Menuda sorpresa la de El cristal encantado. Entré a este mundo sin demasiada información y de pronto estoy contemplando marionetas animadas. Mi nostalgia se activó de inmediato: Dentro del laberinto, Los Goonies, Critters, Gremlins, Leyenda... (sobre la antigua El cristal no puedo dar nota porque no la conozco). Los 80 volvieron (¿Para quedarse? Ojalá) con esta serie hiper mega ultra manufacturada. Como esos artesanos que venden duendes mágicos en las plazas. Esos que te sonríen a los ojos y compras el producto cual irlandés en su salsa.

Pero...luego de un primer gran episodio empiezo a notar que la serie, al priorizar la técnica y el formato, sacrifica demasiado. Hacer que toda la trama recaiga sobre muñecos produce un arma peligrosa. Pueden moverse con verosimilitud pero cuesta mucho sentir sus emociones. Si la música o los planos no ayudan pueden crearse vacíos de energía y la estética no termina por suplir esas carencias.

Otra cuestión es la trama: la historia resulta simple pero interesante. Numerosas sub historias pueblan el relato y sus resultados son irregulares. Si los personajes se vuelcan a emociones fuertes (skekses) la serie se deja ver mucho mejor. En cambio, cuando toman protagonismo las energías más suaves (expresión de la belleza y la bondad) las situaciones se estacan en un mero gran decorado.

Es una propuesta que, de intentarse perpetuarla en el tiempo, requiere revisiones; porque la mera visual tiene fecha de caducidad.