Debo hacerles una confesión: Me va el vintage. Cuando veo un video erótico (por no llamarlo de otra manera... -leed de nuevo juntas las dos primeras palabras de este paréntesis-) suelo ir directo a esta categoría. Si veo una película y su nota es un 5 subo automáticamente 4 puntos si la peli es de antes de los 60. Mientras mis amigos sueñan con Shakira (como mi colega Gerardo) o con Cindy Crawford yo tengo un poster de la Duquesa de Alba en mi habitación.

Sin embargo, no estoy loco. Y, a pesar de mi completa subjetividad que me hace parecer estarlo e incluso de mis pintas (si quieres saber como soy físicamente, buscad Roberto Baggio en el google, soy idéntico incluido la coletilla), os diré una cosa: esta peli es totalmente mala.

¡Dios mío! ¡Qué completo suplicio! Roberto Gordo nos cae Gordo, como indica su apellido. La historia transcurre cual si fuera un documental y, dicha forma de contarlo, se sucede hasta la extenuación.

Por otra parte y, atentos al doble sentido, uno acaba harto de los triángulos, tanto de pantalones como de bermudas. De bermudas, me refiero al maldito pulpo atacando barcos por culpa de la radioactividad. Pulpo más falso que una moneda de 32 euros con la cara de Torrente en el reverso. Y de pantalones, el triángulo amoroso entre Kenny Tobillera (o capitán Rubiales, como le llamabamos mis colegas y yo) y "Pato" Donald Curtis (Doctor Corinthians) disputándose a Fatídica Doblemergue (Señorita sin Pepino, era el mote que le pusimos). Triángulo, por otra parte, que me aburre más que media hora de papiroflexia con Jordi Hurtado. Creo que de estos tres, el más guapo era el pulpo y eso que vive en las profundidades marinas.

Creo que Bobby Gordito quiso vacilar a todo el que se pusiera por delante. Si no la has visto, métete en la marina o en una pulpería gallega, seguro que verás más pulpos.