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Críticas ordenadas por utilidad
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6.5
5,464
8
17 de mayo de 2013
17 de mayo de 2013
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no he encontrado esa "peli random" que muchos tachan. Lo que sí he encontrado son grandes opuestos a lo largo del metraje que hacen de Gummo algo interesante:
1. Un film que se podría calificar de docuficción. Se le da un aspecto casero para parecer más realista y con una narración yuxtapuesta muy sencillita, pero a la vez se utilizan metáforas bizarras para alejarnos de esa realidad. Primer opuesto.
2. Se emplean mayormente como personajes a niños y jóvenes como analogía de la decadencia adulta: Los niños vestidos de sheriff no representaban otra cosa que lo que estamos acostumbrados a ver como la figura policial Norteamericana. La chica deficiente que se pasa el día fregando y cuidando de su "hijo", es una metáfora del sometimiento machista de la Norteamérica conservadora. Las hermanas rubias que se ensanchan los pezones o especulan sobre la bulimia, son el retrato de los maltratos corporales de una sociedad basada en una belleza estereotipada e insana. Y así un largo etcétera para reivindicar que, no es que sean casos extraños, sólo son sucesos en personas diferentes y sacados de contexto. Entonces, ¿estupidez sin sentido y bizarra o película crítica? Segundo opuesto.
3. Y el tercer pilar sobre el que me detendré es el cariz moral que tiene el guion. Se tratan temas como la pobreza, la eutanasia, los trastornos alimenticios, la prostitución, la pederastia, la droga, las violaciones, la violencia... Y todo desde una focalización espectatorial, que rechaza cualquier juicio o crítica desde la propia narración, incluso rechaza la identificación de los personajes yuxtaponiendo sus historias sin aparente relación. Es una película moralista y amoral, pero nunca enjuicia a los personajes, de eso ya nos encargaremos nosotros si es que no sabemos ver más allá.
Entonces, docuficción, representación de la decadencia de una sociedad mediante adolescentes y una moralidad implícita, hacen que Gummo no sea sólo un niño con el tórax abombado comiendo espaguetis en su bañera mientras su madre lo enjabona. Al menos no para mí.
1. Un film que se podría calificar de docuficción. Se le da un aspecto casero para parecer más realista y con una narración yuxtapuesta muy sencillita, pero a la vez se utilizan metáforas bizarras para alejarnos de esa realidad. Primer opuesto.
2. Se emplean mayormente como personajes a niños y jóvenes como analogía de la decadencia adulta: Los niños vestidos de sheriff no representaban otra cosa que lo que estamos acostumbrados a ver como la figura policial Norteamericana. La chica deficiente que se pasa el día fregando y cuidando de su "hijo", es una metáfora del sometimiento machista de la Norteamérica conservadora. Las hermanas rubias que se ensanchan los pezones o especulan sobre la bulimia, son el retrato de los maltratos corporales de una sociedad basada en una belleza estereotipada e insana. Y así un largo etcétera para reivindicar que, no es que sean casos extraños, sólo son sucesos en personas diferentes y sacados de contexto. Entonces, ¿estupidez sin sentido y bizarra o película crítica? Segundo opuesto.
3. Y el tercer pilar sobre el que me detendré es el cariz moral que tiene el guion. Se tratan temas como la pobreza, la eutanasia, los trastornos alimenticios, la prostitución, la pederastia, la droga, las violaciones, la violencia... Y todo desde una focalización espectatorial, que rechaza cualquier juicio o crítica desde la propia narración, incluso rechaza la identificación de los personajes yuxtaponiendo sus historias sin aparente relación. Es una película moralista y amoral, pero nunca enjuicia a los personajes, de eso ya nos encargaremos nosotros si es que no sabemos ver más allá.
Entonces, docuficción, representación de la decadencia de una sociedad mediante adolescentes y una moralidad implícita, hacen que Gummo no sea sólo un niño con el tórax abombado comiendo espaguetis en su bañera mientras su madre lo enjabona. Al menos no para mí.
Documental

7.2
573
7
3 de agosto de 2014
3 de agosto de 2014
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencillo documental que hace un recorrido cronológico por la vida de la icónica Divine. Tiene vídeos de archivo con entrevistas a Glenn Milstead que son una verdadera gozada.
Las sucesivas intervenciones a los dreamlanders y resto de gente que rodeaba a Divine, crean una crónica muy completa del personaje. Me ha gustado verlos a todos (los que siguen vivos) de nuevo con casi 40 años de más.
Un documental que todo fan debería conocer, siempre se aprenden nuevas curiosidades y datos. Se hace muy corto y se agradece.
Qué grande fue Divine en todos los sentidos. Para mí el icono por excelencia del cine underground, como Marylin Monroe, pero algo más filthy.
Las sucesivas intervenciones a los dreamlanders y resto de gente que rodeaba a Divine, crean una crónica muy completa del personaje. Me ha gustado verlos a todos (los que siguen vivos) de nuevo con casi 40 años de más.
Un documental que todo fan debería conocer, siempre se aprenden nuevas curiosidades y datos. Se hace muy corto y se agradece.
Qué grande fue Divine en todos los sentidos. Para mí el icono por excelencia del cine underground, como Marylin Monroe, pero algo más filthy.
31 de julio de 2014
31 de julio de 2014
15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay muchos tipos de espectadores cinematográficos. Yo soy de los que disfrutan con una buena historia, que van al cine para soñar, ver más allá y descubrir. He visto Boyhood y he descubierto algo nuevo, he visto más allá de los aparentes esquemas convencionales, pero desgraciadamente no me ha hecho soñar. Me ha hecho recordar, y todo el mundo sabe qué mala fue la década de los 2000 para la sociedad.
La película se basa en una propuesta muy ambiciosa y perseverante, filmar durante 12 años reales a los mismos actores y evitar así la caracterización/cambio de actores para crear las elipsis temporales del film. Con esta premisa tan innovadora, ya es de agradecer el trabajo de producción y el visionado, pero ese estado de maravilla no te dura las casi 3 horas de película.
El paso del tiempo es de un realismo puro, así como su captación. El guión está hecho para que no veas historia alguna, porque aparentemente no la hay. Es pura cotidianidad llevada al cine sin salirse de los esquemas narrativos de la ficción. Es la historia de cualquiera, sus personajes son reales y comunes, eso provoca que el espectador encuentre similitudes con su propia vida en todo momento. No nos cuenta la historia de este chico y su familia, nos guía por las diferentes etapas para que recordemos la nuestra.
Nos recrea la vida sureña en EEUU que al otro lado del charco no conocemos, pero te hace pensar qué comunes somos al fin y al cabo todos los humanos. Todos vivimos la campaña para la presidencia de Obama, la etapa emo de algunos adolescentes con pretensiones de singularidad, el "Oops, I did it again" de Britney Spears, el 11-S...
Lo bueno de la película es la coralidad de su protagonismo, lo que provoca una múltiple identificación del público en los distintos personajes. Seguro que muchas mujeres madres de familia se identificarán con la crisis maternal de Patricia Arquette al darse cuenta lo rápido que crecen sus hijos.
Además se ve una homogeneidad técnica a lo largo de la película, pese a todos los cambios tecnológicos surgidos en el nuevo milenio. Punto que se agradece, pues hace que el espectador sólo vea el paso de los años mediante los personajes y no mediante la calidad de la imagen.
Divertida a veces y aburrida en ocasiones. El experimento ha resultado exitoso, pero en la post-producción podrían haber utilizado más la opción de cuchilla y se hubiera mostrado el mismo mensaje con 1 hora menos de película. Gracias Linklater, por al menos innovar en estos tiempos y por hacerme darme cuenta de que la adolescencia no fue sólo mala para mí.
La película se basa en una propuesta muy ambiciosa y perseverante, filmar durante 12 años reales a los mismos actores y evitar así la caracterización/cambio de actores para crear las elipsis temporales del film. Con esta premisa tan innovadora, ya es de agradecer el trabajo de producción y el visionado, pero ese estado de maravilla no te dura las casi 3 horas de película.
El paso del tiempo es de un realismo puro, así como su captación. El guión está hecho para que no veas historia alguna, porque aparentemente no la hay. Es pura cotidianidad llevada al cine sin salirse de los esquemas narrativos de la ficción. Es la historia de cualquiera, sus personajes son reales y comunes, eso provoca que el espectador encuentre similitudes con su propia vida en todo momento. No nos cuenta la historia de este chico y su familia, nos guía por las diferentes etapas para que recordemos la nuestra.
Nos recrea la vida sureña en EEUU que al otro lado del charco no conocemos, pero te hace pensar qué comunes somos al fin y al cabo todos los humanos. Todos vivimos la campaña para la presidencia de Obama, la etapa emo de algunos adolescentes con pretensiones de singularidad, el "Oops, I did it again" de Britney Spears, el 11-S...
Lo bueno de la película es la coralidad de su protagonismo, lo que provoca una múltiple identificación del público en los distintos personajes. Seguro que muchas mujeres madres de familia se identificarán con la crisis maternal de Patricia Arquette al darse cuenta lo rápido que crecen sus hijos.
Además se ve una homogeneidad técnica a lo largo de la película, pese a todos los cambios tecnológicos surgidos en el nuevo milenio. Punto que se agradece, pues hace que el espectador sólo vea el paso de los años mediante los personajes y no mediante la calidad de la imagen.
Divertida a veces y aburrida en ocasiones. El experimento ha resultado exitoso, pero en la post-producción podrían haber utilizado más la opción de cuchilla y se hubiera mostrado el mismo mensaje con 1 hora menos de película. Gracias Linklater, por al menos innovar en estos tiempos y por hacerme darme cuenta de que la adolescencia no fue sólo mala para mí.

7.4
32,192
7
23 de marzo de 2014
23 de marzo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Don Quijote ya no porta una lanza, sino un boleto propagandístico que asegura 1 millón de dólares. Don Quijote ya no monta un rocín, en su lugar se acomoda como copiloto en un coche. Ahora sus enemigos ya no son los gigantes –molinos-, son tan sólo personas del pasado que devoran con egoísmo la complaciente inocencia de un viejo. Don
Quijote sigue demente, conserva a su fiel Sancho Panza que le acompaña en el camino de locura en el que está sumergido, aunque Dulcinea está un poco más envejecida y tiene incontinencia verbal. Don Quijote ahora se llama Woody Grant y protagoniza Nebraska.
Alexander Payne nos embarca en el camino hacia los sueños frustrados de un hombre que nunca opinó, que nunca eligió su camino y es ahora, sumergido en una senil demencia, cuando es el camino quien lo posee y le hace enfrascarse en un viaje a su pasado para obtener sus aspiraciones de futuro.
La película es clara desde un principio. Refleja sus objetivos de manera tan explícita como las marcas de neumático en la tierra que deja la camioneta en los áridos caminos hacia Nebraska. No hay giros de guion inesperados, no hay amores de carretera que alimenten de manera vacua el argumento, no hay una subconsciente rivalidad fraternal entre los hermanos Grant que quite protagonismo al viaje, no hay ases en la manga.
Hermosos planos fijos que nos muestran la realidad de la situación de los personajes. La película es tan clara y limpia como su color en blanco y negro. Una estética nada azarosa, que nos ayuda a ambientar una historia cargada de sobriedad, de la falta de alegría que tiñe un paisaje árido de costumbrismo norteamericano, de vejez. Un cromatismo que nos evoca al pasado del cine, así como al de los personajes de la película, porque la película gira en torno a eso, las rencillas del pasado que se airean en el presente. Un blanco y negro que nos centra tan sólo en las personas, que evita
distracciones de cualquier carácter para sólo fijarnos en ellas y sus relaciones entre sí.
Es por ello que este film está cargado de antropocentrismo, en el sentido más humanístico de la palabra. Se centra en tres ejes principales: La vejez, las relaciones paterno-filiales y en esa codiciosa (y esperanzada) búsqueda del sueño americano. Payne se sirve de esa búsqueda del millón de dólares como punto de partida, para tratar
estos temas.
(Sigo en spoiler por falta de espacio)
Quijote sigue demente, conserva a su fiel Sancho Panza que le acompaña en el camino de locura en el que está sumergido, aunque Dulcinea está un poco más envejecida y tiene incontinencia verbal. Don Quijote ahora se llama Woody Grant y protagoniza Nebraska.
Alexander Payne nos embarca en el camino hacia los sueños frustrados de un hombre que nunca opinó, que nunca eligió su camino y es ahora, sumergido en una senil demencia, cuando es el camino quien lo posee y le hace enfrascarse en un viaje a su pasado para obtener sus aspiraciones de futuro.
La película es clara desde un principio. Refleja sus objetivos de manera tan explícita como las marcas de neumático en la tierra que deja la camioneta en los áridos caminos hacia Nebraska. No hay giros de guion inesperados, no hay amores de carretera que alimenten de manera vacua el argumento, no hay una subconsciente rivalidad fraternal entre los hermanos Grant que quite protagonismo al viaje, no hay ases en la manga.
Hermosos planos fijos que nos muestran la realidad de la situación de los personajes. La película es tan clara y limpia como su color en blanco y negro. Una estética nada azarosa, que nos ayuda a ambientar una historia cargada de sobriedad, de la falta de alegría que tiñe un paisaje árido de costumbrismo norteamericano, de vejez. Un cromatismo que nos evoca al pasado del cine, así como al de los personajes de la película, porque la película gira en torno a eso, las rencillas del pasado que se airean en el presente. Un blanco y negro que nos centra tan sólo en las personas, que evita
distracciones de cualquier carácter para sólo fijarnos en ellas y sus relaciones entre sí.
Es por ello que este film está cargado de antropocentrismo, en el sentido más humanístico de la palabra. Se centra en tres ejes principales: La vejez, las relaciones paterno-filiales y en esa codiciosa (y esperanzada) búsqueda del sueño americano. Payne se sirve de esa búsqueda del millón de dólares como punto de partida, para tratar
estos temas.
(Sigo en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La construcción que hace de los personajes se muestra como algo simple, que se va completando con el paso de la película. Así se comienza presentando a Woody, un hombre misterioso, senil y con un único objetivo que le durará hasta el final de la historia. Paulatinamente el espectador va descubriendo que es un personaje ex alcohólico, muy reservado, de desbordante generosidad el cual nunca sabe decir que no, es muy sincero. Es una construcción en retrospectiva y tercera persona, la descubrimos por personas ajenas a él mismo que nos relatan datos de él y de su pasado. No obstante es un personaje que pese a su sobriedad y sus defectos no es odiado ni cuestionado por el espectador, por el contrario, la delicadeza con la que conforma Payne sus protagonistas hace que se nos quede una imagen de ternura e inocencia.
Nada tiene que ver con esa inocencia que dota Wes Anderson a sus personajes, la de este director es más realista y cercana y no aceptada de primeras por el espectador. Es un estatus que se ganan los personajes, al mostrarnos su lado más humano y desnudo, que facilita la identificación. Da igual que el protagonista sea ex alcohólico y dé disgustos a su familia, que la mujer del personaje sea descarada e irreverente o que el hijo tenga una vida totalmente anodina y fracasada.
El hecho de que sea una road movie no es aleatorio, sigue una tradición en la filmografía del cineasta. El viaje es un símbolo de cambio y en Nebraska éste se traduce en la comprensión de los personajes a Woody, que confluye en la paz familiar que al principio era completamente ausente en la película. David acaba comprendiendo a su padre, es más, le cede el placer de hacer creer a todo el pueblo que verdaderamente ha ganado 1 millón de dólares. Lo que al comienzo era desacreditar a su padre y confirmar su locura, se transforma en la alimentación de esa fantasía para reafirmar a Woody. Es el modo por el que se restructura esa familia. Lo que anteriormente era sueño del anciano dejar un legado a su familia para complacerles, ahora es el sueño del hijo para complacer a su padre. Para llegar a esa paz al final del viaje, se tienen que invertir los papeles. Ahora Quijote ya no parece estar tan loco. Ahora Sancho ya no parece estar tan cuerdo.
La verdadera magia de la película reside en un dramatismo cómico. Alexander Payne conforma un drama en la que exhibe las miserias humanas, pero al final del camino esas penas parecen disiparse. Los problemas no han desaparecido: Woody no ha obtenido más que una gorra como premio, David no ha conseguido volver con su exnovia y, más aún, ha perdido dinero pagando el compresor y la camioneta, Mrs. Grant ha discutido con toda la familia de su marido para mantener su integridad y no ha conseguido internarle en una residencia para poder vivir ella sin disgustos.
Entonces, ¿cuál es la varita mágica que nos hace a los espectadores terminar el viaje de Nebraska con una sonrisa? Posiblemente sea la ternura de los personajes, la mano maestra del director o la sensación de haber comprendido finalmente a Woody Grant, de haber acabado todos un poco más locos, de ser finalmente mucho más grandes que esos
vecinos avariciosos o de esos gigantes –molinos- que obstaculizaron nuestro camino.
Nada tiene que ver con esa inocencia que dota Wes Anderson a sus personajes, la de este director es más realista y cercana y no aceptada de primeras por el espectador. Es un estatus que se ganan los personajes, al mostrarnos su lado más humano y desnudo, que facilita la identificación. Da igual que el protagonista sea ex alcohólico y dé disgustos a su familia, que la mujer del personaje sea descarada e irreverente o que el hijo tenga una vida totalmente anodina y fracasada.
El hecho de que sea una road movie no es aleatorio, sigue una tradición en la filmografía del cineasta. El viaje es un símbolo de cambio y en Nebraska éste se traduce en la comprensión de los personajes a Woody, que confluye en la paz familiar que al principio era completamente ausente en la película. David acaba comprendiendo a su padre, es más, le cede el placer de hacer creer a todo el pueblo que verdaderamente ha ganado 1 millón de dólares. Lo que al comienzo era desacreditar a su padre y confirmar su locura, se transforma en la alimentación de esa fantasía para reafirmar a Woody. Es el modo por el que se restructura esa familia. Lo que anteriormente era sueño del anciano dejar un legado a su familia para complacerles, ahora es el sueño del hijo para complacer a su padre. Para llegar a esa paz al final del viaje, se tienen que invertir los papeles. Ahora Quijote ya no parece estar tan loco. Ahora Sancho ya no parece estar tan cuerdo.
La verdadera magia de la película reside en un dramatismo cómico. Alexander Payne conforma un drama en la que exhibe las miserias humanas, pero al final del camino esas penas parecen disiparse. Los problemas no han desaparecido: Woody no ha obtenido más que una gorra como premio, David no ha conseguido volver con su exnovia y, más aún, ha perdido dinero pagando el compresor y la camioneta, Mrs. Grant ha discutido con toda la familia de su marido para mantener su integridad y no ha conseguido internarle en una residencia para poder vivir ella sin disgustos.
Entonces, ¿cuál es la varita mágica que nos hace a los espectadores terminar el viaje de Nebraska con una sonrisa? Posiblemente sea la ternura de los personajes, la mano maestra del director o la sensación de haber comprendido finalmente a Woody Grant, de haber acabado todos un poco más locos, de ser finalmente mucho más grandes que esos
vecinos avariciosos o de esos gigantes –molinos- que obstaculizaron nuestro camino.

6.4
831
9
30 de abril de 2013
30 de abril de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Vedla! Totalmente al nivel de la reconocida Pink Flamingos (sólo que sin Divine).
Es una locura de film, nos plantea un mundo... ¿surrealista? Es cierto que muchos directores hacen crítica social, a la burguesía, al fascismo, a la monarquía... No obstante, el fondo de la película viene acompañado de una forma de ver el cine muy interesante, es ahí donde yace la genialidad de Waters.
Por supuesto que es repugnante, transgresor y de lo más trash que he encontrado, pero la mejor manera de comprender las represiones sociales, la putrefacción humana, es reflejándolo como él lo consigue. Alcanza un triángulo perfecto entre crítica social, narración sencilla para que llegue el mensaje y una estética camp muy personal que identifica su autoría. Aquellos que se quedan sólo con las imágenes inmundas no comprenderán a Waters, lo odiarán.
Realmente hay muchas maneras de contar las cosas, así es el arte. Yo me quedo con la de Waters, me divierte más.
Es una locura de film, nos plantea un mundo... ¿surrealista? Es cierto que muchos directores hacen crítica social, a la burguesía, al fascismo, a la monarquía... No obstante, el fondo de la película viene acompañado de una forma de ver el cine muy interesante, es ahí donde yace la genialidad de Waters.
Por supuesto que es repugnante, transgresor y de lo más trash que he encontrado, pero la mejor manera de comprender las represiones sociales, la putrefacción humana, es reflejándolo como él lo consigue. Alcanza un triángulo perfecto entre crítica social, narración sencilla para que llegue el mensaje y una estética camp muy personal que identifica su autoría. Aquellos que se quedan sólo con las imágenes inmundas no comprenderán a Waters, lo odiarán.
Realmente hay muchas maneras de contar las cosas, así es el arte. Yo me quedo con la de Waters, me divierte más.
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