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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
22 de junio de 2011
39 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres relatos dependientes construyen está película: 'Palabras', 'Rostros' y 'Fotografías', términos que por sí solos no constituyen nada pero que acabado cada capítulo se muestran tan reveladores como los actos de estas personas en tiempos de lucha. Realmente la película no va exclusivamente sobre el conflicto en la zona de los Balcanes, o no solo sobre eso, va sobre personas que tienen que tomar decisiones, habla sobre la situación de, en algún momento de nuestra vida, tener que tomar partido, sobre todo cuando alguien se encuentra en una situación tan extrema como es salvar su vida o la del prójimo.

El film funciona como una brillante alegoría de los conflictos que han sucedido durante la segunda mitad del siglo XX. El concepto de convivencia, respeto o tolerancia han sido destruidos totalmente y la población es víctima de una de las peores formas de guerra si cabe, hermanos contra hermanos, que antes coexistían a pesar de las duras diferencias y ahora se han visto obligados a tomar partido de forma extrema en nombre de unos valores como la religión, la raza o la etnia, que no hacen más que reforzar la diferencia en vez de la integridad y la unión. Estos tres relatos conforman ese círculo trágico que mencionan en la película: “el tiempo no muere porque el círculo no es redondo”, tal vez el círculo se convierta en una espiral que desemboque a veces en cosas terribles. Tal vez, como se dices, 'la historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa'.
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spoiler:
El primer capítulo, 'Palabras', es una metáfora que alude al voto de silencio del joven monje que observa como todo se derrumba poco a poco a su alrededor y más tarde lo veremos reflejado en una de las fotografías; él sobre la maleta abatido después del asesinato de la chica albanesa que acogió en secreto, este capítulo refleja la incomunicación y, sin embargo, la comprensión entre estos dos jóvenes que no se hablan pero se entienden. En esta parte de la película, precisamente, las palabras no dicen nada, no podemos entender lo que ocurre, solo apreciamos la sinrazón y le horror de la guerra, hermano contra hermana.

El segundo capítulo, 'Rostros', sirven de introducción para conocer a la editora de agencia de noticias que mantiene una relación con el fotógrafo protagonista de la película, el hilo que sirve de unión de los tres capítulos. En esta parte del relato se nos muestra una mujer que no termina de dilucidar su camino, al igual que él, que miran en las fotos los rostros de los conflictos y nos damos cuenta que los conflictos cuanto más cercanos más duelen. Pero a pesar de que en todo este capítulo se nos muestra como una reflexión dura de “rostros" y vidas que sufren la guerra, la muerte, la ruptura o el miedo, también hay espacio para el amor, como en todo conflicto, espacio para una convivencia, para un matrimonio, para la familia, para un futuro mejor. Este contrapuesto entre la violencia y el amor se puede ver reflejado en la genial escena del taxi, una conversación que culmina en un momento tenso y crudo con una magnifica interpretación de Rade Serbedzija (Aleksander) y Katrin Cartlidge (Anne).

Y por último, el episodio 'Fotografías'. Alexander, el famoso fotógrafo de guerra, vuelve a su país natal después de recorrer el mundo para captar el conflicto a través de sus ojos y de su corazón. Duerme en la soledad de su antiguo hogar pensando en como el odio ha infectado su pueblo de intolerancia y degradación (“Él no es de aquí...”, le repiten), pensando en Londres y como se acabó el amor en aquel jodido taxi, o tal vez soñando con Hana, su primer amor. Todos las guerra le han pasado factura, mira entre las fotos intentando encontrar una esperanza, buscando en qué momento se perdió. Despierta su conciencia anestesiada por tanto sufrimiento. Alexander busca resarcirse, ser parte del conflicto, buscar una solución aunque ello le lleve hasta las últimas consecuencias.

Manchevski demuestra cierta habilidad narrativa y un buen pulso en la dirección. La escena del funeral resume a la perfección el trasfondo de la película, se inicia con una música étnica, la cámara rodea a los presentes en el entierro, el director describe el ritual con un suave movimiento de cámara mientras nos muestra como el pueblo vive esta liturgia con gran pasión y rigor, pero conforme vemos sus caras y sus gestos van apareciendo poco a poco las armas, el conflicto. Nos enseña como los conflictos al fin y al cabo lo hacen las personas, la guerra se filtra poco a poco en el día a día. El odio engendra la violencia que el autor enseña sin reservas. Podría ser un ejemplo de cualquier guerra del mundo.
18 de mayo de 2011
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Yo no le habría dejado ir a tomar la sopa.”

(Bruno Ricci a Antonio Ricci)

Posiblemente esta frase no resume la época de la postguerra, pero en esta frase, como en muchas otras del film tan simples pero tan llenas de realidad podemos ver el carácter y la actitud de un pueblo que busca sobrevivir ante tanta penuria; sobreponiéndote a los inconvenientes, mirando por los tuyos. Una película por encima de todo muy humana.

Es una obra clave del Neorrealismo Italiano envuelta en un duro tono realista. Pero en este caso lo duro no es la crudeza de las imágenes o de las situaciones sino la simpleza con que acerca Vittorio de Sica la pobreza de los habitantes de Roma, en este caso de Antonio Ricci y su Familia.

Es cierto que la película está rodada durante los años de la postguerra, ahí está la Roma pobre, sus edificios y sus ruinas pero no por ello es fácil retratar la ciudad de entonces. Es aquí donde vemos a un extraordinario Sica con una gran puesta en escena sin grandilocuencia o relleno sino filmando con gran realismo. No hay más que ver la preciosa escena del amanecer de Roma con esas bicicletas con las escaleras encima o cuando el protagonista vuelve a recoger a su hijo después del primer día de trabajo; la composición de la imagen está muy cuidada.

Tanto en el apartado técnico como artístico esta obra roza lo notable (la fotografía, la música, el guion, el montaje, etc.) pero sobretodo lo que resalta son los actores, tanto los adultos como los niños, están absolutamente creíbles, en sus gestos y en sus palabras. Posiblemente la película pueda tornarse un poco lenta pese a lo corto de su metraje pero es necesario para el avance correcto del film. Puede que por todo esto la película sea tan redonda como lo es.
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Esta película me recuerda bastante a “Alemania, año cero” (1948), pero creo que “El ladrón de bicicletas” es muy superior en todos los aspectos. Porque a lo largo de la película vamos entrando poco a poco en su mundo, y llega un momento en el que nos transmite las sensaciones de los protagonistas; esa fe, ese estímulo que mueve a Ricci.

Hay muchas escenas que podríamos destacar; como después del incidente del puente, fantástico, el padre lleva al niño al restaurante, una alegría necesaria.

El final es prodigioso.
12 de junio de 2011
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
De esta película podríamos decir que marca un final en la tendencia de producir Western en Hollywood. Pero no es solo esto, el film refleja el final de una época muy importante de los EE.UU, la época del salvaje Oeste, la de la Ley del más fuerte, la de sálvese quién pueda, todo esto irá desapareciendo paulatinamente; a partir de entonces el país evolucionará hasta como lo conocemos hoy en día. Se percibe la nostalgia de Ford por el modo de vida de aquellos lugareños que sobrevivían en pueblos remotos repartidos por el extenso territorio norteamericano, alejados de las principales urbes. Pueblos que se encontraban a medio camino entre la nada y la civilización.

Se mezcla el western con el drama y la comedia paródica, y lo vemos claramente reflejado en los diferentes contrastes que se crean con las subtramas como las de del simpático periodista, el padre de Hallie o la elección de representantes. Es un film sostenido por personajes, que no por ello es ni peor, ni mejor, si no que su gran aportación es el contrapunto, la dinámica, que se crea entre los protagonistas con la llegada del personaje de James Stewart al pueblo. Con esto destaco la puesta en escena de interiores, nada de praderas, lugares donde se cuece la película como la imprenta o la cocina, un personaje más donde se forma el drama alejado de las peleas de Saloon.
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El título es perfecto porque precisamente cuando acaba la película con la frase del revisor "lo hacemos con mucho gusto por el hombre que mató a...", es cuando vemos que la historia 'sucumbe' y aparecen los personajes, los que soportan la trama. Es cuando recuerdas Tom Doniphon, brillante John Wayne, el que asesinó al matón imponiendo la ley del Oeste (la salvaje, la sucia, la que no tiene nada de mágica, ni de noble) y no la ley del Congreso, representado por un notable James Stewart. Entiendes el sacrificio que realizó por el pueblo pero, sobre todo, por una causa que ni siquiera era la suya, sino la de Ransom Stoddard; una revolución social y política que sacudirá todo el país siendo el germen de lo que hoy conocemos como EE.UU.

La película está llena de escenas con más o menos dramatismo pero destacar ante todo la relación entre Ransom y Tom. Vemos, conforme avanza el film, a Tom salvándolo una y otra vez de Liberty, un matón del Oeste que por sus maneras parece que adquirió su poder a base de casualidad, gatillo y suerte. Tom, como decía el, se asemeja a Liberty pero él es más que un fuera de la ley avaricioso con ansias de poder, simplemente usa su poder para sobrevivir no para someter. Esa simplemente es la única ley del Oeste, ser los suficientemente fuerte para sobrevivir con lo que tienes.

Entonces, ¿por qué Tom realizaría tremendo sacrificio? Tom actúa por el amor que tiene a Hallie, porque ella se lo pide, porque ella sabe que Ransom es la esperanza de ese pequeño colectivo y quién sabe si del Estado. No se puede sobrevivir eternamente. Tom es un vaquero que vivía en un rancho solitario en busca de un amor... Un amor que llene la larga y agotadora vida que vemos en sus ojos cada vez que arremete contra alguien que no sea Hallie; Tom Doniphon busca su oportunidad. Lo terrible para él es cuando descubre después de la muerte Valance el nuevo destino de Hallie con Ransom, aunque ella nunca dejó de quererlo como se observa en su cara cuando abandona el pueblo.

Al final de la película Hallie y Ransom se dan cuenta de la miserable vida que tuvo Tom después de aquello, lo que sacrificó, aun resuena la frase de "murió sin pistola". Como dice Tom no está orgulloso de como lo mató, incluso algo despreciable para los códigos de pistoleros, pero era lo necesario aunque el fin no fuese el que verdaderamente esperaba. Recordamos como si un rayo nos atravesase la reacción instantánea y violenta de Tom cuando quema la habitación y desamparado se deja caer sobre el sillón abatido y desesperado rodeado de llamas. Un relato bastante amargo.

La disyuntiva es ver como el hombre que representa la Ley y el Orden, la razón y la justicia, se ve obligado, ante la falta de recurso y apoyo, a hacer uso de la violencia para resolver el conflicto como única solución, haciendo frente a un hecho que nadie desea. Sin embargo, el hombre libre debe tomar la responsabilidad y, en este caso, asesinar por la espalda para evitar que todo se tuerza, un sacrificio demasiado grande a cambio de nada...

Hay muchas escenas mencionadas en otras críticas, yo me quedo con la escena cuando Tom busca a Hallie, ella se queda mirándolo, parece una eternidad. Él sabiendo que ha perdido todo sale corriendo y ella quieta le observa desde el interior. Es difícil elegir.
27 de junio de 2011
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un documental de insólita belleza, no es una película convencional, no esta hecha para verla sino para observarla. Es difícil dar forma al resumen de la película, es una experiencia sensorial única y, posiblemente, independiente. Pero me atreveré a dar unas pinceladas.

Para ver esta película hay que tener una actitud activa y receptiva, aquí el sujeto es partícipe directo, extrae los significados que te ofrece esta amalgama de imágenes y metáforas que se muestran ante tus ojos. No se puede tener una actitud pasiva o descriptiva de las hechos que suceden por la pantalla:”Mira las luces” o “Que rápido van esos coches”. Hay que realizar un ejercicio, un esfuerzo reflexivo sobre lo que acontece, no existe un mensaje preestablecido para cada situación, no hay intencionalidad, ni se pretende imponer unos valores, sino mostrarlos. Es una catarata de imágenes en la que cada uno puede crear su propia interpretación, por supuesto el director marca una línea narrativa y estética por la que discurre el film que ayuda a construir nuestras referencias imagen/objeto y sobretodo la relación entre significado y significante.

“Koyaanisqatsi” es un viejo término de los indios Hopi, antigua tribu de los EE.UU, para expresar la idea de “vida fuera del equilibrio”. El documental comienza con unas figuras dibujadas por este pueblo como referente antropológico introductorio. La película se inspira en las profecías Hopi:"Si arrancamos a la tierra sus preciosos materiales estamos invitando al desastre" o "Podrán caer cenizas que quemarán la tierra y harán hervir los océanos". Sobre estas ideas gira el film apoyado sobre unos recursos narrativos y estéticos utilizados de una forma muy curiosa y singular.

Podríamos decir que “Koyaanisqatsi” es una película “circular” creada a través de un enorme flashback que pretende abarcar la historia evolutiva del ser humano en su universalidad, desde sus comienzos más naturales hasta la actualidad, con la creciente expansión y dominación de la tecnología en todos los aspectos cotidianos de la vida. Sin embargo, este desarrollo proviene de la propia naturaleza.El flashback tiene un sentido mitológico/misterioso, por la magia que envuelve el paso del tiempo en la roca y en las personas, y destructivo, por cuanto introduce el aspecto de la destrucción como elemento de unión de la historia; la separación es crear nuevas posibilidades de vida.(sigo spoiler)
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El film está lleno de paisajes naturales de una grandiosidad y una pureza pocas veces vista en otros documentales. Unos territorios que se nos muestra con gran simpleza, como el Gran Cañón con sus escabrosos relieves y sus vastos terrenos, donde se ve la evolución del tiempo; la sensación de serenidad y de armonía se siente con cada sombra dibujada por la luz en esas paredes abruptas, y vemos como la naturaleza juega con sus recursos, con “nuestros” bienes, creando figuras y espacios singulares. Se nos presenta los elementos naturales en su máxima expresión, el viento y los vapores surcando la tierra dibujando siluetas sobre el terreno, la tierra en movimiento o el agua en menor medida como elemento unificador y omnipresente de gran fuerza. Parece como si todos lo elementos formaran una conjunción, todo en equilibrio constante.

Pero el documental no tiene como protagonista la naturaleza, realmente el protagonista es el ser humano; y ese incesante chorro de personas que desembocan en enormes calles cumpliendo un orden “artificialmente” natural. La película plantea el modelo de ciudad contemporánea como un sistema social-tecnológico del que los hombres son complementos de una gran masa, que van de un lugar a otro a divertirse, dormir, a comer, a sufrir, a curarse, a moverse...

La esencia de esta película son las riadas humanas pululando por las avenidas, con rostros perdidos, subiendo escaleras mecánicas como si formase parte de una cadena, de un sistema. Lo sorprendente son las miradas de esas personas que viven en el denominado Estado del Bienestar, miradas vacías, con miedo, dudas, con cierto “pasotismo” y abandono. Una imágenes de ciudades bulliciosas se mezclan con la basura y miseria de los desechos del sistema, de los que no alcanzan a entrar; máquinas de guerra y aviones parecen conjugarse con inacabables filas de automóviles en enormes autopistas, producto de la tecnología. “Edificios que desafían al cielo”, reflejos de su ambición y su impersonalidad. Vemos circuitos que se funden con ciudades a vista de pájaro, todo desarrollado hacia una misma dirección. Personas que caminan con prisas, esclavas de sus trabajos cada vez más separada de la masa, la división del sujeto.

"Este acontecimiento es la transicion de la vieja naturaleza como enclave para la vida humana aun entorno tecnologico, a la tecnologia de las masas como medio para la vida." La película muestra una visión única, nunca antes explorada de la colisión entre dos mundos: el artificial y el natural. El desarrollo humano, las grandes ciudades y los avances tecnológicos, frente a la naturaleza. Koyaanisqatsi nos abre una ventana para mirar a este curioso nuevo mundo que hemos creado, y nos propone observarlo desde una perspectiva ajena, exterior.
11 de agosto de 2012
22 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues es así. Ni más ni menos que teatro convertido en cine, casi como si se hubiesen filmado encima del escenario, y sinceramente creo que eso es lo que pretendía Ralph Fiennes cuando creó esta película. Este hombre que conocía muy bien el material, ya que la representó en numerosas ocasiones en Londres allá por el 2000, nos muestra la tragedia que inmortalizó Shakespeare sobre la vida del legendario general romano Cayo Marcio "Corialano".

Ralph Fiennes sigue paso a paso, palabra por palabra, literalmente, la obra de Shakespeare, hace una revisión moderna de esta tragedia, Corialano gira alrededor del orgullo de su protagonista, o mejor dicho de la ambición de poder, quién es quién para dirigir una nación, nos habla de dirigentes y súbditos, de madre e hijo, de manipulación, de honor, de lealtad y, ante todo, del poder de la palabra.

El problema es que apenas hay ritmo, la vertiginosa cámara en mano se entremezcla con los estáticos y perfectos discursos en inglés antiguo de los protagonistas. La película no encuentra su sentido, se siente densa y no ayuda a conectar del todo con el espectador. Tal vez la dirección semidocumental y esos primerísimos planos ayuden a transmitir en cierta manera, pero al final la parte formal pierde su fuerza y todo se vuelve rutina.

Solo al final comprendemos y sentimos algo por la desdicha de este orgulloso soldado romano. A destacar es el atrevimiento, las ganas, por parte de Ralph Fiennes de adaptar esta tragedia, y sobre todo las magníficas interpretaciones de Vanessa Redgrave y Brian Cox.
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