Probablemente esa fue la última frase que pronunció Ridley Scott antes de ponerse manos a la obra. Y qué obra! Estará orgulloso de habérnosla dado dos veces. O es que se nos ha olvidado el final de “Lost”.

Efectivamente, estamos lost. Perdidos entre tantos mensajes infantiloides, entre tantos descuidos o negligencias de guión, entre tanta estulticia.

Somos ya mayorcitos y hemos visto ya unas cuantas películas de ciencia ficción para que nos quieran colar ésta por una de ellas. No es un videoclip con efectos visuales lo que queríamos ver, no es sólo una secuencia de efectos especiales lo que esperábamos ver. Esperábamos un argumento consistente, unos diálogos maduros, un guión coherente. Pero está todo lost, qué pena!

Por cierto, felicidades a Dariusz Wolski por la fotografía (magnífica). Al menos esto valió la pena.

¿Tan difícil es construir una buena película con un buen guión, con las técnicas del siglo XXI y que además se entienda?
Que existen los buenos guiones que cuentan historias originales y maravillosas es un hecho constatado que podemos comprobar viendo películas de hace algunas décadas (y muchas veces hasta en blanco y negro). Parece como si la tecnología, en lugar de ayudar a este propósito, lo alejara e hiciera que historia/argumento y efectos visuales/especiales fueran antagónicos. Es una lástima, quizás tengamos que esperar la aparición de un nuevo genio del cine que sepa aunar ambas vertientes.
Al final pues, y visto lo visto, una película mas del oeste enfrentando uniforme y plumas, quiero decir equipo naranja versus equipo blanco, persiguiéndose por las praderas de luz del siglo XXI. La única diferencia es que antes sabíamos que querían los indios y sobre todo los americanos.