Ed Harris la condujo, Ed Harris la actuó. Pollock narra la vida de un pintor prestigioso que estuvo a punto de llegar a ser algo grande, pero se quedó en ese lugar donde duermen los anónimos. De todas maneras, la vida de Pollock es trasladada con gran sobriedad a la pantalla, aunque se nota una cierta falta de ritmo en la conducción.

Se sabe, ya sea por ley cuasi general o por convención social que la vida de los artistas es...tormentosa. Por su parte, Jackson no es una excepción a la regla: proveniente de una familia cerrada, en muchos aspectos asfixiante, este pintor optó por los cuadros para salir de su propia neurosis y como un medio para expresar sus ansias de libertad. Inadaptado, atávico en sus costumbres, misántropo en algún punto Pollock va armando su vida con cada pincelada. Junto a su primera esposa logra desarrollar esas muletas para solventar sus propias carencias, y de paso refina su estilo como pintor hasta llegar a captar la atención de sus coetáneos. El declive de este pintor afamado cobra un giro radical cuando empieza a percibir que su ciclo como artista está alcanzando el crepúsculo.

Pollock es una obra interesante, bien narrada y con una bella fotografía, si bien que se aletarga en determinados pasajes puesto que la vida de Jackson es compleja, pero no particularmente abundante en hechos a resaltar.