No es una película cerrada, y cuando acaba es fácil quedarse con la sensación de haber dejado muchos cabos sueltos, muchas interrogantes. Unas del tipo de "¿de dónde ha salido este personaje y por qué aparece justo en tal momento?", y otras a tenor de frases, imágenes o aspectos generales del argumento, con un significado ambigüo y vago, o abierto y poético, según lo reciba uno. Si el surrealismo, lo abstracto, lo críptico, lo incierto o lo simbólico se te atragantan o te dejan indiferente, quizás sea menos disfrutable.

La animación es expléndida, y la implementación de las 3D aporta todos sus recursos y efectos sin apenas enfriar el tono de la animación tradicional.

La banda sonora es imperceptible, es decir, está perfectamente fundida, es fresca, imaginativa, y nada localizada, con toques futuristas, sin temas melódicos destacados.

La profunda compenetración de los dos personajes encaja perfectamente con la idea del yin y el yang que ya ha comentado Nicolás, y esto no se oculta lo más mínimo, ya desde el nombre de los personajes.

La película tiene altibajos en cuanto al ritmo y su capacidad de entretener, aunque en esos momentos más lentos toda la estética y sutileza permanece y por eso a mi me han mantenido igualmente pegado a la pantalla de TV.

La película renuncia a la supuesta realidad y su lógica, a lo objetivo, apostando fuerte por reflejar lo subjetivo, la experiencia de vivir. No se preocupa por lo que las cosas se supone que son "en realidad", sino por cómo se sienten, cómo se experimentan. Y para ello se usan dos recursos: el surrealismo y la exageración. porque la vida, la experiencia de vivir, es confusa e intensa.

Por ejemplo: no es que ya no me entienda con mi mujer. Lo que siento es que es una completa desconocida. Y aquí Kaufman cambiaría a la actriz, su raza, su idioma, incluso su nombre. Si el personajes está triste no basta un sollozo y un lagrimeo: toda la escena está sumergida en el mar y el personaje no puede ni respirar.

La forma en que se desarrollan las vidas paralelas y se trenzan es soberbia, única y sorprendente. No hay mucha acción de tiros, pero la tensión que se respira te tiene pegado a la pantalla. Redonda.

Desde que hay color el blanco y negro es para los valientes o los insinceros poco astutos. La quietud y las caras serias son para lo sublime o para el aburrimiento y hay un abismo entre las dos. La sobriedad es bella cuando surge de la autodisciplina y un compromiso con lo esencial que se quiere contar. Igual que existe la vanidad del virtuoso existe la artificiosidad del sobrio.

Por otro lado, en cuanto a la pareja, la forma en que se contrarían todo el rato y no se aclaran corresponde a una conducta ridícula aceptable solo en los adolescentes que juegan a ser "caóticos e impredecibles" para compensar la falta de amor propio, que es lo que le pasará a Don Pawel, que necesita fingir para que le quieran (oiga, como todos).

Títulos alternativos: el Julio Medem polaco o la enciclopedia del tópico.

Esta película ha sido algo muy especial para mi. Es una llamada apasionada a la vida. A vivir con los ojos abiertos dejando que todo pase a través de uno.

El guión, el director, el reparto, la música, la fotografía, todo funciona.
La vida es corta pero llena de tesoros, y esta película lo expresa con mucha fuerza.