciones de la maldad, que necesitan del talento de Russell Metty en la fotografía para dilucidarse. Tanto es así que lo tenemos todo: desde el policía ingenuo hasta la gitana estándar, metida con calzador y saña, nunca falta de una genialidad estúpida con la que cerrar la película. Actitudes inhumanas (muestra de pasividad de Vargas ante el tonto del motel al enterarse que ya no reside su mujer), mindundis jugando a ser gánsters y el policía traidor que tras un repentino recobro de la moral (por supuesto, invisible en la película) inculpa al hombre al que le debe todo. No estaríamos equivocados al afirmar que el objetivo de un buen director es el de contar una historia bien; pero faltan los matices, siempre nos olvidamos. La dirección debe crear una experiencia cinematográfica que haga creíble la historia. Aunque, tratándose de un argumento vago y concurrido, es comprensible que la película se pierda en la superficialidad e ingenuidad que rezuma, a excepción de algunos excelsos momentos como las secuencias del motel con la señora Vargas, punto álgido del film, ejemplo de lo magnífica película que pudo ser y jamás será. Desgraciadamente, la cinta se concibe como un despliegue abismal de recursos entorno a simple y pura forma, una triste fachada detrás la cual no se esconde absolutamente nada, una declaración de estilo, pura pamplina sin contenido ulterior.

Muchos podrían decir que la culpa no es del director pues el género en que se había circunscrito obligaba a cumplir con los cánones del cine negro y de la época. Esto no es cierto. Desde un principio, se había apostado por una clase de película con la que Welles ya había estado familiarizado, por lo que su travesía en el mundo de asesinatos, detectives, femmes fatales y miseria humana no eran ninguna novedad. Así pues, no siendo requisito primordial cumplir con todos los requisitos del género, se podría haber permitido el lujo de prescindir de gran parte de ellos y prestar atención a la historia. De todas maneras, que el cine negro mantenga ciertos elementos disonantes con la sociedad actual y posea ese carácter simplista no es motivo de incredulidad. Orson Welles erró en su propuesta. El filme no mantiene en vilo por predecible y la dimensión real se traspapela entre el guión como por arte divina. Todo carece de la profundidad necesaria para emocionarnos, meternos de lleno en el avatar del policía mexicano que descubre la trama, angustiarnos ante la ya sabida confrontación de Vargas y Quinlan, imposibilitando un culminante y cardíaco final. Billy Wilder supo hacerlo muy bien. Nunca sabremos si el mil veces exaltado ―muchas veces con, otras tantas sin razón― director de “Ciudadano Kane” vió “Perdición” de Wilder antes de rodar su película. Lo que está claro es que podría haber aprendido mucho de lo que percibo como una de las grandes joyas del cine negro, película totalmente antagónica a "Sed de mal" y ejemplo de todo cuanto ésta carece.

Sin embargo, sin vilipendiar en exceso “Sed de mal”, es menester remarcar las virtudes del filme. Aún estando sobrevalorada, se trata de una buena película en lo que ejecución se refiere. Cuenta una historia bien relatada y se beneficia de su magnífico reparto: Charlton Helston, Janet Leigh, Orson Welles (sí, también de intérprete), Marlene Dietrich (el tinte no es lo suyo), Joseph Calleia y una larga lista. La fotografía, para ser francos, es excelente. Quizá esta característica, la más notoria durante la visualización, es el fundamento principal para ser considerada una obra maestra. A mi parecer, en exceso. Jamás conseguiremos quitarnos ese lastre semiótico que nos atormenta, esa relevancia decisiva de la fotografía sobre el contenido, del recipiente sobre el líquido que comprende. La diferencia entre una copa vacía y un vaso lleno.
Australocineatus
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
11 de abril de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
América profunda. Un hombre. Paris... Texas. Toda una historia que narra la culpabilidad de un ser humano, un caminante del desierto cuyas únicas pretensiones son vagar entre la arena y sentir la polvareda a sus pies. Un puesto de socorro lo cambia todo. Su hermano y su mujer entran es escena. El chico, atónito y confuso, acaba escapándose con su verdadero padre, a expensas de los que antes eran sus protectores: Walt y Anne. Entonces empieza una marcha atrás, una metáfora que se clarifica al final de la película y que bien podría ser continuada con el principio del filme. Harry decide volver a unir a su hijo y a su mujer, Jane. Una estupenda y sensual Natassja Kinski.
Así es la historia tejida por Sam Sephard. Pero no lo olvidemos: la inexplicable magia que Wim Wenders insufla a la película la hace especial. No es una historia más.
Australocineatus
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow