Como "Maná para cinefórums parroquiales" despacha despectivamente algún crítico a "La cabaña". Pues bien, el Cineclub de la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes de Valencia ha recogido el guante de la frase y acaba de iniciar su andadura, precisamente, con la cinta de Hazeldine.
No se trata de una opinión aislada, el grueso de la crítica cinematográfica abunda en esa misma línea. Una lástima que no opinen lo mismo los espectadores que han cuadruplicado la inversión de los productores, ni los 22 millones largos de lectores que ha tenido la novela de W.P. Young de la que procede. Algo debe tener el agua cuando la bendicen.
La acusan de tendenciosidad, proselitismo, propaganda ... Como si todo esto fuera algo nuevo en el cine. Especialmente en el cine actual donde los productores andan a vueltas con los guionistas para que metan con calzador en la trama esta o aquella ideología de género o política, minoría étnica, inclinación sexual ... siempre, o casi siempre, con las bendiciones de la crítica de salón.
Entrando en el análisis de la obra hay que reconocer que formalmente es impecable, con un guion bien armado, buena realización, interpretación convincente, bellos paisajes y adecuada banda sonora.
Entrando en el fondo no nos gusta en absoluto el tipo de religiosidad que se presenta a base de jóvenes familias blancas, rubias, guapas y buenas. Demasiada bondadosa bondad, "Cuando una estrella parpadea se escucha una oración en el cielo". Demasiado melocotón en almíbar.
Y sin embargo, y sin embargo tal vez sea lo más adecuado para mostrar luego una Santísima Trinidad compuesta por una mujer negra entrada en carnes, un mulato de pelo rizado y una joven oriental en representación, respectivamente, de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. El contraste con aquellos feligreses rubicundos canta lo suyo ¿verdad? Tal vez sea ese el objetivo de la novela y de la película.
El argumento está perfectamente explicado en la sinopsis. Ante una tragedia familiar surge la "Gran tristeza" y con ella la incomprensión y la rebeldía frente a Dios que lo consiente. Son momentos en que suenan a hueco los consejos píos, "¿Has probado a rezar? -Te he pedido tu coche". Llega entonces el encuentro con Dios que ayuda a mirar el dolor con otros ojos, a entender que el sufrimiento forma parte del plan divino con el hombre, también el poder terapéutico del perdón.
¿Qué tiene esto de malo tanto para creyentes como para no creyentes? No es algo que cinematográficamente sea malo en sí mismo que el hombre se cuestione sus creencias, que se ofrezca una imagen de la Trinidad que rompa con la que tenemos estereotipada en nuestras mentes que, en definitiva, se envíe a través de la pantalla un mensaje positivo para todos y que no deja indiferente a nadie. Ni a los críticos tampoco.
Estamos ante una película sin duda interesante, por lo visto también polémica. Una película que nos invita a reflexionar y a estar atentos para no desaprovechar la oportunidad de encontrar también a Dios en nuestro camino. No dejen de verla.