Que rabia lo bien que dirige David Trueba y que rabia lo bien que actúa Javier Cámara. Que rabia lo bien que sabe leer David Trueba los estándares para reescribir un guión clásico. Que rabia lo bien que interpretan sus papeles los jóvenes Francesc Colomer y Natalia de Molina, que rabia la maravillosa música de Pat Metheny y que rabia la como Daniel Villar ha conseguido captar la luz de Almeria en un prodigioso ejercicio de fotografía cinematográfica. Porque resulta que todo en “Vivir es fácil con los ojos cerrados” da mucha rabia, rabia sana que nace de la envidia por quien consigue hacer fácil de lo difícil. Rabia porque, aunque es una película blanca y cristalina, pero no una película ñoña ni fácil. Que rabia lo bien que han sabido reflejar los años 60 (espectacular diseño de producción) y que rabia ver una road movie que coge todos los tópicos y consigue que parezca genuina. Lo mejor de esta película es que es un ejercicio de optimismo que en ningún momento utiliza lo fácil para conseguir una historia almibarada. La bondad surge de pequeños gestos cotidianos, no de situaciones impostadas Una película deliciosamente hermosa. Pero eso no es malo, lo malo hubiese sido que tal ejercicio de melancolía fuese una película mala y “Vivir es fácil con los ojos cerrados” no es mala, es mas, puede considerarse como un perfecto ejercicio de estilo que hará las delicias de cualquier espectador que sepa entender que una historia no siempre necesita de robots, sexo o vampiros para ser entretenida, que sepa entender que los adolescentes no son idiotas sino simplemente adolescentes y sobre todo que sepa entender que el presente no es lo único real.