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7

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7
8.1
90,889
Thriller. Intriga. Drama
Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
27 de septiembre de 2009
27 de septiembre de 2009
29 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Funciona esta mastodóntica propuesta. No es desde luego “Benjamín Button” que se cae destartalada. Aquí funciona el metraje largo y sobre todo las intenciones de film grande, casi épico. Es una película lograda, pero no alcanza cotas excelentes.
Porque de los muchos mensajes que se presenta en este film, el principal, se comenta y se señala con una muy buena técnica (a Campanela no le falta estilo elegante y le funciona bien en las trazas de suspense del film, efectivamente); además no se nota impostada, ni falsa, se aprecia un cariño al cine americano en género y antihéroe (Darín demuestra que este arquetipo es para él); pero no, para impregnarnos de lo que Campanela quiere contarnos hay que remitirse a la maravillosa “El crack” (Garci, 1980). Porque vale como primer bosquejo el cubatita en el Bistro y las peleas a patadas con una máquina de escribir, por supuesto; pero necesitamos ver el otoño ( o en Argentina lo que toque), queremos ver la luz de la tarde sobre las fachadas del centro de Buenos Aires, no nos basta con ver a los personajes colgando los abrigos en la percha del despacho; y la música que está en esta película no se adhiere a la calle, como la música de Jesús Glück. Esto es lo que realmente falla de una película más que correcta, que va a los puntos, con las tareas hechas, pero sin consumar ni sensación ni “momentos”.
Los errores o imperfecciones que se comentan, creo reconocerlas en un final de resolución de la trama un tanto Kitsch, que puede perdonársele al director como reminiscencias de su gamberra ópera prima “El niño que gritó puta” (muy recomendable, por cierto), o quizás también las, ya de mal gusto, referencias históricas de la Argentina ochentera, sin venir a cuento y ávidas de alentar los demonios ideológicos. Personalmente no me importa tanto como la incapacidad de Campanela(no técnica, sino de sensibilidad) para poner la guinda a una película que podría haber llegado más lejos.
Pero repito, funciona. Maravillarará a los que no distinguen entre una buena tarde de cine y una tarde de buen cine. Para otros será un fármaco genérico que, teniendo el principio activo, no puede en absoluto compararse con la marca original.
Porque de los muchos mensajes que se presenta en este film, el principal, se comenta y se señala con una muy buena técnica (a Campanela no le falta estilo elegante y le funciona bien en las trazas de suspense del film, efectivamente); además no se nota impostada, ni falsa, se aprecia un cariño al cine americano en género y antihéroe (Darín demuestra que este arquetipo es para él); pero no, para impregnarnos de lo que Campanela quiere contarnos hay que remitirse a la maravillosa “El crack” (Garci, 1980). Porque vale como primer bosquejo el cubatita en el Bistro y las peleas a patadas con una máquina de escribir, por supuesto; pero necesitamos ver el otoño ( o en Argentina lo que toque), queremos ver la luz de la tarde sobre las fachadas del centro de Buenos Aires, no nos basta con ver a los personajes colgando los abrigos en la percha del despacho; y la música que está en esta película no se adhiere a la calle, como la música de Jesús Glück. Esto es lo que realmente falla de una película más que correcta, que va a los puntos, con las tareas hechas, pero sin consumar ni sensación ni “momentos”.
Los errores o imperfecciones que se comentan, creo reconocerlas en un final de resolución de la trama un tanto Kitsch, que puede perdonársele al director como reminiscencias de su gamberra ópera prima “El niño que gritó puta” (muy recomendable, por cierto), o quizás también las, ya de mal gusto, referencias históricas de la Argentina ochentera, sin venir a cuento y ávidas de alentar los demonios ideológicos. Personalmente no me importa tanto como la incapacidad de Campanela(no técnica, sino de sensibilidad) para poner la guinda a una película que podría haber llegado más lejos.
Pero repito, funciona. Maravillarará a los que no distinguen entre una buena tarde de cine y una tarde de buen cine. Para otros será un fármaco genérico que, teniendo el principio activo, no puede en absoluto compararse con la marca original.