Para hacer una crítica de una obra como ésta, no es necesario alargarla mucho.

Estamos hablando de una película que revitaliza el cine de terror de serie B de los años 80, dirigida con mucha inteligencia, con maestría en las escenas de tensión, con el punto justo de gore que pide el argumento, y con un "villano" de un diseño fantástico, que habría hecho sentirse orgulloso a cualquier director de las décadas de las grandes películas de terror de estilos slasher y de fantasmas.

El guión es bastante original, y lo suficientemente inverosímil y alocado (dicho como una virtud, no un defecto) como pide una buena película del género.

En definitiva, todo ello hace que sea una película menor, como es lógico, que en global no es ninguna obra maestra, pero que si tiene un aspecto sobresaliente: un 10 en entretenimiento.

Decía la periodista y crítica de cine Desirée de Fez (una persona con mucha cultura de cine y, sobretodo, con mucha modestia en su forma de opinar, a quien merece la pena escuchar) que, en ocasiones, hay que saber apreciar la calidad de una película y, no obstante, admitir que no es para tí, que es una obra que a ti, por tus gustos personales, no te llega, no te toca la fibra. Y con esta película yo estoy un poco en ese caso.

Hay ciertos géneros con los que, tal vez por tener un componente experimental, o teatral, o de surrealismo, demasiado altos, no soy el espectador ideal para defender sus cualidades.Creo que con esta "Annette" (como me ocurre, por ejemplo, con el cine Dogma de von Trier y Vinternerg) me pasa exactamente eso. La película no me llega, el ritmo no me engancha, la trama avanza demasiado lenta para mi gusto, y la suma de todo esto no me emociona.

No obstante, sé apreciar sin problema sus muchas virtudes. "Annette" es una obra hecha con muchísimo sentimiento, elegante en todas sus escenas, impactante en muchas de ellas, con una música muy hermosa, y dando por todo ello como resultado final una bella película, notable sin duda alguna. ¿Me alegro de haberla visto? Sin duda. ¿La volvería a ver? El tiempo lo dirá, pero, por mis gustos cinéfilos personales, es muy probable que no.

Para cualquier aficionado al género de terror, Scream sin duda es una cita obligada. No es tanto por su calidad como película (no es mala en absoluto, pero tampoco es una película inolvidable), sino porque es mítica en muchos aspectos. Tras los grandes años del género slasher en los 70 y sobretodo los 80, este subgénero se encontraba algo agotado, y ahí llegó Wes Craven, un veterano con mucho oficio, responsable de Pesadilla en Elm Street (una maravilla, y sin duda su mejor película, junto con Vuelo nocturno), y lo revitalizó con esta interesante historia, a medio camino entre el slasher serio y la parodia del mismo, que está llena de bromas y guiños al espectador.
Explica los elementos del buen cine de terror, homenajea en numerosas ocasiones a Carpenter, y sobretodo a su genial Halloween, se auto-homenajea a sí mismo, e incluso homenajea al gran Freddy Krueger, su mejor personaje, y uno de los mejores de la historia del cine de terror.
Interpretaciones más que aceptables, y sobretodo una Courteney Cox en un papel secundario, y más hermosa que nunca.
Con el tiempo, y las sucesivas secuelas, la saga fue perdiendo interés y calidad, aunque el principio de la segunda parte es uno de los grandes momentos de la historia del género. Pero esta primera película sí es muy disfrutable, y merece mucho la pena.

Siempre me resulta absurda la obsesión de los estudios de Hollywood por hacer remakes de buenas películas hechas fuera de sus fronteras. No imagino cómo ningún cineasta con profesionalidad puede sentirse realizado yendo a revisitar una historia que ya han tratado otros con éxito. Y, en la mayoría de estos casos, el resultado no es bueno, como cabía esperar. Pero no es éste el caso. La película de Matt Reeves, vista de forma independiente, y si no existiera la primera versión (dirigida por Tomas Alfredson y con guión del propio John Ajvide, autor de la maravillosa novela), es en sí misma una buena película, solventemente dirigida y con interpretaciones dignas. Pero no aporta absolutamente nada nuevo. En la mayoría de su metraje sigue fielmente a su antecesora (aunque con una fotografía mucho menos destacable), y al libro. Y, en las escenas en las que Reeves ha marcado diferencias, éstas sólo dan un resultado bastante peor. ¿Malo? No. Pero claramente peor.
Si usted no conoce la historia y quiere ver esta versión, adelante. No le defraudará porque no es en absoluto una mala película. Si usted quiere ver la mejor versión, la más bella, y una película de ésas que marcan la diferencia, no lo dude: vea la versión sueca, de Tomas Alfredson. Y luego ya, si le apetece comparar, vea el remake estadounidense.

Quien haya leído la novela de John Ajvide sabrá que es una auténtica maravilla, uno de esos libros que te dejan petrificado, con recuerdos inolvidables de una novela que es a la vez una hermosa historia de amor, una terrible y triste historia de terror, y una colección de intensas y emocionantes escenas.
Quien haya leído la novela sabrá por ello que trasladarla al cine sin que pierda su esencia no era una tarea nada fácil.
Y quien haya leído la novela, y haya visto la película, sabrá que se ha conseguido con creces. Gracias en parte (supongo) a que el guión lo firma el propio John Ajvide, Thomas Alfredson consigue una preciosidad de film, hecho con una modestia, un respeto, y un amor a la historia que estaba adaptando, fuera de lo común. Cada imagen es casi tan sencilla y hermosa como cada descripción del libro, las interpretaciones (con esa sobriedad del cine nórdico) están perfectas, y Lina Leandersson es la protagonista más cautivadora que se podía haber elegido para el papel de Eli.
Una película que merece mucho la pena. ¿Se puede acabar considerando “Déjame entrar”, con el tiempo, una obra maestra? La novela, es muy posible. La película,… tal vez no tanto, pero no me cabe duda de que es de esas películas que se recuerdan con mucho cariño durante años, y que te apetece recomendar a cualquiera que sepa apreciar el buen cine.