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España España · Lleida
Voto de Uma:
8
Comedia. Drama ¿Qué pasaría si 16 años después de la revolución rumana y la caída de Ceaucescu, el dueño de un canal local de televisión rumano ofreciera a dos invitados compartir sus momentos de gloria revolucionaria? Uno es un viejo retirado y eventual Santa Claus, el otro un profesor de historia que acaba de gastarse el sueldo en saldar sus deudas de bebida. (FILMAFFINITY)
6 de abril de 2010
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Olé tus huevos! Eso pensé al ver esta película en un pequeño cine leridano (gracias a dios que existe ese cine!) Olé Rumanía y olé los rumanos! No son vítores gratuitos. Están meditados. Hace 20 años que cambiaron de sistema político, que cambiaron el blanco por el negro (o al reves). El trauma es severo. En España se ha vivido también algo parecido. Y de ahí viene mi OLÉ. Nadie ha sabido hacer una película como ésta aquí. Solo Berlanga se atrevió a parodiar las vergüenzas políticas, pero miraba mucho más atrás. Nadie se ha desternillado con la transición, y eso que material para llorar o reír, lo hay, y mucho, y ya han pasado 35 años. Nos creemos libres y maduros, pero nadie en España ha sabido hacer una película como "12:08 Al este de Bucarest".
Es una película/idea. Y la idea es buena, por tanto, la película parte con ventaja. Se plantea como una ácida crítica a la sociedad rumana, una crítica valiente a solo 20 años de los acontecimientos. ¿Fuimos unos valientes?, se pregunta, ¿o unos cobardes? La respuesta genera la crítica. Los cobardes resulta que fueron valientes, y los valientes todo lo contrario. El tiempo matiza todo, y lo convierte en algo amorfo, algo que luego los cronistas, o la televisión, ordenarán a su antojo para fabricar los héroes que haga falta. La verdad, muchas veces se cuenta a medias o mal, o no se cuenta. Los héroes verdaderos permanecen olvidados, y emergen nuevos paladines, que lo son más bien porque saben venderse y posicionarse que por méritos reales. Todo eso se lee entrelíneas en esta película.
No se cuál es la intención de Porumboiu, pero lo que aquí cuenta, adaptado a España, a Rusia, a unos cuantos países latinoamericanos, al mundo entero... es perfectamente válido. Toda revolución tiene su cara brillante, y sus rincones oscuros. ¡Ojalá en España alguien hubiera tenido los huevos de hacer una película como ésta! Dice mucho de la sociedad rumana, más madura y culta de lo que nos creemos cuando, hoy día, vemos a immigrantes rumanos buscando trabajo por nuestras calles.
El último Olé de la noche es puramente cinematográfico. El vehículo para trasladar esa ácida crítica (digna del mejor Billy Wilder) está muy bien escogido. Un programa de televisión. La comedia es siempre un camino eficaz, si se hace bien. Hay momentos desternillantes, el dilema se plantea en un plató que es un verdadero caos, con lo que, de paso, el director nos señalan que el mundo que hoy prentende juzgar, que el mundo que hoy se considera capaz y sabio, no deja de ser un desastre que será criticado en el futuro. La propia película se reconoce, de ese modo, producto de su tiempo y de sus medios. Brillante.
Ah, y el final es bellísimo (como quien no quiere la cosa). Olé por el Porumboiu irreverente, olé por el valiente, olé por el cineasta.
Olé por el cine rumano que, con ésta, con "4 meses, 3 semanas y 2 días", y un bizcocho, le ha pasado la mano por la cara a 35 años de cine español en democracia, sin apenas despeinarse.
Uma
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