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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
7
Comedia. Romance Los Ángeles, años 30. En la meca del cine, el joven recién llegado Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), sobrino de un poderoso agente y productor de Hollywood (Steve Carrell), se enamora de Vonnie (Kristen Stewart), la guapa secretaria de su tío Phil. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Vive la vida como si cada día fuese a ser el último, y así una vez acertarás” dice en un determinado momento uno de los personajes de esta deliciosa “Café Society” y qué razón lleva. A mí me pasa que vivo todas y cada una de las últimas películas de Woody Allen como si en realidad fuesen a ser la última ( y algún día, lamentablemente, acertaré) con lo que ello conlleva, con su plus de emotividad. No quiero precipitarme, pero pienso en ese plano maravilloso que cierra esta última película de Woody- que por supuesto no desvelaré- me sitúo ante la perspectiva de que puede ser el último plano, el que cierre una carrera irrepetible, y se me forman mariposas en el estómago. Porque el día que nos falte Woody seguiremos viendo sus películas, evidentemente, pero ya no podremos disfrutar de ese rito que supone acudir al estreno anual de las mismas, desenvolver el regalo y ver qué nos ha traído esta vez. Y ese día va a ser muy duro.

Dice Allen que plantea sus películas ahora más que nunca como un desafío a la muerte, que cada vez presiente más cercana. No parece que la nostalgia que baña “Café Society” sea el mejor exorcismo para la parca, no tan efectivo al menos como el escepticismo que impregnaba buena parte de “Magia a la luz de la luna” o el cinismo que irradiaba “Irrational man”. “Café Society” es nostalgia pura; nostalgia de una época y de un cine que ya no se hacen, nostalgia del primer amor no correspondido, de lo que pudo haber sido y no fue.

Además de nostalgia, “Café society” es libertad. Ya no se hacen películas así, como he leído de algún crítico por ahí, y no es que ya no se hagan, es que ya no hay voluntad de hacerlas. Y eso deberíamos hacérnoslo mirar. Pero Woody sigue en sus trece, aún a riesgo de no ser comprendido por las nuevas generaciones y de resultar viejuno a muchos, fiel a su estilo, cabalgando sólo, con su infinita sabiduría. Sólo los verdaderos sabios se pueden permitir lujos así. Me gusta en este sentido que se haya reservado el papel de narrador para esta última película.

Así es Allen, trasciende a la propia historia que nos cuenta, a sus propios personajes- quizá la película hubiese ganado con otro dúo protagonista. Porque, bien mirado, el argumento de “Café society” es más bien simple, revestido con esa ligereza que caracteriza las últimas historias de Allen. Luego está el genio, la chispa, la sabiduría y esa historia simple y banal te conduce a reflexionar sobre lo más sagrado, el drama y el absurdo de la vida, el amor como el arma más certera para combatir ese absurdo y ese drama.

A destacar, como siempre en Woody, el mimo con el que trata a los secundarios o el cuidado en la ambientación y los aspectos formales con esa maravillosa fotografía bitonal de Storaro. Y en una película de cine dentro del cine no podían faltan los guiños y los homenajes. ¿Nadie vio ecos de “Casablanca” cuando Eissenberg - ¡ con smoking blanco ¡- recibe en el club a su antiguo amor acompañada de su marido? ¿ O de “El apartamento” con la imagen de la empleada enamorada del jefe y la carta de Valentino haciendo las veces del espejito roto con el que Lemmon descubre el affaire entre McLaine y McMurray? Cosas como "Café Society" me recuerdan de vez en cuando el por qué me gusta el cine. Una película entrañable.
Juan Solo
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