Es un clásico del cine de ciencia-ficción. Era pequeño cuando la ví y me ocasionó una profunda impresión. Evidentemente desconocía en absoluto su argumento y, claro, os podéis imaginar mi cara cuando ví monos montados a caballo en plena cacería de humanos. Pasados los años me quedo con la primera media hora. Es excelente. Los tres astronautas son tres prismas diferentes y sus escuetas conversaciones iluminan el terrible viaje a través de la zona prohíbida, mientras la sublime banda sonora de Jerry Goldsmith nos envuelve en lo desconocido. Esa partitura quizás sea lo mejor de la película.