Decepcionante.

A años luz de Alien, el octavo pasajero (1979), y no me refiero precisamente a los viajes intergalácticos. También inferior a sus tres secuelas, incluso a distancia de las dos últimas. Pasaré por alto los Aliens vs Predator, que pertenecen a otra galaxia.

A nivel de efectos especiales es, sin duda, interesante. Pero la trama, así como los personajes, no terminan de cuadrar.

El papel principal está desaprovechado, y posiblemente Charlize Theron como protagonista hubiera dado mejor la talla, aunque sin llegar tampoco a encajar como lo hizo en su día Sigourney Weaver. La protagonista (Noomi Rapace) es algo insípida y el papel que desarrolla poco creíble.

Hemos de entender que esto es una especie de precuela, pero a la vez hemos de entender que no lo es en absoluto. ¿Es eso?. No entiendo el por qué de meter al xenomorfo con calzador al final de la película, ni toda esa evolución rápida que sufren los bichejos que aparecen. ¿Pero cuántos huéspedes necesita este ser?

Pretendiendo profundizar en la especie de los Space Jockey pierde toda profundidad. Para comenzar, esos seres elefantinos convertidos en albinos musculados no terminan de convencer. Tampoco convence la historia del origen de la vida en el planeta Tierra, ni encuentro el sentido -a no ser que sea metafórico- a un tipo desintegrándose en moléculas de ADN, de las que supuestamente evolucionará la vida terrícola.

En definitiva, queda un mal regusto en la boca, apenas maquillado por el gusto de las palomitas y el refresco de turno. Algún toque efectista tiene, pero poco más. Esperemos que la segunda parte que tienen en proyecto tenga mejor aspecto. A ver si nos aclaran por qué los Space Jockeys quieren destruir el planeta Tierra y cómo utilizarían sus armas biológicas para este cometido.