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España España · MADRID
Críticas de Spark
Críticas 1,858
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
31 de octubre de 2023
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El segundo spin-off de la eficiente (aunque tampoco sobresaliente en el serial policiaco y criminal a lo "True Detective" (2014-), "C.S.I.: Las Vegas" (2000-2015), "Principal sospechoso" (1990-2006) o "The Wire" (2002-2008)) "Mentes criminales" (2005-2020) creada por Jeff Davis... arregla algunos de los desaguisados de ese intento de spin-off que fue en 2011 "Mentes criminales: Conducta sospechosa" (y estos desatinos fueron una puesta en escena demasiado ordinaria y eludible (algo más propio de "El cuerpo del delito" (2011-2013), "Rizzoli & Isles" (2010-2016) o "Ley y Orden" (1990-) que de una serie de mínima categoría a lo "C.S.I.: Miami" (2002-2012) o "NCIS: Los Ángeles" (2009-)), un casting incapaz de acomodarse con naturalidad y carisma, y así enriquecer de forma astuta a sus limitados roles (caso flagrante el del talentoso Forest Whitaker que deambulaba por los 13 episodios sin saber muy bien donde estaba metido, aunque Matt Ryan y Beau Garrett le iban siguiendo con abulia e inexpresión), y unas tramas torpemente recicladas de la serie original).

"Mentes criminales: Sin fronteras" logró corregir estos errores... y alcanzó una temporada más que aquel nefasto experimento: dos temporadas, xD. Y es que, si bien en esta serie ya contamos con una puesta en escena más esforzada, con escenarios exóticos por doquier grabados con un mimo y un estilo pertinentes (hay un uso de filtros tenues y aseados muy agradecido), con unas tramas un poco (solo un poco) más diversas que la serie original de la que sale (pues los casos van maridando la mente criminal en cuestión con la cultura e idiosincrasia de cada país), con una realización más briosa y dinámica (ya sea en la acción orgánica o en los momentos de indagación detectivesca), y con una actuación protagonista más conveniente (Gary Sinise acababa de salir de "C.S.I.: NY" (2004-13), y tan solo tiene que trasladar a su inspector policial al FBI. Se conoce al dedillo este típico pero efectivo rol y se instaura en él con suma facilidad y cercanía para con el espectador)... lo cierto es que es una serie que sigue tirando de tópicos y de superficialidad. No faltan las americanadas de puro cliché en la que las culturas extranjeras son retratadas como "retrasadas" (en el peor de los sentidos) mientras los protagonistas estadounidenses llegan al país a salvarlos a todos (como si las fuerzas policiales del resto de países no supieran hacer su trabajo, y solo los Estados Unidos supiera), tampoco se evita pasar por los casos con frivolidad de los más externa y somera (desde luego quien espere una ficción con un trabajo mimado sobre una mente criminal o sus investigadores... pues que se ponga "American Gangster" (2007), "Infiltrados" (2006), "Joker" (2019), "Traffic" (2000) o "Zodiac" (2007), ya que aquí no podrá disfrutar de esto). Desde luego tiene muchos aspectos con grandes dosis de mejora (y la misma serie "Mentes criminales" era capaz de perfilar mejor los casos o a ciertos personajes de su elenco, mismamente los casos de Matthew Gray Gubler, Kirsten Vangsness o Joe Mantegna sin ir más lejos) pero lo que nos da es suficiente como para distraer de forma momentánea (y olvidable, todo sea dicho) en sus 45 minutos de duración. Es un entretenimiento evasivo recomendable a los aficionados a las series procedimentales (tipo "Numb3rs" (2005-2010), "Bones" (2005-2017) o las franquicias de "C.S.I.", la de "Mentes criminales" que nos ocupa, la de "NCIS", "Ley y Orden", etc.) como admito que es mi caso. Eso sí, no tengan las expectativas de "The Shield" (2002-2008) o "The Closer" (2005-2012) ya que "Mentes criminales: Sin fronteras" se pone más bien en el nivel de una "C.S.I.: Cyber" (2015-2016).

Lo mejor: El oficio de Sinise en un rol que se conoce al dedillo (y se nota). El despliegue de escenarios variopintos (trucados o no, son eficaces).
Lo peor: Que tenga tan poco tacto a la hora de evidenciar sus prejuicios norteamericanos.
Spark
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6
26 de octubre de 2023
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Adaptando una novela de la neozelandesa Christine Leunens, "Jojo Rabbit" se nos presenta como una tragicomedia en un entorno nazi en un pueblo alemán en plena segunda guerra mundial. Johannes "Jojo" Betzler (Roman Griffin Davis) es un niño alemán que, al igual que todo su entorno infantil (tanto niños como "niños grandes"), se siente fascinado y encantado por toda la propaganda nazi. Quiere ser el mejor nazi... pero tal vez su humano y natural corazón se lo impida (sobre todo según se van sucediendo los acontecimientos).

Podría decir que "Jojo Rabbit" tiene la comedia y la denuncia incisiva de "El gran dictador" (1940), o que tiene el sentido del humor tan gamberro como audaz de "Malditos bastardos" (2009)... pero entonces estaría mintiendo. Pues "Jojo Rabbit" se queda a medio gas en su desarrollo argumental... y eso incluye también a su sentido del humor. Con unas gracietas poco inspiradas en general (admito que solo reí en un par de ocasiones de ironía con ese amigo interpretado por Archie Yates o con ese amigo/Hitler/imaginario de Taika Waititi, mientras que el resto de gags jamás aportan un sarcasmo refinado). Pues se trata en líneas generales de unas salidas que tiran más por lo físico infantiloide más propio de una película norteamericana de "caca-culo-pedo-pis" tipo "Niños grandes" (2010) o "Scary Movie 5" (2013) que de una denuncia imaginativa y taimada del nazismo a lo "La vida es bella" (1997). Y en esas "salidas" bastante básicas y perezosas que no pasan de la anécdota llevadera... se llevan la peor parte los personajes encarnados por Rebel Wilson y Sam Rockwell.

En el terreno de intriga y drama la cinta también se queda en lo claroscuro. Hay momentos en los que Taika Waititi ("Thor: Ragnarok" (2017), "Thor: Love & Thunder" (2022)) imprime a su libreto de una evolución vehemente y curiosa (me quedo con la secuencia del tercer tercio que pondré en los spoilers) como en el caso del campamento de las juventudes hitlerianas, pero hay ratos en los que la trama no parece tener nada que ofrecer con situaciones redundantes (el toma y daca con la niña judía) y silencios incómodos que solo logran guardar las distancias con el espectador y que el conjunto pierda enteros. Porque sí; a pesar de ser una cinta que cuenta con momentos de lucidez en su combinación de simpatía (que no diversión), drama y suspense, lo cierto es que también sufre de circunstancias planas, dejadas a su suerte y aburridas para con el espectador. Así que no, "Jojo Rabbit" ni es "La vida es bella" ni es "El gran dictador" ni es "Malditos bastardos", largometrajes del mismo corte que navegaban por el drama y la comedia pero que lo hacían con mucha más contundencia e inspiración que el film que nos ocupa.

Con esto no quiero decir que estemos ante una mala obra ni mucho menos, pero resulta incomparable a las sobresalientes obras mencionadas. "Jojo Rabbit" es más bien un "La ladrona de libros" (2013) con un poco más de sentido del humor. Una suerte de "Una bolsa de canicas" (2015) o un "El niño con el pijamas de rayas" (2008) más descafeinado para que se vea por el público de todas las edades y con algo de guasa. Digo algo porque posee escenas en las que le quita el hierro a la brutal necedad nazi con elegancia (y en otras que no lo consigue) y también nos regala planos infundidos en un drama franco y cercano (más en spoilers), pero no es una tónica que se repita continuamente como en la obra maestra de Roberto Benigni.

Pero aun con sus fallas en el desarrollo argumental, hay que admitir que "Jojo Rabbit" acaba compensado con sus virtudes que residen no solo en el resto del libreto de Waititi que se torna tan llevadero como afable sino también en los recursos de la puesta en escena (a excepción de la horripilante elección de temas musicales contemporáneos que no casan en absoluto con esta cinta en concreto, tal vez si se dejara llevar más por el humor absurdo... pero no es el caso. Y a excepción también de cómo tiene Waititi la manía de estirar como un chicle algunos planos que no aportan más que aumentar los minutos de metraje). Con una realización que compone los elementos en el plano con estilo, con una cinematografía de categoría, con vestuario magnífico, con unas actuaciones solventes (aunque estos personajes tampoco son demasiado matizados en el guion), con una labor eficiente de caracterización, con unos efectos especiales logrados y con una astuta elección de decorados exteriores e interiores, "Jojo Rabbit" se torna a nivel global en un largo grato y recomendable para todo público como pasatiempo con algo (solo algo) de trasfondo social. Pero no esperen un film que se moje con ingenio, garra y osadía por su propuesta a priori jugosa (para eso ya tienen las indispensables "Malditos bastardos", "La vida es bella" o "El gran dictador" en la comedia o "La lista de Schindler" (1993), "El pianista" (2002) o "El diario de Anna Frank" (1959) en el drama... o "El hundimiento" (2004) o "Negación" (2016) en la intriga). Digamos que "Jojo Rabbit" es superior a "La ladrona de libros" o "Monuments Men" (2014) pero inferior a "Hermanos de sangre" (2001) o "El héroe de Berlín" (2016). Digamos que como cinta ambientada en elementos de la segunda guerra mundial o del nazismo es más pareja a "El discurso del Rey" (2010), "La dama de oro" (2015) o "El instante más oscuro" (2017).

Lo peor: La redundancia innecesaria y sin apenas evolución que se da con el protagonista y la niña judía.
Lo mejor:...
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Spark
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3
24 de octubre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El guionista Allan Ball (autor de "American Beauty" (1999) o "A dos metros bajo tierra" (2001-05) entre otras series y películas) debutó en la dirección con este telefilm para Amazon Prime que aporta una trama también de su puño y letra.

Un exitoso cuarentón homosexual (Paul Bettany) en Nueva York regresa al pueblo en el que se crió, y se reencuentra con su familia a causa del funeral de su padre. Pero el protagonista sigue en el armario con su conservadora familia. Largometrajes de personas LGTBI que siguen en el armario y se ven obligados a ocultar su dimensión romántica y amorosa con sus seres queridos (o no tan queridos) hemos tenido y de mejor calidad (pues no solo "Brokeback Mountain" (2005) es siempre el referente a tener en cuenta, ya que cintas como "Banquete de bodas" (1993) del mismo Ang Lee de "Brokeback Mountain", "Pride" (2014), "La batalla de los sexos" (2017) o "Moonlight" (2017) también han tocado el tema con tino).

Y es que "Mi tío Frank" tiene una premisa potente... pero la desarrolla con una prolongación del todo innecesaria para un relato de ficción. Y así "Mi tío Frank" es tan realista (y rutinaria y aburrida) como la vida misma. Y eso que su tercer tercio aporta unas dosis de aguerrido y honesto drama de lo más cómplice y agradecido (más en spoilers), pero esos minutos finales no compensan a un film que por norma general se ha ido moviendo por escenas de detalles insignificantes (más en spoilers) y reiteraciones artificiales en el lenguaje cinematográfico que nos ocupa. Con decir que la cinta pretende ser una tragicomedia y que solo da en el clavo con ciertos puntos trágicos (la comedia es completamente fallida) creo que se dice todo.

Y es una pena porque los actores están de lo más lucidos. Bettany nos regala una actuación maestra (algo que no sorprende dada su calidad actoral, y el que no haya descubierto este talento que ha pasado tan desapercibido que se revise "Una mente maravillosa" (2001), "Bruja Escarlata y Visión" (2021) o "Master & Commander" (2003), pues su participación clave rescata en muchas ocasiones a estos productos audiovisuales) aprovecha al máximo la aflicción de su personaje en los pocos momentos que el libreto se lo permite... mientras que dota a su rol de un carisma distintivo en el resto para alzar algo al conjunto. Peter Macdissi (conocido al dedillo por Ball gracias a la serie de "A dos metros bajo tierra") sorprende gratamente como pareja de baile (y de todo lo demás) del protagonista, mientras que el resto de secundarios (entre los que se encuentran nombres tan interesantes como los de Margo Martindale, Judy Greer o Sophia Lillis) cumple sin despeinarse con sus esquemáticos pero reconocibles papeles para la audiencia (al menos para la audiencia LGTBI que se ha visto en las tesituras expuestas con la familia conservadora que le ha tocado en gracia).

La puesta en escena por su parte es adecuada (pero en ningún caso sobresaliente, que este telefilm no es "El diablo a todas horas" (2020), "Hillbilly" (2020), "Detrás del candelabro" (2013) o "Los dos Papas" (2019)). Ball prima el plano/contraplano usual pero eficiente y activo, mientras que los escenarios se nutren de bellos paisajes rurales en los planos recurso... y de una decoración eficaz en los escenarios. Pero en ningún caso estamos ante una estética audiovisual reseñable y para el recuerdo.

Así pues acabamos con un largometraje que se estira y diluye tanto que llega a hacerse cuesta arriba incluso para los/las que nos hemos visto en las circunstancias que plantea el film. Una lástima porque...
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Spark
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5
21 de octubre de 2023
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Y lo digo con tristeza, dado que el cine con temática LGTBI siempre me supone un aliciente emocional al ver reflejado en él sentimientos muy potentes e identificativos como parte del colectivo que soy. Sin embargo este "romance prohibido" que encarnan Rachel Weisz y Rachel McAdams ha quedado muy descafeinado y apocado (y no lo digo precisamente por sus escenas de sexo, que las tiene bien interpretadas, sino por la profundidad y la madurez de la que sus personajes carecen a pesar de sobrepasar los 40 años).

Basado en la novela de la (por entonces) debutante Naomi Alderman, el sexto largometraje del chileno Sebastián Lelio nos presenta a una mujer (Weisz) que regresa al barrio londinense de su infancia para enfrentarse al funeral de su padre, un rabino que dado el entorno por el que se movía no parece que casara demasiado con la vida de su hija. Allí la protagonista se vuelve a encontrar con su ex-amante (McAdams) que ahora está casada con el judío ortodoxo amigo de la infancia de ambas. El deseo entre ambas vuelve a aflorar mientras tratan de ocultar y ocultarse como lesbianas en un ambiente de judaísmo ortodoxo en su comunidad.

Como ven el planteamiento del film es potente, y pudo haber dado lugar a un catálogo de afectos, impresiones, oposiciones, odios, amores y pasiones tan repleto como hondo. Sin embargo por desgracia no estamos ante "Brokeback Mountain" (2005) o "Carol" (2015). Pues su propuesta se diluye como un azucarillo ante escenas más bien rutinarias y redundantes. Un film que en definitiva se pierde bastante en su atildada ceremonia ortodoxa y sus ambientes contemporáneos de escenarios muy bien perfilados.

Una cinta que parece querer primar más la forma que el fondo... dando más importancia de la que merece a lo primero. Con esto no digo que "Disobedience" sea un mal film ni un largo aburrido. Pues su premisa guarda suficiente misterio en su romance y suficientes asuntos trascendentes como para mantener cierto interés en el cinéfilo adulto medio (que esté interesado en el cine LGTBI, claro. Que "Disobedience" no es una cinta LGTBI que traspase géneros a lo "Brokeback Mountain" o "The Rocky Horror Picture Show" (1975)), y es además acompañada por una elegante (que no sobresaliente. Los planos de Lelio son orgánicos pero jamás se salen de lo establecido para con la trama) puesta en escena. Pues hay en "Disobedience" un diseño de producción atinado, con un despliegue a la hora de mostrarnos ese "submundo" del judaísmo ortodoxo londinense tan vistoso como fidedigno (un diez para los uniformes, el maquillaje y peluquería, y los escenarios interiores de escuelas e iglesias), con un mimo en el atrezzo (el interior de las casas no tienen desperdicio) y en la fotografía (de grano vetusto a la par que definido) dignos de alabarse.

El problema de "Disobedience" es que el guion no acompaña, pues las situaciones nunca nos dan un nervio tan natural como identificativo, la contención de sus personajes es exagerada hasta lo irreal, y la trama se va perdiendo en los hábitos (que, para ser un film dramático de ficción, se nos detallan sin necesidad alguna). Es una película que da más importancia a la habitación que va a elegir un personaje o los bártulos que se va a llevar que al progreso inter-personal y sentimental (una arista tratada en el libreto con bastante simpleza, infantilismo e ingenuidad. Todo sea dicho, si al menos fueran adolescentes se comprendería un poco más).

Con esto sus hábiles actores (que se han visto en mejores ruedos) poco pueden hacer. Así pues estamos ante una película solo recomendable a los muy muy entregados al cine LGTBI (que tiene mejores exponentes, y no solo las ya mentadas "Brokeback Mountain", "Carol" o "The Rocky Horror Picture Show", también son más elogiables "La chica danesa" (2015), "Pride" (2014), "La favorita" (2018), "Freeheld" (2015), "Detrás del candelabro" (2013), "La vida de Adele" (2013), "Dallas Buyers Club" (2013), "Call Me By Your Name" (2017), "Ammonite" (2020), etc.) o a los muy muy fans de su director (que también las tiene mejores) o sus actores (a los que se disfruta de sus interpretaciones más en largos como "Negación" (2016), "Revancha" (2015), "La favorita", "Spotlight" (2015), "Mi prima Rachel" (2017) o "El diario de Noa" (2004) entre otras). Para el resto de público adulto es soportable sin más. Digamos que es equiparable a "Mi nombre es Harvey Milk" (2008), "Moonlight" (2017), "3 generaciones" (2015) o "Rocketman" (2019) si de dramas con dimensiones LGTBI se trata.

Lo mejor: Me quedo con el diseño de producción. Su premisa a priori.
Lo peor: La forma del libreto de llevarla en el desarrollo argumental con tal mundaneidad y superficialidad.
Spark
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5
18 de octubre de 2023
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Taika Waititi (responsable también del que es, en opinión de quien esto escribe, el mejor largometraje basado en el Thor de MARVEL Cómics (que toma prestada la mitología nórdica clásica para la mayor parte de sus elementos) que no es otra sino "Thor: Ragnarok" (2017)) nos presenta en su séptimo largometraje otra aventura del superhéroe y semidios encarnado por Chris Hermsworth. Y, haciendo guiños a parte de las viñetas originales (con la Jane Foster (Natalie Portman) con los poderes del martillo de Thor, o con el supervillano Gorr (Christian Bale) como antagonista casual de Thor al igual que en los cómics) pero mostrando un lance aventurero original para el film, "Thor: Love & Thunder" nos conduce por una aventura de fantasía con eficiencia... y puerilidad.

Y es que estamos ante el que es sin duda el film de Thor más aniñado (valga la redundancia, porque en la cinta la participación de los niños en la trama es casi continuada), con los chistes más simplones y holgazanes (que no harán reír al público adulto, pero sí a los más peques de la casa) y con el desarrollo argumental entre personajes más básico y dejado. Evidentemente, del universo cinemático MARVEL (y más aun desde que Disney se ha hecho cargo de este estudio audiovisual) nadie espera un producto para las salas de la madurez y los ángulos de "El caballero oscuro" (2008) o "Joker" (2019), de esta factoría se espera un entretenimiento palomitero realmente superficial pero vistoso (a lo "Los vengadores" (2012), "Ant Man y la Avispa" (2018) o "Spider-Man: Lejos de casa" (2019))... pero en algunas ocasiones las adaptaciones a la pantalla grande de los superhéroes de la MARVEL nos han dado un poco más con un humor adulto sagaz e inspirado (casos de "Guardianes de la galaxia" (2014), "Deadpool" (2016), "Thor: Ragnarok" o "Spider-Man: Homecoming" (2017)) o unas tramas con un poco más de hondonadas y estilismo (casos de "Black Panther" (2018) o "X-Men" (2000)). No es el caso de "Thor: Love & Thunder", que da ni más ni menos que lo esperado y ya otorgado en la línea habitual del MARVEL más irreverente de los últimos tiempos.

Y esto es un espectáculo de colorines (los efectos por ordenador son una auténtica maravilla, y atrapan al espectador seguidor de este tipo de cine con total eficacia. Admito que es mi caso, y no pude sino disfrutar con esos combates de rayos, truenos y conjuros mágicos entre saltos imposibles, viajes interestelares psicodélicos, y escenarios diversos y coloridos de planeta en planeta) que se hila con suficiente cadencia (tampoco es que sea un film adecuadamente brioso... eso se lo dejamos a "Spider-Man: Homecoming", "X-Men: Días del futuro pasado" (2014) o "Guardianes de la galaxia". "Thor: Love & Thunder" no evita estirar de tanto en cuanto algunas escenas para sobrepasar las dos horas de duración sin necesidad) y con unas coherencia interna necesaria para meternos en su trama clásica y típica de triunfo sobre el villano mientras "se aprenden lecciones morales". Una coherencia que, dado el tono disparatado de la cinta (con personajes que son mortales, dioses, semidioses o animales y artilugios mágicos... cuyos poderes no tienen un baremo definido jamás), se agradece para que conectemos con estos avatares previsibles pero atractivos.

Y así, "Thor: Love & Thunder" logra evadir. Y lo logra con un guión que no es para echar cohetes pero que resulta un sostén aceptable para los alicientes verdaderos del conjunto que residen en su puesta en escena. Con una cinematografía de definición insuperable, con diseño de producción magnífico (al nivel de "Thor: Ragnarok", "Capitana Marvel" (2019) o "Vengadores: Infinity War" (2018), ahí es nada), con unos escenarios configurados con personalidad refinada (ese "nuevo Asgard", ese "nuevo bifrost", ese "Olimpo de los Dioses" o ese "mundo de las sombras" entre otros entornos muy definidos y dignos de paladearse), con un vestuario tan pertinente como fastuoso (ojo a las armaduras de los dos Thors, o a la labor de vestuario y maquillaje del villano encarnado por Christian Bale), con un atrezzo competente, con una banda sonora dinámica (que no sobresaliente), con unas coreografías de acción impolutas, y con unas actuaciones capacitadas (tampoco es que los roles demanden demasiado, pero Hermsworth está completamente habituado a estas alturas a este somero (y, admitámoslo, poco carismático. Que este Thor no es el Iron Man de Robert Dowey Jr., el Magneto de Ian McKellen o el Deadpool de Ryan Reynolds) personaje, mientras que Natalie Portman ejecuta su rol casi con los ojos cerrados con total naturalidad. Y lo mismo se puede decir de un Christian Bale que escarba para buscar algo de oro en su personaje y hacerlo un poco más empático... cosa que casi logra, pero su papel es tan momentáneo que apenas tiene tiempo para ello. Mientras que Russell Crowe se lo pasa pipa con su festivo y paródico cameo).

Con lo que tenemos un conglomerado que evade con la misma facilidad que se olvida, un blockbuster para todos los públicos tanto para bien como para mal. No es el desastre deslavazado de "Thor: Un mundo oscuro" (2013), "Elektra" (2004), "Hulk" (2003) o "Superman IV: En busca de la paz" (1987)... ni tampoco sufre de un guion tremendamente torpe a lo "Catwoman" (2004) o "Batman y Robin" (1997) si se trata de películas de superhéroes fallidas, pero tampoco es...
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