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7.4
9,690
8
29 de noviembre de 2022
29 de noviembre de 2022
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Léo y Rémi tienen una profunda amistad en la que comparten juegos y complicidades. A los trece años toca un cambio de centro de escolarización y esto supone afrontar nuevas miradas y prejuicios que provocará distanciamiento en su relación hasta que llega un hecho impensable. A partir de ahí Léo busca explicaciones acudiendo a Sophie, la madre de Rémi.
El joven director flamenco Lukas Dhont ya nos demostró en la apreciada "Girl" su capacidad para captar de forma cercana y muy intensa la personalidad y las vivencias íntimas de esa franja de edad donde la infancia debe dar paso a una maduración inexorable y necesaria. En caso de que nos ocupa se trata de la disrupción de nuevos códigos de masculinidad impregnados de prejuicios y una presión de grupo tóxica que les llevarán a tomar decisiones impulsivas que la red de protección familiar o escolar no podrá prevenir con solvencia.
La mirada que nos regala la película durante los primeros cuarenta minutos es luminosa y cómplice en torno a una amistad de una sincera naturalidad, donde las vivencias lúdicas con sus pequeños conflictos se nos presentan de forma precisa y respetuosa con una cámara muy cercana, dinámica y limpia en el sentido de explorar la parte más auténtica y juguetona de un final de la infancia realmente feliz.
En la segunda parte previa el desenlace los colores se oscurecen, la música acentúa el drama y la cámara se engancha a Léo en su búsqueda angustiosa de respuestas y el consuelo que supone la práctica deportiva intensa y sus metafóricas caídas con lesión traumática incluida.
Aunque el simbolismo y los mensajes que se transmiten sean quizás demasiado evidentes, la propuesta visual, narrativa y de temáticas tratadas sitúan a "Close" dentro de los grupos de películas más que notables por su capacidad para exponer vivencias íntimas, dolorosas y trascendentes con una proximidad veraz, una modestia alejada de exageraciones y una calidez que te contagia. (7,5)
El joven director flamenco Lukas Dhont ya nos demostró en la apreciada "Girl" su capacidad para captar de forma cercana y muy intensa la personalidad y las vivencias íntimas de esa franja de edad donde la infancia debe dar paso a una maduración inexorable y necesaria. En caso de que nos ocupa se trata de la disrupción de nuevos códigos de masculinidad impregnados de prejuicios y una presión de grupo tóxica que les llevarán a tomar decisiones impulsivas que la red de protección familiar o escolar no podrá prevenir con solvencia.
La mirada que nos regala la película durante los primeros cuarenta minutos es luminosa y cómplice en torno a una amistad de una sincera naturalidad, donde las vivencias lúdicas con sus pequeños conflictos se nos presentan de forma precisa y respetuosa con una cámara muy cercana, dinámica y limpia en el sentido de explorar la parte más auténtica y juguetona de un final de la infancia realmente feliz.
En la segunda parte previa el desenlace los colores se oscurecen, la música acentúa el drama y la cámara se engancha a Léo en su búsqueda angustiosa de respuestas y el consuelo que supone la práctica deportiva intensa y sus metafóricas caídas con lesión traumática incluida.
Aunque el simbolismo y los mensajes que se transmiten sean quizás demasiado evidentes, la propuesta visual, narrativa y de temáticas tratadas sitúan a "Close" dentro de los grupos de películas más que notables por su capacidad para exponer vivencias íntimas, dolorosas y trascendentes con una proximidad veraz, una modestia alejada de exageraciones y una calidez que te contagia. (7,5)
8
17 de mayo de 2014
17 de mayo de 2014
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque esta película forma parte de una trilogía que tendremos que revisar (más cosas para "vacaciones"...) Se trata de una historia que funciona perfectamente sola y que narra el rompecabezas existencial de Xavier ante su separación y traslado a Nueva York para estar al lado del sus hijos. Esta primera pieza se completa con la aparición de una amiga lesbiana que le pedirá un favor "especial" y finalmente, la primera novia también separada y con dos hijos, que pasan una época de vacaciones la ciudad. Todo ello aderezado con la escritura de un libro ( Xavier es escritor ) y un matrimonio de conveniencia con una chica china para solventar los problemas con los molestos funcionarios de inmigración .
La gran virtud del director Cédric Kaplisch está en que las numerosas piezas encajan perfectamente, aportando algo a la rocambolesca historia y añadiendo un tirabuzón más a las filigranas que debe hacer el protagonista (un espléndido Romain Duris) corriente arriba y abajo para estar en todos los escenarios que esta etapa de madurez "responsable" le obliga a participar. El director no duda en utilizar formatos cinematográficos múltiples e innovadores (animación, recortes, pantallas ordenador, Google Maps, ... ) que conjuntamente con numerosas escenas retrospectivas (flashbacks) ligadas por una voz en off en primera persona da un atractivo dinamismo que te mantiene atento aunque la proyección sea a la hora de la fatídica siesta.
El grupo de las tres mujeres que por algún motivo están ligadas a Xavier están a una altura magnifica destacando Audrey Tautou (Amelie) en el papel de Martine, Cécile de France en el papel de Isabelle (El niño de la bicicleta) mientras Kelly Reilly en el papel de Wendy quizás es el más antipático y llano .
Estamos ante una admirable comedia que conecta con las vivencias cotidianas de una forma espontánea y emotiva , sin tiempos muertos y con una desenfrenada continuidad que da como resultado un producto sencillo, digerible, vitalista y cercano sin resultar banal ni soso. Se aproxima de una forma abierta y bastante contundente a temas tan trascendentes como la globalización, las múltiples formas de familia, la inmigración, la diversidad en todas sus vertientes, la educación de los hijos o la importancia de la amistad.
Muy recomendada para pasar un buen rato con un puzzle de relaciones vertiginosas de una madurez recién estrenada y compleja .
Mi puntuación: 8.
http://bit.ly/1bTcqzG
La gran virtud del director Cédric Kaplisch está en que las numerosas piezas encajan perfectamente, aportando algo a la rocambolesca historia y añadiendo un tirabuzón más a las filigranas que debe hacer el protagonista (un espléndido Romain Duris) corriente arriba y abajo para estar en todos los escenarios que esta etapa de madurez "responsable" le obliga a participar. El director no duda en utilizar formatos cinematográficos múltiples e innovadores (animación, recortes, pantallas ordenador, Google Maps, ... ) que conjuntamente con numerosas escenas retrospectivas (flashbacks) ligadas por una voz en off en primera persona da un atractivo dinamismo que te mantiene atento aunque la proyección sea a la hora de la fatídica siesta.
El grupo de las tres mujeres que por algún motivo están ligadas a Xavier están a una altura magnifica destacando Audrey Tautou (Amelie) en el papel de Martine, Cécile de France en el papel de Isabelle (El niño de la bicicleta) mientras Kelly Reilly en el papel de Wendy quizás es el más antipático y llano .
Estamos ante una admirable comedia que conecta con las vivencias cotidianas de una forma espontánea y emotiva , sin tiempos muertos y con una desenfrenada continuidad que da como resultado un producto sencillo, digerible, vitalista y cercano sin resultar banal ni soso. Se aproxima de una forma abierta y bastante contundente a temas tan trascendentes como la globalización, las múltiples formas de familia, la inmigración, la diversidad en todas sus vertientes, la educación de los hijos o la importancia de la amistad.
Muy recomendada para pasar un buen rato con un puzzle de relaciones vertiginosas de una madurez recién estrenada y compleja .
Mi puntuación: 8.
http://bit.ly/1bTcqzG

5.1
2,793
6
27 de abril de 2013
27 de abril de 2013
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tenía muchas ganas de ir a ver la última entrega de "la Coixet" después de la decepción de "mapa de los sonidos de Tokio", pero finalmente me decidí y puedo decir que no salí demasiado disgustado. La peli es un drama de pareja que se reencuentra después de una separación traumática y que contiene con una carga social considerable. Centrada en dos personajes con roles muy definidos y antagónicos: masculino-femenino, norte-sur, razón-arrebato, lejanía-compromiso,... que van pasando de forma gradual de la frialdad y el rechazo a la caricia y la proximidad en un proceso de expulsión de demonios personales que los han perseguido y maltratado durante cinco años de distanciamiento expeditivo.
En este "enfrentamiento" se introduce un elemento de intriga que mantiene la tensión durante la primera hora. A partir de este momento, justo cuánto empieza a llover, el foco se traslada hacia la preparación del desenlace con la introducción de retrospectivas en color y cálidas con la intención de anunciar algo diferente a la frialdad inicial simbolizada por los pensamientos dentro de una cueva y en un blanco y negro muy obscuro.
La acción se desarrolla en un particular, premiado i bien elegido cementerio, concretamente el de Igualada, rodeados de hormigón gris que no te distrae para nada de las magistrales interpretaciones de Candela Peña y Javier Cámara que consiguen dotar a los personajes de una credibilidad muy intensa transmitiendo emoción, desolación y transparencia.
Otra cosa son los diálogos y el guion que caen en un exceso de trascendencia, citas innecesarias y que obligan a los actores casi a sobreactuar en un afán de decirlo todo con palabras cuando muchas cosas ya están implícitas con el gesto interpretativo. Está claro que se trata de una apuesta muy personal de la directora llegando, en algunos casos a molestar y que puede gustar o no,
En cualquier caso nos encontramos ante una obra con un marcado estilo propio y particular, con una profunda exploración emotiva alrededor la pérdida, el luto y las diferentes formas de afrontarlo, todo muy aliñado de una carga social y reivindicativa muy cercana (de hecho las incisivas declaraciones de la Candela en la noche de Goya las hizo justo al acabar el rodaje que nos ocupa).
En este "enfrentamiento" se introduce un elemento de intriga que mantiene la tensión durante la primera hora. A partir de este momento, justo cuánto empieza a llover, el foco se traslada hacia la preparación del desenlace con la introducción de retrospectivas en color y cálidas con la intención de anunciar algo diferente a la frialdad inicial simbolizada por los pensamientos dentro de una cueva y en un blanco y negro muy obscuro.
La acción se desarrolla en un particular, premiado i bien elegido cementerio, concretamente el de Igualada, rodeados de hormigón gris que no te distrae para nada de las magistrales interpretaciones de Candela Peña y Javier Cámara que consiguen dotar a los personajes de una credibilidad muy intensa transmitiendo emoción, desolación y transparencia.
Otra cosa son los diálogos y el guion que caen en un exceso de trascendencia, citas innecesarias y que obligan a los actores casi a sobreactuar en un afán de decirlo todo con palabras cuando muchas cosas ya están implícitas con el gesto interpretativo. Está claro que se trata de una apuesta muy personal de la directora llegando, en algunos casos a molestar y que puede gustar o no,
En cualquier caso nos encontramos ante una obra con un marcado estilo propio y particular, con una profunda exploración emotiva alrededor la pérdida, el luto y las diferentes formas de afrontarlo, todo muy aliñado de una carga social y reivindicativa muy cercana (de hecho las incisivas declaraciones de la Candela en la noche de Goya las hizo justo al acabar el rodaje que nos ocupa).

6.7
5,979
7
6 de octubre de 2023
6 de octubre de 2023
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arantxa Echevarría continúa la línea iniciada en la recordada "Carmen y Lola" con la que ganó el Goya en 2018 a la mejor dirección novel con una visión inmersiva y cargada de autenticidad del barrio de Usera en el extrarradio madrileño con una comunidad de origen chino muy importante.
Esta vez las protagonistas son dos niñas de origen chino que coinciden en la misma escuela aunque tienen dos realidades familiares muy diferentes. Mientras Lucía y su hermana adolescente conforman con sus padres una familia inmigrada que regenta con dedicación plena una bazar, Xiang es una niña adoptada por unos padres acomodados, bastante integrada en las tradiciones autóctonas y con la inquietud existencial de conocer también a su madre biológica.
Aunque las dos niñas de nueve años son el centro de atención, el protagonismo también se bascula hacia la hermana mayor de Lucía en su grupo adolescente y, en última instancia, las dos familias. Las escenas, digamos infantiles y familiares, consiguen transmitir una naturalidad creíble, sencilla y espontánea que demuestra una habilidad especial para colocar la cámara y captar unos diálogos que en ningún caso se ven impostados. Podemos destacar, en este sentido, una escena de comida familiar y una de las dos niñas jugando con unas tiritas. La parte que se corresponde al grupo de la hermana adolescente ya desprende otra atmósfera mucho más cruda sin dejar en ningún momento ser realista.
"Chinas" sabes acercarse con credibilidad al mundo de la infancia y la adolescencia en un entorno de barrio de extrarradio a la vez que nos plantea sin tapujos cuestiones sociales y de integración en torno a las inquietudes y vivencias de unas niñas y adolescentes en un momento vital desbordado por una energía inagotable.
Esta vez las protagonistas son dos niñas de origen chino que coinciden en la misma escuela aunque tienen dos realidades familiares muy diferentes. Mientras Lucía y su hermana adolescente conforman con sus padres una familia inmigrada que regenta con dedicación plena una bazar, Xiang es una niña adoptada por unos padres acomodados, bastante integrada en las tradiciones autóctonas y con la inquietud existencial de conocer también a su madre biológica.
Aunque las dos niñas de nueve años son el centro de atención, el protagonismo también se bascula hacia la hermana mayor de Lucía en su grupo adolescente y, en última instancia, las dos familias. Las escenas, digamos infantiles y familiares, consiguen transmitir una naturalidad creíble, sencilla y espontánea que demuestra una habilidad especial para colocar la cámara y captar unos diálogos que en ningún caso se ven impostados. Podemos destacar, en este sentido, una escena de comida familiar y una de las dos niñas jugando con unas tiritas. La parte que se corresponde al grupo de la hermana adolescente ya desprende otra atmósfera mucho más cruda sin dejar en ningún momento ser realista.
"Chinas" sabes acercarse con credibilidad al mundo de la infancia y la adolescencia en un entorno de barrio de extrarradio a la vez que nos plantea sin tapujos cuestiones sociales y de integración en torno a las inquietudes y vivencias de unas niñas y adolescentes en un momento vital desbordado por una energía inagotable.
7
21 de agosto de 2023
21 de agosto de 2023
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salgo de la sala realmente inquieto. La experiencia visual y emotiva vivida me ha dejado suficientemente impactado como para decidir dejar pasar unos días antes de ponerme a escribir estas líneas.
El impacto visual se fundamenta en unas imágenes de la isla de Islandia de una variedad, riqueza y singularidad que se acerca mucho al concepto de belleza mostrándonos una naturaleza indómita y de una crudeza que hace realmente muy difícil la supervivencia humana en un lugar en el que ni los árboles pueden arraigar.
El impacto emotivo gira en torno a una trama y unos personajes de los que hago una interpretación que paso a describir.
Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que se trata de una coproducción danesa/islandesa ubicada en un tiempo, en el siglo XIX, en el que la isla era una colonia del país continental. Algo que determina un poco al director en el sentido de no decantar la balanza.
La película comienza con una larga petición de un viejo sacerdote luterano danés que le hace al joven, también sacerdote, Lucas para encomendarle –con una visión totalmente paternalista y colonial– una misión evangelizadora y salvadora de una tierra salvaje y unos habitantes de una rudeza granítica. Lucas decide no ir directamente a la zona habitada de la isla y hacer una especie de safari fotográfico para captar la majestuosidad del lugar, eso sí, con una actitud de una espiritualidad altiva y chulesca que contrastará de forma elocuente y finalmente violenta con Ragnar, su guía islandés y encargado de la expedición, un hombre fornido, vital y práctico que se convertirá en su opuesto narrativo. Esta lucha entre la parte mística y espiritual de un Lucas obsesionado en captar el alma de la fastuosa naturaleza contra una personalidad corpórea y utilitaria del Ragnat culminará en una simbólica y dramática lucha que nos situará a las puertas de un, también muy simbólico , desenlace final. Este hilo narrativo dominante se acompaña de forma impactante de unas imágenes que van mucho más allá de su belleza por mostrarnos la absurdidad de la arrogancia y la torpeza humanas para dominar o captar una inmensidad inalcanzable y en cambio permanente.
Esta crítica evidente a la vanidad masculina e individualista queda también contrastada en una parte final donde la parte colectiva, fraternal, femenina y vitalista queda plasmada con unas portentosas panorámicas festivas y musicales de un grupo de gente de una admirable capacidad de supervivencia . Parte final importantísima para dar sentido a todo ello donde las escenas se van sucediendo sin demasiada continuidad pero que mantienen esa fuerza impactante propia de todo el metraje.
"Godland" exige a la vez que te envuelve de una forma misteriosa mientras te deja lo suficientemente intranquilo como para provocar una intensa reflexión sobre todo lo que se plantea en torno a elementos esenciales de la existencia, nuestra relación con la naturaleza y la necesidad vital de la colectividad. (7,5)
El impacto visual se fundamenta en unas imágenes de la isla de Islandia de una variedad, riqueza y singularidad que se acerca mucho al concepto de belleza mostrándonos una naturaleza indómita y de una crudeza que hace realmente muy difícil la supervivencia humana en un lugar en el que ni los árboles pueden arraigar.
El impacto emotivo gira en torno a una trama y unos personajes de los que hago una interpretación que paso a describir.
Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que se trata de una coproducción danesa/islandesa ubicada en un tiempo, en el siglo XIX, en el que la isla era una colonia del país continental. Algo que determina un poco al director en el sentido de no decantar la balanza.
La película comienza con una larga petición de un viejo sacerdote luterano danés que le hace al joven, también sacerdote, Lucas para encomendarle –con una visión totalmente paternalista y colonial– una misión evangelizadora y salvadora de una tierra salvaje y unos habitantes de una rudeza granítica. Lucas decide no ir directamente a la zona habitada de la isla y hacer una especie de safari fotográfico para captar la majestuosidad del lugar, eso sí, con una actitud de una espiritualidad altiva y chulesca que contrastará de forma elocuente y finalmente violenta con Ragnar, su guía islandés y encargado de la expedición, un hombre fornido, vital y práctico que se convertirá en su opuesto narrativo. Esta lucha entre la parte mística y espiritual de un Lucas obsesionado en captar el alma de la fastuosa naturaleza contra una personalidad corpórea y utilitaria del Ragnat culminará en una simbólica y dramática lucha que nos situará a las puertas de un, también muy simbólico , desenlace final. Este hilo narrativo dominante se acompaña de forma impactante de unas imágenes que van mucho más allá de su belleza por mostrarnos la absurdidad de la arrogancia y la torpeza humanas para dominar o captar una inmensidad inalcanzable y en cambio permanente.
Esta crítica evidente a la vanidad masculina e individualista queda también contrastada en una parte final donde la parte colectiva, fraternal, femenina y vitalista queda plasmada con unas portentosas panorámicas festivas y musicales de un grupo de gente de una admirable capacidad de supervivencia . Parte final importantísima para dar sentido a todo ello donde las escenas se van sucediendo sin demasiada continuidad pero que mantienen esa fuerza impactante propia de todo el metraje.
"Godland" exige a la vez que te envuelve de una forma misteriosa mientras te deja lo suficientemente intranquilo como para provocar una intensa reflexión sobre todo lo que se plantea en torno a elementos esenciales de la existencia, nuestra relación con la naturaleza y la necesidad vital de la colectividad. (7,5)
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