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Críticas ordenadas por utilidad
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5.9
52,521
3
16 de junio de 2012
16 de junio de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Situémonos: Terrence Malick ha pretendido explicar en poco más de dos horas lo que es difícil expresar en una filmografía completa: el origen y el sentido de la vida en general, así como el origen y el sentido de la condición humana en particular; todo ello desde un prisma religioso y planteando preguntas retóricas que (como tales) quedan sin respuesta tras el visionado de este film.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Malick intenta hacer todo esto poniendo el foco en una familia americana de clase media de los años 50-60 del siglo pasado, y saltando vía flashback al presente e incluso a pasados más remotos. Se intercalan los diferentes planos temporales y de fondo los diferentes personajes, cual voz en off, se preguntan sobre lo humano y lo divino. De fondo, tanto se pueden ver dinosaurios como a Sean Penn en una ciudad del siglo XXI, dependiendo del minuto de película en el que nos encontremos.
Bien, hecha ya esta primera toma de contacto con lo que es la película, vamos a por la crítica propiamente dicha. Visualmente nos hallamos ante un portento de film, pero si rascas un poco, está vacío. Es como un envoltorio de celofán sin su correspondiente caramelo dentro. No creo posible explicar todo lo que Malick quiere explicar a golpe de fondos de pantalla de Windows (me remito a los minutos 19 y siguientes de película, durante casi diez minutos). Y los diez minutos finales de película son también de traca: ¿qué sustancia psicotrópica se ha tomado Sean Penn para reencontrarse con todos los personajes clave su infancia? Y sobre todo, ¿qué sentido tiene?
La verdad, me parece una película no pretenciosa, sino lo siguiente. Tras la socorrida etiqueta de "final abierto" o "película que se puede interpretar de muchas maneras" se escuda un bluff sólo apto para gafapastas de pelo lacio y camisas de cuadros.
Bien, hecha ya esta primera toma de contacto con lo que es la película, vamos a por la crítica propiamente dicha. Visualmente nos hallamos ante un portento de film, pero si rascas un poco, está vacío. Es como un envoltorio de celofán sin su correspondiente caramelo dentro. No creo posible explicar todo lo que Malick quiere explicar a golpe de fondos de pantalla de Windows (me remito a los minutos 19 y siguientes de película, durante casi diez minutos). Y los diez minutos finales de película son también de traca: ¿qué sustancia psicotrópica se ha tomado Sean Penn para reencontrarse con todos los personajes clave su infancia? Y sobre todo, ¿qué sentido tiene?
La verdad, me parece una película no pretenciosa, sino lo siguiente. Tras la socorrida etiqueta de "final abierto" o "película que se puede interpretar de muchas maneras" se escuda un bluff sólo apto para gafapastas de pelo lacio y camisas de cuadros.

8.2
31,423
6
30 de junio de 2012
30 de junio de 2012
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película me ha recordado en bastantes escenas a esa típica película de terror en la que la (también) típica chica rubia hace aquello que normalmente nunca nadie de nosotros haríamos. Y en esos momentos gritamos desde nuestros sofás:
"NOOOO!!! No te metas ahí!!! Que ahí está el asesino malo malísimo que te va a descuartizaaaar!!!"
Pues eso, en más de una ocasión yo he tenido esa sensación con Janet Leigh. Y a partir de aquí vienen todos los spoilers, uno tras otro.
"NOOOO!!! No te metas ahí!!! Que ahí está el asesino malo malísimo que te va a descuartizaaaar!!!"
Pues eso, en más de una ocasión yo he tenido esa sensación con Janet Leigh. Y a partir de aquí vienen todos los spoilers, uno tras otro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En fin, me remito a un ejemplo práctico, en concreto a la segunda escena del filme. Recordemos que acaba de volar un coche por los aires y un asesino anda suelto. Vargas (Charlton Heston) le pide a su mujer Susie (Janet Leigh) que vaya al hotel, en el otro lado de la frontera mexicana y lo espere ahí. Pues bien, a Susie no se le ocurre mejor cosa que hacer caso al primer desconocido (con una pinta de malote que tira de espaldas) y seguirle hacia quién sabe dónde. Ay, alma de cántaro... ese sabio consejo de nuestras madres de "no ir con desconocidos" (y aún menos en un país extranjero y yendo sola y - recordemos - con un asesino suelto a pocos metros a la redonda), Janet Leigh no lo tenía muy asimilado.
Luego hay otros dos detalles que me han matado de esta película, que aunque parezcan una tontería, creo que son para tener en cuenta con una película con vocación de verosímil:
1. La primera es la cuestión idiomática: ya aparte del macarrónico español de Charlton Heston (¿por qué no pondrían a Anthony Quinn?), a veces hay unos giros poco realistas. En la escena de la pelea, se me hace como mínimo raro un mexicano le pida a otro hablar en inglés (?). Evidentemente que el público anglosajón agradece la comodidad de escuchar la película en su idioma, pero aun a sabiendas del motivo de este giro, no deja de chirriarme.
2. El olvido del bastón. A ver, de acuerdo que Quinlan (Orson Welles) en el momento de asesinar a Grandi iba borracho como una cuba. Pero igualmente se me hace raro, muy raro, que alguien que lleva 30 años ejerciendo como policía se olvide su bastón al lado del cadáver. Y más aún cuando lo necesita para caminar bien o medio bien.
Sé que son detalles que por sí solos no deberían arruinar una película, pero no nos debemos de olvidar de dos cosas: la primera, que se trata de una trama policíaca, con lo cual todas las piezas deben encajar de forma milimétrica. Y hay comportamientos de los personajes que - lo siento mucho - no me cuadran para nada. Y segundo, se trata de una película de Orson Welles. La verdad, esperaba más.
Luego hay otros dos detalles que me han matado de esta película, que aunque parezcan una tontería, creo que son para tener en cuenta con una película con vocación de verosímil:
1. La primera es la cuestión idiomática: ya aparte del macarrónico español de Charlton Heston (¿por qué no pondrían a Anthony Quinn?), a veces hay unos giros poco realistas. En la escena de la pelea, se me hace como mínimo raro un mexicano le pida a otro hablar en inglés (?). Evidentemente que el público anglosajón agradece la comodidad de escuchar la película en su idioma, pero aun a sabiendas del motivo de este giro, no deja de chirriarme.
2. El olvido del bastón. A ver, de acuerdo que Quinlan (Orson Welles) en el momento de asesinar a Grandi iba borracho como una cuba. Pero igualmente se me hace raro, muy raro, que alguien que lleva 30 años ejerciendo como policía se olvide su bastón al lado del cadáver. Y más aún cuando lo necesita para caminar bien o medio bien.
Sé que son detalles que por sí solos no deberían arruinar una película, pero no nos debemos de olvidar de dos cosas: la primera, que se trata de una trama policíaca, con lo cual todas las piezas deben encajar de forma milimétrica. Y hay comportamientos de los personajes que - lo siento mucho - no me cuadran para nada. Y segundo, se trata de una película de Orson Welles. La verdad, esperaba más.
2
10 de noviembre de 2015
10 de noviembre de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo reconozco: sería totalmente injusto ponerle un 1 a esta película dados los momentos de hilarante carcajada que me ha brindado. Los intentaré desglosar de la forma más lógica y coherente posible (tarea harto difícil, dado lo demencial e inconexo de la... ¿trama? [no sé si el relato continuado de sucesos que se encadenan merecen este nombre]).
El primero de ellos, la situación de ella: me parece fascinante eso de reservar su flor para alguien que la merezca y que se la acabe dando a un tipo que ya te dice que no hace el amor, sino que *tirorí* duro (por "tirorí", entiéndase esa palabra que empieza por "f" y acaba por "olla" que me podrían censurar en cualquier foro de internet). ¡Ole ese criterio! De cero a cien en diez segundos, ríase usted de los bólidos de la fórmula 1.
El segundo de ellos, la reacción de ella ante las pistas que le indican que "igual" los gustos del señor Grey no son todo lo convencionales que a ella le gustaría: pero vamos a ver, chiquilla... ¡Si el cuarto rojo de Grey parece el taller del de Bricomanía! ¿Qué te crees, que si tiene todas esas herramientas sólo va a utilizar un destornillador de estrella o una llave Allen? No, hija, no...
El tercero de ellos (y que da nombre a mi crítica), es el concepto del "sadocalzonazos". O sadomasoquista romántico. O "Cincuenta moñas de Grey", lo que prefiráis. O "soy chungo, muy chungo, pero eso sí, te voy a pedir permiso, porfa, porfa, porfa, para ver si te puedo atar y pasar el plumero por encima. ¡Ah! ¿Te he dicho ya lo chungo que soy? Por cierto, para que veas también cómo llego a ser de oscuro y misterioso, me pongo a tocar melodías tristes al piano. Que se note que tengo sentimientos. ¡Ah! Pero soy muy chungo, no lo olvides; aunque eso sí, te seguiré como un perrillo hasta donde sea si hace falta". Y es que el niño nos ha salido así de cansino...
El cuarto de ellos, aunque se infiere de todos los puntos anteriores, es el de los estereotipos que preñan cada fotograma de esta película: la estudiante brillante y recatada a la que le va la marcha, pero sólo lo justito, y que sueña con "redimir" al oscuro Grey o en su defecto, domesticarlo. Y qué decir de él, Christian Grey, millonario, guapo y vicioso, acostumbrado a tener el mundo a sus pies, y frustrado y confuso ante la constatación de que ni todo se compra, ni todos se doblegarán a él: ¡felicidades, machote! ¡Bienvenido al mundo real!
Y quinto: desde los hermanos Marx, que un contrato no me hace reír tanto. Aunque la diferencia estriba en que en el caso de "Cincuenta moñas de Grey", ésa no era la intención. O eso creo.
Ya no me meto con las consideraciones morales y éticas (quizás las más obvias), que las habría para rellenar muchos más párrafos. Pero ya he perdido dos horas a causa de esta película y, francamente, no merece más.
El primero de ellos, la situación de ella: me parece fascinante eso de reservar su flor para alguien que la merezca y que se la acabe dando a un tipo que ya te dice que no hace el amor, sino que *tirorí* duro (por "tirorí", entiéndase esa palabra que empieza por "f" y acaba por "olla" que me podrían censurar en cualquier foro de internet). ¡Ole ese criterio! De cero a cien en diez segundos, ríase usted de los bólidos de la fórmula 1.
El segundo de ellos, la reacción de ella ante las pistas que le indican que "igual" los gustos del señor Grey no son todo lo convencionales que a ella le gustaría: pero vamos a ver, chiquilla... ¡Si el cuarto rojo de Grey parece el taller del de Bricomanía! ¿Qué te crees, que si tiene todas esas herramientas sólo va a utilizar un destornillador de estrella o una llave Allen? No, hija, no...
El tercero de ellos (y que da nombre a mi crítica), es el concepto del "sadocalzonazos". O sadomasoquista romántico. O "Cincuenta moñas de Grey", lo que prefiráis. O "soy chungo, muy chungo, pero eso sí, te voy a pedir permiso, porfa, porfa, porfa, para ver si te puedo atar y pasar el plumero por encima. ¡Ah! ¿Te he dicho ya lo chungo que soy? Por cierto, para que veas también cómo llego a ser de oscuro y misterioso, me pongo a tocar melodías tristes al piano. Que se note que tengo sentimientos. ¡Ah! Pero soy muy chungo, no lo olvides; aunque eso sí, te seguiré como un perrillo hasta donde sea si hace falta". Y es que el niño nos ha salido así de cansino...
El cuarto de ellos, aunque se infiere de todos los puntos anteriores, es el de los estereotipos que preñan cada fotograma de esta película: la estudiante brillante y recatada a la que le va la marcha, pero sólo lo justito, y que sueña con "redimir" al oscuro Grey o en su defecto, domesticarlo. Y qué decir de él, Christian Grey, millonario, guapo y vicioso, acostumbrado a tener el mundo a sus pies, y frustrado y confuso ante la constatación de que ni todo se compra, ni todos se doblegarán a él: ¡felicidades, machote! ¡Bienvenido al mundo real!
Y quinto: desde los hermanos Marx, que un contrato no me hace reír tanto. Aunque la diferencia estriba en que en el caso de "Cincuenta moñas de Grey", ésa no era la intención. O eso creo.
Ya no me meto con las consideraciones morales y éticas (quizás las más obvias), que las habría para rellenar muchos más párrafos. Pero ya he perdido dos horas a causa de esta película y, francamente, no merece más.
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