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3
13 de enero de 2017
13 de enero de 2017
81 de 133 usuarios han encontrado esta crítica útil
HBO no siempre es sinónimo de "éxito" o "calidad", por mucho que algunos lo crean y Westworld es un claro ejemplo de ello.
No son pocos los colegas y amigos que me la presentaron como "la mejor serie de la temporada" ("de todos los tiempos", llegó a afirmar alguno); pues bien, nada de eso.
En la vida he visto algo tan pretencioso, ampuloso, ridículo, absurdo y aburrido, sobre todo aburrido, como esta serie. De verdad. ¿Qué tiene cosas buenas? Sí, claro. La imagen está muy cuidada, se ve que goza de un buen presupuesto, algunos actores sobresalientes (dos o tres, tampoco más, ya podéis imaginar quiénes) pero el resto es badofia pura. Tal cual.
Uno empieza a ver los primeros episodios con esperanza: los clientes que llegan y pueden hacer lo que quieran, follan, matan, son inmunes a los ataques de los robots pero todo parece real. OK. ¡Anda, mira! ¡Black Hole Sun! ¡Qué chulo! Ummmm, ¡tetas!, gratuitas, sí, pero oye, bien. Y luego cosas misteriosas: Ed Harris sin nombre, ¿quién cojones es el tal Arnold?. Bueno, claro, que está el J.J.Abrams detrás, así que claro. Bueno, no está mal. Sigamos. Episodio dos. Más de lo mismo. Episodio tres, lo mismo otra vez. Episodio cuarto, ¿lo imagináis? Sí, otra vez lo mismo. Ya empieza a parecer el día de la marmota. Bueno, claro, los Nolan, ya sabemos cómo son y lo que les gusta todo esto de los flashbacks y tal. Episodio quinto...lo mismo otra vez...
No sé a partir de qué episodio empecé a cansarme pero bueno, seguí a pesar de todo porque me prometían que iba mejorando, sobre todo a partir del séptimo episodio. El famoso SÉPTIMO EPISODIO. ¿¡En serio!? ¿¿¡¡Eso era todo lo que tenía que ofrecerme!!?? Paso incluso de hacer spoilers. Aun así, soy de los que les gusta terminar las cosas que empiezan y me aseguraban que los dos últimos episodios eran gloria bendita, que no podía criticar la serie sin haber terminado la temporada. Pues aquí estoy, con la serie terminada para decir que es PUTA MIERDA. Un despropósito. Los desenlaces de los misterios son decepcionantes y ridículos, pero TODOS, sin excepción. El cierre decían que incitaba a ver la segunda temporada. Pues qué va. Yo con esta he tenido bastante señores.
No son pocos los colegas y amigos que me la presentaron como "la mejor serie de la temporada" ("de todos los tiempos", llegó a afirmar alguno); pues bien, nada de eso.
En la vida he visto algo tan pretencioso, ampuloso, ridículo, absurdo y aburrido, sobre todo aburrido, como esta serie. De verdad. ¿Qué tiene cosas buenas? Sí, claro. La imagen está muy cuidada, se ve que goza de un buen presupuesto, algunos actores sobresalientes (dos o tres, tampoco más, ya podéis imaginar quiénes) pero el resto es badofia pura. Tal cual.
Uno empieza a ver los primeros episodios con esperanza: los clientes que llegan y pueden hacer lo que quieran, follan, matan, son inmunes a los ataques de los robots pero todo parece real. OK. ¡Anda, mira! ¡Black Hole Sun! ¡Qué chulo! Ummmm, ¡tetas!, gratuitas, sí, pero oye, bien. Y luego cosas misteriosas: Ed Harris sin nombre, ¿quién cojones es el tal Arnold?. Bueno, claro, que está el J.J.Abrams detrás, así que claro. Bueno, no está mal. Sigamos. Episodio dos. Más de lo mismo. Episodio tres, lo mismo otra vez. Episodio cuarto, ¿lo imagináis? Sí, otra vez lo mismo. Ya empieza a parecer el día de la marmota. Bueno, claro, los Nolan, ya sabemos cómo son y lo que les gusta todo esto de los flashbacks y tal. Episodio quinto...lo mismo otra vez...
No sé a partir de qué episodio empecé a cansarme pero bueno, seguí a pesar de todo porque me prometían que iba mejorando, sobre todo a partir del séptimo episodio. El famoso SÉPTIMO EPISODIO. ¿¡En serio!? ¿¿¡¡Eso era todo lo que tenía que ofrecerme!!?? Paso incluso de hacer spoilers. Aun así, soy de los que les gusta terminar las cosas que empiezan y me aseguraban que los dos últimos episodios eran gloria bendita, que no podía criticar la serie sin haber terminado la temporada. Pues aquí estoy, con la serie terminada para decir que es PUTA MIERDA. Un despropósito. Los desenlaces de los misterios son decepcionantes y ridículos, pero TODOS, sin excepción. El cierre decían que incitaba a ver la segunda temporada. Pues qué va. Yo con esta he tenido bastante señores.
Miniserie

7.3
2,482
10
7 de noviembre de 2017
7 de noviembre de 2017
45 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, lo digo tal cual y lo repito: esta serie tiene tal calidad, que cuesta creer que sea de origen español. Es tan buena, que es incluso mejor que cualquiera de la HBO.
Son varios los aspectos que llevan a este éxito o acierto y voy a pasar a enumerarlos desde mi humilde punto de vista.
En primer lugar, el elenco de actores principales, la mayoría de ellos poco conocidos. No he indagado en las filmografías de cada uno de ellos y no creo que hayan salido de la nada, seguro habrán actuado como secundarios en diversas películas pero, para abreviar, no han metido a los típicos actores de pacotilla que deben aparecer sí o sí en toda serie que se quiera garantizar una audiencia masiva. Que se olviden de esta serie los que busquen en ella guaperas de turno, cuerpos esculturales y actrices hermosas y populares. La única cara claramente reconocida es la de Aitana Sánchez Gijón, que interpreta a una reina Isabel bastante creíble y lejos de toda figura sexualizada e idealizada como se nos ha mostrado en otras producciones, no creo que sea necesario dar más datos...
El vestuario y ambientación: se ha prestado la máxima atención para recrear el aspecto de la época, tanto en las localizaciones elegidas como en el vestuario y atrezo. Los personajes lucen un aspecto sucio y descuidado como sin duda debería de ser, sus cuerpos son enjutos, de pasar hambre y penurias y parecen ser lo que son, es decir, gente que no tenía nada que perder, gente humilde, maleantes, delincuentes, lo cual afecta igualmente a su modo de hablar y comportarse. Por contra, aquellos "hidalgos" o capitanes, tienen un aspecto más cuidado y acorde a su status. Lo mismo ocurre con los indígenas, elegidos con minuciosidad, respetando el idioma y su aspecto original antes de la conquista. Se agradece que Colón no luzca el ridículo peinado con el que siempre lo hemos identificado a través de sus representaciones pictóricas, de tal modo que cuesta identificarlo al principio.
El guión: de nuevo magistral, audaz, inteligente, mordaz en ocasiones. Cierto es que no se usa el castellano antiguo de la época, si no algo a medio camino, pero tampoco es menester.
Por otro lado, la voz en off a modo de narrador omnisciente, en contra de lo que pueda parecer, se hace amena, poniendo el contrapunto a los acontecimientos desde el punto de vista de un supuesto marinero que vivió en primera persona todo aquello.
Rigor histórico: era una de mis principales preocupaciones, que la serie se convirtiera en un alegato progre en defensa de la causa indígena frente al holocausto castellano. O lo contrario, la vanagloria del pasado glorioso. Pero no, se describe tal cual y cada personaje actúa de modo a su carácter, habiendo así personajes más o menos crueles, pero ninguno impío. Todos tienen sus defectos y su parte humana, buena y malvada. Eso incluye a los indios también, habiendo tribus pacíficas frente a otras violentas y no negando tampoco que la vida en el nuevo mundo antes de la llegada europea no el paraíso que algunos pretenden vender. La historia se centra en lo que debe, que es mostrar el proceso de conquista sin titubeos y con el rigor de un documental histórico. No se anda por las ramas con absurdas tramas de amor empalagoso, por lo menos hasta donde he visto (episodio cuarto), con las limitaciones, eso sí, de condensar un gran espacio de tiempo en tan poco metraje. No obstante, yo espero que esto se aproveche de cara a nuevas producciones, dado que nuestra historia da para esto y mucho más y se puede aprovechar su valor didáctico.
Fotografía: no es que sea yo un experto, ni mucho menos, pero la calidad de la misma es sobresaliente. La elección de la cámara al hombro me parece un acierto total que lo aleja de las producciones clásicas al tiempo que le da un aire mucho más cinematográfico. Las localizaciones, los filtros usados, la iluminación, todo está cuidado al detalle para que uno se sienta como en la época.
Sonido: banda sonora a cargo de Silberius de Ura. Sus composiciones nos retrotraen a tiempos pretéritos y remotos lo cual encaja a la perfección como sonido de fondo. No podría haberse elegido a nadie mejor. De nuevo un diez en este aspecto.
Emoción: Como en las buenas series, en ocasiones empatizas con un personaje por sus actos o valentía, a veces españoles, a veces indígenas, te dejas de llevar por sus actos y en ocasiones te gustaría estar en su piel o te indignan lo que hacen y sientes pena y repulsa. Todos tienen su lado bueno y malo. Las sensaciones en este caso son incluso superiores a otras superproducciones como Vikings o Game of Thrones. Para mí, mucho mejor.
Algunos espectadores críticos y puntillosos querrán politizar esta serie como hacen con todo, pero yo os pido que los ignoréis y que no os condicionen para ver esta maravilla de producción que, yo creo, marca un antes y un después en las series de factura nacional.
En serio, disfrútenla y recomiéndenla con orgullo.
Son varios los aspectos que llevan a este éxito o acierto y voy a pasar a enumerarlos desde mi humilde punto de vista.
En primer lugar, el elenco de actores principales, la mayoría de ellos poco conocidos. No he indagado en las filmografías de cada uno de ellos y no creo que hayan salido de la nada, seguro habrán actuado como secundarios en diversas películas pero, para abreviar, no han metido a los típicos actores de pacotilla que deben aparecer sí o sí en toda serie que se quiera garantizar una audiencia masiva. Que se olviden de esta serie los que busquen en ella guaperas de turno, cuerpos esculturales y actrices hermosas y populares. La única cara claramente reconocida es la de Aitana Sánchez Gijón, que interpreta a una reina Isabel bastante creíble y lejos de toda figura sexualizada e idealizada como se nos ha mostrado en otras producciones, no creo que sea necesario dar más datos...
El vestuario y ambientación: se ha prestado la máxima atención para recrear el aspecto de la época, tanto en las localizaciones elegidas como en el vestuario y atrezo. Los personajes lucen un aspecto sucio y descuidado como sin duda debería de ser, sus cuerpos son enjutos, de pasar hambre y penurias y parecen ser lo que son, es decir, gente que no tenía nada que perder, gente humilde, maleantes, delincuentes, lo cual afecta igualmente a su modo de hablar y comportarse. Por contra, aquellos "hidalgos" o capitanes, tienen un aspecto más cuidado y acorde a su status. Lo mismo ocurre con los indígenas, elegidos con minuciosidad, respetando el idioma y su aspecto original antes de la conquista. Se agradece que Colón no luzca el ridículo peinado con el que siempre lo hemos identificado a través de sus representaciones pictóricas, de tal modo que cuesta identificarlo al principio.
El guión: de nuevo magistral, audaz, inteligente, mordaz en ocasiones. Cierto es que no se usa el castellano antiguo de la época, si no algo a medio camino, pero tampoco es menester.
Por otro lado, la voz en off a modo de narrador omnisciente, en contra de lo que pueda parecer, se hace amena, poniendo el contrapunto a los acontecimientos desde el punto de vista de un supuesto marinero que vivió en primera persona todo aquello.
Rigor histórico: era una de mis principales preocupaciones, que la serie se convirtiera en un alegato progre en defensa de la causa indígena frente al holocausto castellano. O lo contrario, la vanagloria del pasado glorioso. Pero no, se describe tal cual y cada personaje actúa de modo a su carácter, habiendo así personajes más o menos crueles, pero ninguno impío. Todos tienen sus defectos y su parte humana, buena y malvada. Eso incluye a los indios también, habiendo tribus pacíficas frente a otras violentas y no negando tampoco que la vida en el nuevo mundo antes de la llegada europea no el paraíso que algunos pretenden vender. La historia se centra en lo que debe, que es mostrar el proceso de conquista sin titubeos y con el rigor de un documental histórico. No se anda por las ramas con absurdas tramas de amor empalagoso, por lo menos hasta donde he visto (episodio cuarto), con las limitaciones, eso sí, de condensar un gran espacio de tiempo en tan poco metraje. No obstante, yo espero que esto se aproveche de cara a nuevas producciones, dado que nuestra historia da para esto y mucho más y se puede aprovechar su valor didáctico.
Fotografía: no es que sea yo un experto, ni mucho menos, pero la calidad de la misma es sobresaliente. La elección de la cámara al hombro me parece un acierto total que lo aleja de las producciones clásicas al tiempo que le da un aire mucho más cinematográfico. Las localizaciones, los filtros usados, la iluminación, todo está cuidado al detalle para que uno se sienta como en la época.
Sonido: banda sonora a cargo de Silberius de Ura. Sus composiciones nos retrotraen a tiempos pretéritos y remotos lo cual encaja a la perfección como sonido de fondo. No podría haberse elegido a nadie mejor. De nuevo un diez en este aspecto.
Emoción: Como en las buenas series, en ocasiones empatizas con un personaje por sus actos o valentía, a veces españoles, a veces indígenas, te dejas de llevar por sus actos y en ocasiones te gustaría estar en su piel o te indignan lo que hacen y sientes pena y repulsa. Todos tienen su lado bueno y malo. Las sensaciones en este caso son incluso superiores a otras superproducciones como Vikings o Game of Thrones. Para mí, mucho mejor.
Algunos espectadores críticos y puntillosos querrán politizar esta serie como hacen con todo, pero yo os pido que los ignoréis y que no os condicionen para ver esta maravilla de producción que, yo creo, marca un antes y un después en las series de factura nacional.
En serio, disfrútenla y recomiéndenla con orgullo.
2 de noviembre de 2018
2 de noviembre de 2018
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pérdida de un artista como Freddie, a tan temprana edad y por la razón que todos conocemos, es motivo más que suficiente para conmover a cualquier fan, de modo que no se requiere siquiera la interpretación de un actor cuando ya tenemos su música para ello. Los primeros acordes de "Who wants to live forever" son más que suficientes para emocionarnos y hacer brotar nuestras lágrimas, por su significado y por lo que implican; más aun cuando se acompaña de imágenes o testimonios. La lágrima es inevitable.
Así pues, el espectador fan del grandioso Mercury, se emocionará al seguir sus pasos a través del film, pero lo justo, mucho menos de lo que podría haber sido si hubieran ahondado un poco más en ciertos aspectos de su vida como podrían haber sido la soledad, la vacuidad de la vida después de una de sus fiestas salvajes, cómo afrontar la enfermedad, sus últimos años de vida. Todo esto queda en un segundo plano y apenas un esbozo ocasional en ciertas partes de la película.
Tenemos, por otro lado, muchas y muy grandes escenas de conciertos, con magistrales interpretaciones, pero para eso también nos vale ir a ver a una de las muchas bandas tributo que existen. Se ve que detrás de la producción está el resto de la banda, que no querían que fuera solo un biopic de Freddie, y sí de la banda. Que quede bien claro esto, Freddie es el protagonista, obviamente, pero no es solo su biografía. Así que veremos momentos cómicos, momentos tiernos, momentos agradables, desagradables, peleas internas...lo típico.
Pero claro, te ponen "Who wants to live forever" y, ¿qué vas a hacer? Pues llorar. Llorar como uno de los fans del público que recrea la escena del mítico Live Aid, coetáneo de los artistas, y que se abraza al que probablemente sea su hijo, o eso quise pensar yo, y que llora, como hacemos los demás, al recordar todo lo que nos dio el grandísimo y eterno Freddie.
Así pues, el espectador fan del grandioso Mercury, se emocionará al seguir sus pasos a través del film, pero lo justo, mucho menos de lo que podría haber sido si hubieran ahondado un poco más en ciertos aspectos de su vida como podrían haber sido la soledad, la vacuidad de la vida después de una de sus fiestas salvajes, cómo afrontar la enfermedad, sus últimos años de vida. Todo esto queda en un segundo plano y apenas un esbozo ocasional en ciertas partes de la película.
Tenemos, por otro lado, muchas y muy grandes escenas de conciertos, con magistrales interpretaciones, pero para eso también nos vale ir a ver a una de las muchas bandas tributo que existen. Se ve que detrás de la producción está el resto de la banda, que no querían que fuera solo un biopic de Freddie, y sí de la banda. Que quede bien claro esto, Freddie es el protagonista, obviamente, pero no es solo su biografía. Así que veremos momentos cómicos, momentos tiernos, momentos agradables, desagradables, peleas internas...lo típico.
Pero claro, te ponen "Who wants to live forever" y, ¿qué vas a hacer? Pues llorar. Llorar como uno de los fans del público que recrea la escena del mítico Live Aid, coetáneo de los artistas, y que se abraza al que probablemente sea su hijo, o eso quise pensar yo, y que llora, como hacemos los demás, al recordar todo lo que nos dio el grandísimo y eterno Freddie.
Documental

7.1
3,128
8
24 de octubre de 2018
24 de octubre de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con motivo del 50º aniversario del estreno de la película "El bueno, el feo y el malo", un pequeño grupo de fans del mítico western de Sergio Leone se propone localizar y recuperar, tras cincuenta años de abandono, el escenario original donde se rodó la secuencia final.
En torno a este objetivo común, se nos irán presentando progresivamente cada uno de los protagonistas del documental, con sus vivencias personales y motivaciones para llevar a cabo esta proeza (o locura) así como su relación con la emblemática película protagonizada por Clint Eastwood, elevado a la categoría de deidad por estos arqueólogos del cine. Porque en el fondo son eso, una mezcla de arqueólogos por un lado y, por otro, los acólitos de un dios: Clint Eastwood.
De este modo, y como si se trataran de unos Indiana Jones del medio cinematográfico, se podría comparar su búsqueda con aquella del Santo Grial o el arca prohibida y, si entre las ruinas de aquel remoto valle de Burgos se hubiera hallado el poncho de Clint, sin duda lo habrían adorado igual que adoran los creyentes de Cristo a la sábana santa.
Es esta especie de mitificación, lo que va sumando poco a poco, y gracias también a las ingeniosas iniciativas de sus principales promotores, cada vez más adeptos que se unen voluntariamente y por amor al arte a este rocambolesco proyecto cuyo objetivo no es otro que recuperar una parte de su infancia o de sus vidas, un recuerdo marcado por el cine, como tantas y tantas veces ocurre, solo que en este caso es posible recuperarlo, volver allí donde se rodó y pisar el suelo que pisaron sus intérpretes y creadores. Y es esto lo que emociona al espectador, esa pasión y esfuerzo por restaurar ese terreno casi místico que marcó sus vidas.
Y así, por momentos durante el metraje, uno deja de ver a unos tíos de 40 y tantos años o más, y ve a unos niños que sueñan con volver a ser vaqueros jugando con sus revólveres. Es lo que conmueve y lo que da envidia también, porque yo también quiero jugar a ser vaquero otra vez.
En torno a este objetivo común, se nos irán presentando progresivamente cada uno de los protagonistas del documental, con sus vivencias personales y motivaciones para llevar a cabo esta proeza (o locura) así como su relación con la emblemática película protagonizada por Clint Eastwood, elevado a la categoría de deidad por estos arqueólogos del cine. Porque en el fondo son eso, una mezcla de arqueólogos por un lado y, por otro, los acólitos de un dios: Clint Eastwood.
De este modo, y como si se trataran de unos Indiana Jones del medio cinematográfico, se podría comparar su búsqueda con aquella del Santo Grial o el arca prohibida y, si entre las ruinas de aquel remoto valle de Burgos se hubiera hallado el poncho de Clint, sin duda lo habrían adorado igual que adoran los creyentes de Cristo a la sábana santa.
Es esta especie de mitificación, lo que va sumando poco a poco, y gracias también a las ingeniosas iniciativas de sus principales promotores, cada vez más adeptos que se unen voluntariamente y por amor al arte a este rocambolesco proyecto cuyo objetivo no es otro que recuperar una parte de su infancia o de sus vidas, un recuerdo marcado por el cine, como tantas y tantas veces ocurre, solo que en este caso es posible recuperarlo, volver allí donde se rodó y pisar el suelo que pisaron sus intérpretes y creadores. Y es esto lo que emociona al espectador, esa pasión y esfuerzo por restaurar ese terreno casi místico que marcó sus vidas.
Y así, por momentos durante el metraje, uno deja de ver a unos tíos de 40 y tantos años o más, y ve a unos niños que sueñan con volver a ser vaqueros jugando con sus revólveres. Es lo que conmueve y lo que da envidia también, porque yo también quiero jugar a ser vaquero otra vez.
9
16 de octubre de 2020
16 de octubre de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en hechos reales, Sacha interpreta el papel de un espía israelí que logra infiltrarse en las altas esferas de la sociedad siria para obtener así información para su país. A través de sus seis episodios, experimentaremos la transformación de un hombre sencillo que vive desdoblado entre su vida en Israel, como hombre de a pie, y la del agente infiltrado en Siria.
Siempre supe que tras el disfraz de payaso que acostumbra vestir Sacha Baron Cohen había un talento descomunal y un actor con letras mayúsculas y no me equivocaba. Ya pasó con otros actores cómicos como Jim Carrey o Robin Williams; solo basta con que les den la oportunidad para demostrar lo que son capaces de ofrecer. Esta oportunidad por fin ha llegado para Sacha y, desde luego, no la ha desaprovechado.
El talento de Baron Cohen se demuestra en la magnífica interpretación que nos hará sufrir con él, sentir la la presión, el dolor y el sufrimiento de su personaje. Incluso en los momentos más serenos, la presencia de Sacha basta por sí sola para llenar la pantalla y mantenernos atentos.
Una serie que atrapa desde el principio, y con una progresión perfecta en sus seis episodios, que nos mantienen en tensión constante ante el peligro siempre presente de ser descubierto.
Una serie muy, muy recomendable ideal para ver del tirón.
Siempre supe que tras el disfraz de payaso que acostumbra vestir Sacha Baron Cohen había un talento descomunal y un actor con letras mayúsculas y no me equivocaba. Ya pasó con otros actores cómicos como Jim Carrey o Robin Williams; solo basta con que les den la oportunidad para demostrar lo que son capaces de ofrecer. Esta oportunidad por fin ha llegado para Sacha y, desde luego, no la ha desaprovechado.
El talento de Baron Cohen se demuestra en la magnífica interpretación que nos hará sufrir con él, sentir la la presión, el dolor y el sufrimiento de su personaje. Incluso en los momentos más serenos, la presencia de Sacha basta por sí sola para llenar la pantalla y mantenernos atentos.
Una serie que atrapa desde el principio, y con una progresión perfecta en sus seis episodios, que nos mantienen en tensión constante ante el peligro siempre presente de ser descubierto.
Una serie muy, muy recomendable ideal para ver del tirón.
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