Una mezcolanza de muchos géneros, pero, a pesar de todo, funciona como mero entretenimiento. La película tiene la dosis suficiente de intriga y de escenas bien logradas de terror y misterio (aunque también de acción y sangre a raudales) como para mantenerte pegado al desarrollo de la trama.

La idea central es original, pero, como siempre, cojea la explicación del elemento sobrenatural, que se pasea por el metraje sin que se le haya dotado de un fundamento más elaborado, algo que cohesione con mayor solidez las distintas partes del guión.

Y, sí, del personaje central podría nacer toda una saga que diera origen a nuevo superhéroe, una especie de vengador al estilo Hulk (aunque con un fuerte componente psicológico-psicopático) que siempre encontrara la ocasión propicia para descerrajar mamporros, salvajes quebrantaduras de huesos y estocadas quirúrgicas contra los malos y todo aquel que, por accidente, se cruce en su camino. Incluso se me está ocurriendo un guión... No sé si dejar por aquí mi número de teléfono.

El desenlace, sin embargo (qué pena), es digno de un melodrama típico de los domingos, un poco demasiado sentimentaloide. Podría haberse currado un poco más.

En definitiva, la película no es ninguna maravilla. Pero, claro, todo depende de con qué lo compares. Partiendo de la base de que hay que comerse unas treinta películas para ver una que medio valga la pena, igual se ve uno tentado a valorarla por encima de sus méritos. Como cuando en mitad de un desierto y a punto de uno morirse, alguien te ofrece una cerveza caliente. Se te saltan las lágrimas.