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Voto de Revista Contraste:
9
Drama Una mujer, después de perderlo todo durante la recesión, se embarca en un viaje hacia el Oeste americano viviendo como una nómada en una caravana. Tras el colapso económico que afectó también a su ciudad en la zona rural de Nevada, Fern toma su camioneta y se pone en camino para explorar una vida fuera de la sociedad convencional, como nómada moderna. (FILMAFFINITY)
31 de marzo de 2021
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chloé Zhao (guionista, directora y montadora) elabora un documento singular sobre la itinerancia del hogar y la identidad que, además, se atreve a repasar sutilmente la vida y la muerte de los que se fueron y el sentido para los que están.

Frances McDormand y Peter Spears (productores) compraron los derechos del libro País nómada de la periodista Jessica Bruder. Tiempo después, la conocida actriz vio The rider y tuvo claro que Zhao era la cineasta que necesitaba para hacer realidad la adaptación.

En su tercer largometraje, esta joven realizadora apuesta también por la narrativa abierta y el perímetro tan extrañamente cercano al documental que triunfaron en su film anterior. De hecho, Nomadland también abunda en otras sombras del sueño americano y en más aspectos del western, mostrando así la capacidad expresiva de un género que casi nació cuando nació el cine.

La misma interacción entre la ficción y lo real –que se refleja en la mezcla de personajes (actores)/personas (nómadas), sus rasgos, vidas y pensamientos– no queda eclipsada por la presencia de un par de rostros tan conocidos como los de Frances McDormand o David Strathairn. Su natural franqueza y sencillez hacen aún más valiosa la propuesta, que comparte plano con esta road-movie que va desde las Badlands, pasando por Nevada y su desierto, hasta el noroeste del Pacífico.

De hecho, tanto la amplitud del encuadre (para paisajes a veces con fines expresivos, pero nunca solo decorativos) como la toma cerrada en el rostro se articulan con una belleza y sinceridad que deja abierto el tiempo, sin miedo a aburrir.

En este terreno, Joshua James Richards repite como director de fotografía de Zhao y es capaz de hacer dialogar la naturaleza con otras naturalezas artificiales, también muertas, como las fábricas abandonadas (y las nuevas industrias que las sustituyen), los dinosaurios de cartón piedra y otros espacios de ficción reconstruida que buscan lo sublime en el abandono, al lado del desierto, el mar o los animales salvajes.

Por otra parte, en lo argumental y temático, Nomadland actualiza (por ser un contexto poscrisis económica) algunas heridas dibujadas en Las uvas de la ira, aunque su epicentro es viajar al núcleo del espíritu errante (anteriormente también ilustrado por otros conocidos narradores americanos).

Y, de modo análogo al relato de John Steinbeck, no pretende denunciar las prácticas inmobiliarias, aunque las incluye sin acritud, sino interpelar al corazón. No hay amargura ni dialéctica, aunque sí que se asoma sin miedo (como en The rider) al desierto con el que te topas al buscar una esperanza de fachada. Por eso, no todos los tanteos de los protagonistas son del todo luminosos. Sin embargo, sí que dan pistas y encienden reflexiones.

En la filmografía contemporánea, es difícil localizar a alguien que tenga algo que contar y que sepa contarlo de una manera inusitada, sugerente y que suene personal. Chloé Zhao aúna los tres elementos y permite disfrutar al público que va sin prejuicios, que no quiere encajonar el guion en dinámicas dramáticas ni expectativas convencionales.

Como en la citada The rider, hay que dejarse llevar y dejarse sorprender; saber estar en silencio para ver y oír y, así, luego mirar y escuchar fuera de la pantalla.

www.contraste.info
Revista Contraste
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