Ella corre, corre, sigue corriendo ella (y no el, puesto que el vínculo materno parecería ser mucho más fuerte), siempre entre la niebla, no logra ver nada. Su niña ha desaparecido y ella quiere encontrarla dentro de esa bruma, dentro de ese mundo.

Asi como el personaje de esta atmosférica y sugerente obra, Gans intenta por su parte adentrarnos dentro de ese infierno que para muchos significó el video juego de Silent Hill. El director se tomó sus libertades y no está mal, aunque pecó un poco en su afán terrorífico y terminó por vomitar a la cámara escenas que hacen de una peli de terror potencialmente grande, una obra quizás menor con toques de mal gusto.

Era evidente que la atmósfera del juego representaba la clave del mismo, y esta peli cumplió con creces ese deber; incluso hasta llegó a intentar, sin lograrlo del todo, ofrecer una segunda lectura.

Duelen un poco los ojos ante los efectos especiales de segunda mano y una criaturas que parecen salidas de una obra clase B con matices bizarros, pero la tensión ya esta puesta, la vela o el encendedor ya esta a mano para que el espectador se sumerja entre la niebla y busque, busque y corra y se desespere junto con la protagonista al no poder encontrar a esa pequeña dentro de esa lúgubre fantasía que se nos ofrece.

Esta obra ha salido de la niebla con errores, sí, pero con la cabeza bien alta.