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España España · MADRID
Críticas de Spark
Críticas 1,858
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
14 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director-productor-guionista Luc Besson ("León, el profesional" (1994), "Nikita" (1990), "Lucy" (2014), "Valerian y la ciudad de los mil planetas" (2017)) nos ofreció en su séptimo largometraje como director una historia sci-fi que no va más allá de su propuesta argumental inicial, pero que se colma de un eficiente sentido del humor y una expresiva estética que la tornan en una cinta estandarte del género a pesar de su superficialidad en la trama.

Un malvado planeta destructor del universos aparece cada cientos de años, y solo un arma especial de ciertos alienígenas es capaz de detenerlo. Ese arma consiste en cuatro elementos con magia y el quinto elemento del título encarnado por Milla Jovovich. Un personaje creado para combatir el mal y que es protegido por el taxista futurista interpretado por Bruce Willis. A la fiesta se unen un villano unidimensional al que Gary Oldman da un tono de parodia y algún que otro secundario arquetípico.

Pero no intenten en "El quinto elemento" buscar un desarrollo argumental de intrigas serpenteantes y recónditas, ni traten de encontrar a personajes multidimensionales, o frases de gran reflexión simbólica. No, para es mejor pónganse "The Matrix" (1999), "Abre los ojos" (1997), "Donnie Darko" (2001), "Minority Report" (2002), "AI: Inteligencia Artificial" (2001), "La naranja mecánica" (1970), "Interstellar" (2014) o "Wall.E" (2008). En "El quinto elemento" mejor déjense llevar por la trama irreverente cargada de fuegos artificiales y de guasa.

Pero, evidentemente si el guion no tiene demasiadas ambiciones, voy a valorar el film en consecuencia. Un film cuyo devenir argumental es simple (y en ocasiones bobo pretendidamente) pero siempre activo y resuelto. Desde luego "El quinto elemento" nos da una trama la mar de entretenida en todo momento, pues sabe hacer fluir y progresar esa propuesta básica sin divagaciones exasperantes. ¡Vamos, que no es el horror de "Aeon Flux" (2005), "Robocop 3" (1993) o "Alien Vs. Predator" (2004)!, aquí estamos ante una historia con suficiente cohesión y dinamismo para distraernos, mientras que el resto lo pone una puesta en escena muy capacitada a la hora de evadirnos en ese "futuro" 2263 de escenarios coloristas, estéticas pop desatadas (el vestuario, peluquería y maquillaje tan característicos son de sobresaliente tanto en su original concepción como en su llamativa ejecución. Es que no tiene desperdicio ni uno, ni el "quinto elemento" del título ni los más secundarios como Diva Plavalaguna (Maïwenn Le Besco) o Ruby Rhod (Chris Tucker)), encuadres briosos pero acomodados por parte de Besson, de efectos especiales muy logrados para la época (solo basta con mirar otra cinta del mismo año como "Turbo Power Rangers" para apreciar lo que nos regala con gusto "El quinto elemento" en cuestión de C.G.I. y cromas) y de unas actuaciones que salen al rescate de lo parco del guion. El trío del cartel da a sus personajes la solidez que demandan (que tampoco es mucha pero algo sí necesitan) sorprendiendo una Milla Jovovich ("El regreso del lago azul" (1991), "Kuffs, poli por casualidad" (1992)) que por aquel entonces tan solo era considerada una "cara bonita" pero que aquí ofrece una intensidad y una singularidad de lo más natural a su papel (cosa complicada con el "elemento" que le cae en gracia). Pero quien más destaca y más estimula al relato es un Chris Tucker como reverso cómico de Bruce Willis durante gran parte del metraje (es decir, durante la acción de tiros, persecuciones y combates), pues hace partícipe al espectador de esa acción con mucho desenfado. Eso sí, es un rol que a parte de la audiencia va a resultar cargante, así que o se conecta con él o no.

La banda sonora es análoga al personaje de Tucker o la amas o la odias y en mi caso me ha tocado lo segundo.

Así pues tenemos una cinta que acaba distrayendo con lo que no arriesga y en lo que arriesga (estética, actuaciones y música) acaba chiflando o asqueando. Pero va a ser más habitual lo primero y acabar seduciendo al público amante de la ciencia ficción más comercial o las space óperas más festivas. No es la obra maestra de la trilogía original de "Star Wars" ni la agudeza de "Guardianes de la galaxia" (2014) pero tampoco es lo mediocre de "Valerian y la ciudad de los mil planetas" del mismo Luc Besson, "El destino de Júpiter" (2015) o "Mortal Engines" (2018). Digamos que es equiparable a "In Time" (2011), "Prometheus" (2012), "Guerra mundial Z" (2013), "Chappie" (2015) o "Guardianes de la Galaxia Volumen 3" (2023). Es recomendable para los aficionados a las películas de ciencia-ficción y/o acción o a los fans de su director y/o reparto. En el resto de audiencia pasará completamente desapercibida.

Lo mejor: Me quedo con su vestuario.
Lo peor: En mi caso ha sido la banda sonora, pero esto es algo completamente subjetivo y para nada objetivo.
Spark
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4
9 de febrero de 2024
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Basado en la obra teatral del mismo nombre de 1982 (que a su vez tomaba como referencia al personaje real de Gertrude "Ma" Rainey), este largometraje de Netflix nos narra una ficticia grabación de la madre del blues del título (Viola Davis) que rompió moldes para bien con su pionera música blues y su franca forma de vida... tanto es así que la mayoría nos vamos a quedar con las ganas de ver un biopic, un verdadero biopic de esta referencia musical y artística y no que lo nos brinda "La madre del blues".

Pues una figura (poco conocida fuera de los Estados Unidos) con una vida tan enervada y multifacética daba para un "La vida en rosa" (2007) y no para una "Judy" (2019) limitadita y acotada a un instante que además aparta bastante la figura de Ma Rainey. Así que si esperan una película que narre los periplos de la figura central del biopics... me temo que "La madre del blues" les va a decepcionar, ya que el largo trata de una grabación de estudio eterna (con momentos redundantes y personajes accesorios) y de algunos bajos fondos personales cuyo tratamiento es tan superficial como melodramático.

"La madre del blues" se ambienta (principalmente) en el sótano en el que los músicos de la banda de Ma Rainey ensayan y se preparan para la grabación. Ahí tenemos una catarata de diálogos y quejas sobre la discriminación que sufre la población afroamericana de la época (así como vivencias racistas padecidas por este grupo). Unas reivindicaciones que no llegan a ninguna parte y de las que el grupo no acaba por sacar conclusiones o acuerdos (cosa harto irreal en gente adulta, sinceramente). Y, aunque son diatribas de cierto ingenio en su exposición y situadas en un contexto con garra, lo cierto es que se dan prácticamente sin medida y sin dejar apenas espacio al desarrollo argumental sólido tanto del verdadero protagonista de la cinta (el ficticio trompetista encarnado con maestría por el fallecido Chadwick Boseman) como de los secundarios que son interpretados con gusto por actores como GlynnTurman, Colman Domingo o la propia Davis (cuya única falla es ciertos momentos demasiado forzados en sus playbacks, pues la voz cantante la pone Maxayn Lewis).

Es una lástima porque "La madre del blues" cuenta con una fotografía de tonos ocres y amarillos que se maridan con gusto por los vetustos escenarios, unos escenarios elegantes en su plasmación de una época de contrastes e iniciaciones. Hay en el film además una realización orgánica (que no sobresaliente), un sonido para enmarcar y un vestuario resultón. Esto aunado a unas actuaciones que sacan oro de sus roles (Boseman es el más beneficiado del libreto... a pesar de que su personaje cuenta tan solo con retales poco esforzados sobre el papel) son casi capaces de alzar el conjunto al que le pesa demasiado tanta exposición y tan poca actividad decisiva. El dicho de "menos preocuparse y más ocuparse" le viene que ni pintado a este largo que acaba siendo una experiencia que atrapa por pocos momentos y hastía en demasiados, una oportunidad perdida teniendo en cuenta todo lo que nos pudo dar y no da. Pero como cinta de drama y música, independientemente de los hechos en los que se basa vagamente, también resulta un largometraje grisáceo en líneas generales... digamos que es equiparable al telefilm de Netflix (también basado en obra teatral, no en hechos reales) "Los chicos de la banda" (2020) o a otros telefilms de la plataforma con estrellas hollywoodienses como "Imperdonable" (2021), "Enola Holmes" (2020) o "Spiderhead" (2022). Desde luego está a años luz de biopics con cantantes/cantautores de la talla de "La vida en rosa", "Ray" (2004), "Amadeus" (1984), "Florence Foster Jenkins" (2016), "En la cuerda floja" (2005)... o si me apuran "Bohemian Rhapsody" (2018), "Rocketman" (2019) o "Clouds" (2020). Solo recomendable a los muy fans de los melodramas ascetas, del blues clásico o de los seguidores de sus protagonistas frente a la pantalla.

Lo peor: El guion cuando incide de forma repetitiva en las charlas "casuales" de la banda.
Lo mejor: La actuación de Boseman en gran medida y la de Davis en menor medida. El sonido.
Spark
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5
6 de febrero de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomando como referencias las vivencias que le contó su abuelo Alfred Mendes, el director de "American Beauty" (1999), "Revolutionary Road" (2008), "Skyfall" (2012) y "Spectre" (2015) entre otras nos adentra con todos los sentidos en la Primera Guerra Mundial. Con un trucado plano/secuencia (cuando la cámara no enfoca a personajes sino a paisajes hay cortes encubiertos) la cinta nos transporta a la línea Hindenburg donde un par de soldados británicos (George MacKay y Dean-Charles Chapman) se embarcan en una larga caminata para advertir al Coronel Mackenzie (Benedict Cumberbatch) de que debe detener el ataque de su regimiento. Pero ojo, el hecho de que "1917" cuente en su haber con una premisa bélica parecida a la de "Apocalipsis Now" (1979) o "Salvar al soldado Ryan" (1998) no quiere decir que goce de la mismas variadas dimensiones, de las mismas reflexiones, cargas trascendentes o astucia en sus intrigas. No, por desgracia "1917" es de esas cintas sin apenas diálogo (y mucho menos una voz en off natural a lo "Apocalipsis Now"), un film de supervivencia más básico y limitado de lo que cabría esperar dada la factura sublime con la que nos regala.

Y es que "1917" presenta a priori buenos mimbres con unos personajes francos y humanos... y los conduce por una tierra desolada donde lo único que hace acto de presencia son las caminatas, las huidas y los tiroteos durante más de dos horas sin absolutamente nada más que aportar como obra de ficción (que lo es, no estamos ante un documental precisamente). Es un guion que probablemente no ocupe ni cinco folios, y que torna a otros "survival films" ("1917" tiene más de ese género de supervivencia a lo "Infierno blanco" (2012) que del género bélico clásico a lo "Senderos de gloria" (1957)) como "El renacido" (2015) o "Naufrago" (2000) en obras maestras de los diálogos y reflexiones en comparación. Tampoco es que esperara algo de la calidad de "La chaqueta metálica" (1987) o "Malditos bastardos" (2009), pero es que ni tan siquiera sus situaciones son capaces de otorgar el nervio y las honduras de un "Corazones de acero" (2014) o un "Expiación" (2007). Son unos momentos realmente esquemáticos y tópicos que al verlos se puede tener la sensación esa de "esto ya lo he visto y mejor desarrollado" (más en spoilers). Y desde luego quien no sea fan del drama militarista (admito que es mi caso en particular) puede verse tentado a abandonar el metraje ante tanta marcha alongada por campos, ruinas y ríos... a pesar de que estemos ante una cinta que es un portento pictórico.

Porque lo que resulta innegable es que "1917" presume de una fotografía tremendamente bella, de cinematografía cuidada, de una realización de travellings y paneos asombrosa en la mayoría de sus ocasiones, de una ambientación magnífica a todos los niveles (desde el vestuario y maquillaje hasta los decorados desvencijados pasando por ese río bravo rodado a base de drones en una dirección magistral por parte de Mendes, o esa elección de paisajes frondosos enamoradores que contrastan con la vil situación por la que pasan estos soldados) y de unas efectos especiales que hacen un uso majestuosos de las nuevas tecnologías.

Así que sí, "1917" es hermosa en lo audiovisual... como lo es "300" (2006) y no la voy a poner al nivel de "Gladiator" (2000), evidentemente. Así que no puedo equiparar "1917" a obras maestras de la ficción bélica que traspasan géneros como no ya solo las mencionadas "Apocalipsis Now", "Salvar al soldado Ryan" y "La chaqueta metálica" sino también cintas tan aguerridas como "Black Hawk derribado" (2001), "Hasta el último hombre" (2016) o "Caballo de batalla" (2011). Digamos que "1917" supera a largos como "Banderas de nuestros padres" (2006) o "En tierra hostil" (2008) pero no llega a lo "Green Zone" (2010) o "Caballo de batalla". Se queda en un "Dunkerque" (2017) o un "La delgada línea roja" (1998), así que los que disfruten al máximo de películas como este par van a encontrar en "1917" la horma de su zapato. Para el resto se torna poco recomendable a no ser que se sea aficionado/a al cine que prime las formas al fondo.

Lo mejor: Su fotografía.
Lo peor: ...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Spark
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La princesa Mononoke
Japón1997
8.0
70,780
Animación
7
5 de febrero de 2024
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Una de mis películas pendientes y mi primera incursión en el cine de Studio Ghibli. Y, tras la experiencia va a ser la primera de muchas incursiones.

Pues como todos los largos de Studio Ghibli, y en especial los de Hayao Miyazaki, ofrezcan relatos sobre leyendas japonesas con tal reverencia, arte y amor... me van a ganar.

Ya que "La Princesa Mononoke" se nos sitúa en el período Muromachi japonés (es decir, el siglo XIV para los occidentales) y entremezcla con gusto y abundancia a samurais y emishis con los yokai (unas de las criaturas fantásticas del folklore japonés). Pero aun sin saber los nombres de todos estos elementos históricos y fantasiosos, la cinta cala rápidamente en todo público (infantil incluido) ya que estos personajes humanos o no humanos nos son reconocidos en sus sentimientos y emociones. El Príncipe Ashitaka vence a un terrible monstruo (un yokai) que iba a atacar su aldea, pero es herido y maldito por el monstruo así que viaja al oeste para comprender el origen sobrenatural de este monstruo y así tratar de acabar con su herida maldita (y si es posible con el origen de estos monstruos).

Pero esto es solo la premisa de una trama repleta que incluye espíritus del bosque bondadosos o corrompidos, protectores o destructores... y unos humanos multifacéticos pero demasiado torpes y/o irrespetuosos con esa naturaleza que parece rebelarse antes estos ataques de forma espiritual y alegórica.

Así que sí, "la Princesa Mononoke" es una oda a la naturaleza, su belleza y sus bendiciones. Y eso va a ser un gusto para cualquier espectador (entre los que me incluyo) que sienta un gran gozo cuando se envuelve entre montañas, árboles, ríos y pájaros. Pues Hayao Miyazaki describe esos parajes con excelencia (ya viendo una confirmo que meterse en una película de Miyazaki es equivalente a pasear por la naturaleza más pura), con unos diseños tan bellos e inspirados como delicados y cuidados (y no solo en el caso de sus escenarios, también de la mayor parte de sus personajes), con una enorme saturación del color que ofrece unos trazos milimétricos y perspicaces, con una iluminación en sus entornos interiores que combina sus ocres con delicia, con unos planos (por norma general, el film no es perfecto y en algún que otro plano se pasa en lo estático) de lo más adecuados en su progreso argumental, y con una banda sonora primorosa e iluminada (no memorable, pero no solo acorde con cada instante del relato, es que además infunde la ternura, el temor o la alegría con enorme intuición), y con un sonido competente (que no superlativo). Y todo esto Miyazaki lo inserta en el guion de forma orgánica, un guion que no aburre jamás y que si bien en su recta final empieza a renquear con tanta acción por aquí y allá, nos guarda muchos instantes y situaciones de diversión (ojo a las mujeres de la fundición o a ciertos "villanos"), de fantasía emocionante y de afecto permeable para con el espectador (por supuesto Ashitaka, Mononoke y Moro se llevan la mejor parte a la hora de interactuar con el bosque y sus espíritus). Tiene el libreto además a unos personajes que, a pesar de llevar un cartel de "héroes", "villanos" y "antihéroes", siempre aportan algo más de aristas (aunque tampoco muchas más, no nos pongamos estupendos).

Así pues "La Princesa Mononoke" se torna en una cinta notable y agradecida no ya en un visionado sino en varios para toda audiencia amante del cine de fantasía o animado (para el resto no está tan hecha, pues en su conjunto no llega a atravesar a su propio género como... digamos... "El Rey León" (1994)). Muy recomendable para ese público, e indispensable para los aficionados al cine japonés animado o no. Como cinta de entretenimiento de animación "La Princesa Mononoke" no me llega a las cotas de obra maestra (estando al mismo nivel en animación y guiones... "El Príncipe de Egipto" (1998), "Aladdin" (1992), "Shrek" (2001) o "La bella y la bestia" (1991) ganan a "La Princesa Mononoke" en aspectos como banda sonora o sonido) pero supera a agradables cintas como "Hércules", "Rio" (2011), "Ratatouille" (2007), "Elemental" (2023), "La sirenita" (1989) o "Madagascar" (2005). Más bien se me pone en el lugar de las notables "Mulán" (1998), "Spider-Man: Un nuevo universo" (2018), "Peter Pan" (1953), "Arrugas" (2011), "Up" (2009), "Pinocho" (1940), "Los increíbles" (2004), "Toy Story" (1995), "Pocahontas" (1995), "Dumbo" (1941) o "La dama y el vagabundo" (1955) que no está nada pero nada mal.

Lo mejor: Su animación, su trasfondo y como lo transmite el libreto.
Lo peor: Su último tercio.
Spark
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4
2 de febrero de 2024
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De la mano de Amazon Prime Video nos llegó en 2019 un telefilm que cuenta en su haber con un reparto notable (a las carismáticas y cercanas presencias de Viola Davis y Allison Janney se le suman unos niños actores de lo más naturales e imbuidos en sus roles) y una puesta en escena de categoría (con unos parajes naturales envolventes, de honesta ambientación. Y con un vestuario muy digno) pero con una trama parca, demasiado esquemática ("los malos" (niños y adultos) de la película no se salen del tópico unidimensional, aunque los protagonistas de esta tropa ("la matona", "el gay", "la piadosa") y su par de adultos acompañantes ("el perdedor" y "la insatisfecha") tampoco van más allá de ese arquetipo establecido en su propuesta) y timorata (es una pena que no se ahonde más en el pasado que se ve compartían los personajes de Davis y Janney (lo deducimos gracias a las sutiles actuaciones de estas dos pedazo de actrices, porque el guion apenas lo menciona)) como para captar el interés del espectador medio adulto.

Y es una lástima porque "Troop Zero" comienza con muy buenas intenciones, con una aventura veraniega ambientada en un pueblo ficticio de la norteamerica profunda de finales de los 70, e inspirada vagamente en una obra teatral de Lucy Alibar (que también escribe el guion del film). Una niña huérfana de madre (McKenna Grace) sufre de acoso escolar en el pueblo (algo por lo que se pasa de forma bastante anecdótica, por cierto) cuando une fuerzas con el resto de compañeros marginados para formar un equipo que participe en un concurso de talentos infantiles. Su objetivo, como fanática del cosmos, es ganar el concurso para grabar un disco que será enviado al espacio en la Voyager. Pero durante este recorrido de ensayos y superaciones los protagonistas aprenderán algo más importante.

Lo cierto es que "Troop Zero" es una película de tono afable, que incide en los buenos momentos con simpatía y transmite su mensaje de optimismo y vitalidad. Es además interpretada con gusto. Ese grupo de cinco jóvenes actores demuestra gran química amistosa, y rebosa de una energía contagiante, mientras que Davis y Janney realzan la experiencia audiovisual con su oficio actoral (sacan oro de personajes palpablemente limitados y monocromáticos). Y el film se envuelve en una fotografía campestre y vetusta muy confortable, con una precisa elección de planos por parte de Bert & Bertie, una iluminación seductora y orgánica, un diseño de escenarios estimable y una elección de temas musicales de David Bowie insertados de forma tan astuta como agradecida (realmente esos compases elevan la calidad de las escenas). Pero por desgracia "Troop Zero" no aprovecha todos estos buenos ingredientes para narrarnos una trama robusta, briosa, multiversada y honda. Por ello según se va sucediendo el metraje y se observa su ritmo estirado y su falta de situaciones con garra, madurez y sagacidad no se puede sino verse tentado a abandonar el visionado... a no ser que se sea parte del público infantil al que claramente va más dirigida (aunque aun así no todos los más peques aguantarán su cadencia pausada). En cuestión de odiseas de familia y amistad en concursos infantiles de los Estados Unidos... se torna infinitamente más recomendable la gran "Pequeña Miss Sunshine" (2006), aunque esta "Troop Zero" puede servir como entretenimiento ajustado en un primer visionado (aguanta pocos más a no ser que se sea incondicional de los dramedys simples y familiares, o seguidor/a/e de los productos de Bert & Bertie (su película anterior "Dance Camp" (2016) comparte prácticamente la misma premisa)). Como largometraje de campamentos y aventuras vacaciones de peques, "Troop Zero" es más equiparable a "Campamento alienígena" (2019) o "Camp Rock" (2008) que a las superiores en su conjunto "Moonrise Kingdom" (2012), "La familia Addams: La tradición continúa" (1993) o "Tú a Londres y yo a California" (1998).

Lo peor: La falta de ambición dramática en varios puntos desaprovechados del largo.
Lo mejor: Las inserciones de la música de David Bowie. Su diseño de producción.
Spark
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