Una de mis escenas "peliculeras" favoritas de todos los tiempos es el bailecito que Michael Madsen se marca en "Reservoir Dogs". Estilo, clase, salvaje glamour... Uno pensaba que había encontrado a otro "duro" al que admirar, pero el hombre (salvo alguna pequeña excepción) se ha dedicado a malgastar los restos de su carrera en películas infumables perpetuando hasta la saciedad ese gesto suyo que pretende ser un cruce entre un violento y desgraciado mundo interior y una determinación a prueba de bomba, y con el que sólo consigue tener cara de padecer estreñimiento crónico. En esta ocasión, pone su ¿talento? al servicio de esta infumable peli de ¿zombis? ¿infectados? sobre la cual, lo mejor que se puede decir es que llega un momento en el que termina.

Está bien ver esta ¿películas? de vez en cuando, porque luego te tragas cualquier bodrio y te parece una Obra Maestra del cine de terror. Nada se salva de este despropósito de ¿zombis?, ¿infectados?, en los que parece ser que el director no tiene ni un grupo de amiguetes (y no me extraña) para que hagan de zombis, o infectados, o lo que leches sean, ya que los monstruos de turno salen de uno en uno, y creo que no hay más de cuatro. Los efectos especiales son, sencillamente, inexistentes. Hay una escena en la que uno parece que está devorando a un cadáver en el suelo, y no se ve ni una gota de sangre. Espectacular. Mención aparte merece el protagonista, un cara-cartón que parece un cruce entre Vanilla Ice y Luke Perry de "Sensación de Vivir". Un periplo por Sudáfrica que da pie a filmar cuatro montañas, aderezado todo con música étnica, y un guión chorras hasta el delirio. No tiene ni el encanto de las películas extraordinariamente malas. Vamos, que ni te ríes. En serio, no perdáis vuestro valioso tiempo.

Lo confieso. A este viejo fan de Mazinger Z y Godzilla se le escapó una furtiva lágrima cuando el festival de Pacific Rim comenzó. En cinco minutos ya nos habían puesto al cabo de la jugada. Monstruos brutales y robots dando hostias como panes. A disfrutar. Hijos aventajados de Mazinger, monstruos feos como el culo de un gorila, humor (impagable la pareja de científicos), japonesa buenorra, dos fichajes de Sons of Anarchy y peleas que homenajean guapamente a las viejas pelis japonesas de Godzilla y su tropa. Disfruté como un enano. Por cierto, no os vayáis cuando empiecen los créditos al final. Hay una pequeña sorpresita.

Bueno, sobre las birras y los cócteles hablaré en el spoiler. ¿La peli? Bien, no comparto ni las orgásmicas alabanzas ni los furibundos ataques que he visto por aquí. Y eso es, en realidad, lo peor de la película. Que ni fu ni fa... Es como un vino sin alcohol. Tiene casi todos los ingredientes para proporcionar satisfacción al consumirlo, pero le falta... alma. No emociona. El guión es absolutamente endeble, una trama de chichinabo. Leo por aquí que es lo de menos. Po fueno, po fale, po malegro. A mí el final me cogió a contrapié, esperando más, y si no encienden las luces todavía estoy esperando. Ni Liotta, ni Gandolfini, ni Pitt me logran emocionar, y eso es chungo, amiguetes, chungo de verdad. Y ahora llamadme lo que queráis, pero yo me voy a chupar otra vez "Uno de los nuestros".

Pues nada, que uno no debe entender gran cosa de cine de terror... A mí esta "Citadel", pues como que no me dice nada de lo que en alguna crítica positiva he podido leer. Sí es cierto que se consigue crear una atmósfera de mal rollete, pero a costa de cargar las tintas en un escenario exageradamente feista, con suciedad y mierda por todas partes, pero que no está al servicio de una historia mínimamente coherente. La cosa no se sostiene por ningún lado. El guión quiere ser original y se queda en ridículo. Que no, que no cuela...